Mañana se cumplirán cincuenta días de confinamiento, durante los cuales hemos visto de todo. Curiosamente estamos rodeados de países que están en unas condiciones parecidas a las nuestras. Ello nos llevó a comprender la gravedad, la necesidad de adoptar medidas.
A la vista de lo ocurrido, no entendíamos porque no se podía salir a hacer deporte en solitario. Tampoco entendíamos porque no podíamos quedar con alguien en su casa, por qué no podíamos ir a los lugares de culto respetando las medidas.
Todo ello nos ha ido formando una conciencia, ya que el ser humano aprende, procesa datos y saca conclusiones, a diferencia de la opinión del gobierno. Ello nos conduce a aplaudir toda norma que proteja a los ciudadanos, y a rechazar toda aquella que me impida tomar decisiones que solo afectan a mi persona.
Partiendo de este punto, lo esperpéntico raya lo absurdo y ridículo, pues... por qué no puedo darme un baño en la playa, ¿acaso vamos a contaminar las aguas? No se me ocurre ninguna razón que justifique dicha medida, más allá del propio control que el gobierno quiere sobre nuestras personas.
Pero siguiendo avanzando, si esto es absurdo, aún lo es más comenzar una absurda desescalada, permitiendo apertura de locales, pequeños comercios, bares, pero limitando la libertad de movimiento de la persona, pues si las razones para salir no han cambiado, existe límite para poder hacer deporte, para pasear, cómo vamos a acudir a esos lugares.
Si seguimos avanzando en el tema, la locura de lo absurdo es decir que no se podrán visitar a amigos y familiares. Si analizamos esto veremos que, si la policía nos para podemos decirle que vamos a un bar, pero multará si le digo que acudo a ver a mi hermano o a mi madre.
Todas las normas lejos de protegernos contra el virus, muy lejos de evitar la dispersión del mismo, están demostrando que el Estado tiende una red de delación, miedo y control.
Cuesta trabajo entenderlo, por lo que solo caben dos conclusiones, o bien estamos gobernados por ineptos que ni leen lo que ellos mismos promulgan, o bien nos gobierna un estado represor que pretende un cambio social drástico.
Cada cual sacará sus conclusiones, yo me quedo con el matiz gris de que han dejado claro que dentro del gobierno hay gente válida, arribistas, ineptos, utópicos, sinvergüenzas y mucho aprovechado, pero sobre todo, queda claro que cada uno va por libre y eso genera, caos, desconcierto y falta de lógica.