Con un aire acondicionado al nivel apropiado, teniendo en cuenta la temperatura de estos días, se ocupaban los asientos de la sala del Teatro Pedro Muñoz Seca, en otro  lleno casi  absoluto, esperando ver la representación de “Entre bobos anda el juego”, el clásico de Francisco de Rojas Zorrilla de 1836.

Parece, o al menos da la impresión, de que este año la máxima es explotar los clásicos. Entre Tartufo, los hermanos Álvarez Quintero o Zorrilla, lo histórico inunda el festival de comedias, casi como hacían en La barraca de García Lorca, en la que se llevaban los clásicos a los pueblos más iletrados pero en este caso, a una sociedad ya formada y en concreto, a una ciudad, que ha sido siempre fiel al género  pariendo dramaturgos de la talla de Pedro Muñoz Seca o Rafael Alberti. 



Cabe destacar con suma tristeza pero sin asombro, la ausencia en la sala de redactores y colaboradores de la mayoría de medios de comunicación de la ciudad.

Pasadas las diez y diez de la noche comenzó la representación, la cual estaba plagada de guiños musicales con alusión incluida a temas de actualidad como el caso televisivo de Rocío Carrasco, las mascarillas pandémicas, el tren de alta velocidad de Extremadura y la importancia de Díaz Ayuso, unos guiños muy actuales, en una obra clásica donde las haya.

Los personajes de don Luis, don Pedro, don Lucas e Isabel se ganaron el sonado y largo aplauso del respetable que salía del teatro pasadas las doce menos cuarto de la noche, con una temperatura aparentemente superior a la que hacía unas horas antes.