Ángel Quintana (Tribuna libre).- Como si se tratase de un producto más, la marca "El Puerto", siempre se vende bien sobre todo en verano. Podemos afirmar que por la idoneidad de la zona la vendemos "por castigo" en época estival. Sabemos que los momentos que vivimos son cruciales para la recuperación económica y paliar los efectos de la desaceleración provocada por la COVID 19.
Son pocos los que teniendo responsabilidades políticas se paran a meditar sobre qué modelo de ciudad queremos, cuál es el rumbo que debemos seguir para desarrollar al máximo las potencialidades de El Puerto y su entorno y poner en marcha el plan idóneo para dejar atrás las décadas perdidas que nos han puesto a la cola de las localidades próximas y al rebufo del progreso de la comunidad autónoma de Andalucía.
El cortoplacismo de la inmediatez, la improvisación en la gestión y el "dejad hacer, dejad pasar" se han convertido en bandera de la política local por parte de aquellos que anteponen su posición en el cargo y cobrar un sueldo salido de las urnas a cualquier deber de gobierno. Usan, abusando de ellas, las máximas del "todo vale" y de no intervenir porque los problemas se curan previsiblemente con el simple pasar de los días.
Pensemos por un instante y reflexionemos sobre el daño irreparable que se le hace a la ciudad tanta desidia. Una marca "El Puerto" abandonada a su suerte por sus propios gobernantes: calles sucias, con falta de seguridad, masificada sin respetar ningún contexto sanitario, plagada de patinetes que obstaculizan las aceras, sin banderas azules y un largo etcétera que derivan de la inacción y de la pasividad política del Equipo de Gobierno.
Creo que ha llegado el momento inaplazable de centrarnos en qué queremos ser de mayor como urbe porque el tiempo pasa y falta poco, muy poco, para que los focos se apaguen, los escenarios se desmonten y el silencio se haga de nuevo el vecino más importante del centro de El Puerto.
El invierno es muy largo y siempre llega. Está a la vuelta de la esquina. Entonces la marca "El Puerto" hibernará, si nadie lo remedia, hasta el agosto del año que viene.