Corren tiempos en los que el hombre se encuentra demonizado por ciertos sectores de la sociedad, gracias a Dios, ni todos señalan la maldad ni todos los hombres son malos per se.
Cuando veo esos mensajes de desatada furia no puedo por menos que acordarme de una vieja película, una película que siempre que puedo veo y que jamás me canso de ver. Es película es ‘Un hombre Tranquilo’, de John Ford, en donde John Wayne, ejemplo de hombre duro nos da una lección sobre la hombría de la tranquilidad.
Sorprende ver al Duke en semejante papel, amando y aguantando a la temperamental Maureen O’Hara, una irlandesa que debió tener sangre latina.
La templanza y quietud de Wayne sorprende, pues hasta las escenas finales, quizás más cómicamente violentas, dejan solo a la luz a un hombre tranquilo e irlandés.
Como muchos no habrán visto la película no voy a contarla, mejor es verla, y supongo que cada cual sacará una propia conclusión, la mía particular, una de las tantas que se pueden extraer, ha sido el admirar y respetar a esos cientos de hombres tranquilos, quizás por los ojos con que la veía debido a mi entorno. Hombres que callan, aman y, por qué no, aguantan.
Eso es así no porque sean mejores o peores, simplemente admiran y respetan. El secreto es su propia personalidad, da igual si son tenderos, profesionales, pilotos de helicóptero o simplemente hombres buenos.
No discuten, escuchan; no guardan rencor, aman; no perdonan… porque nada tienen que perdonar. Son personas tan seguras de sí mismas que jamás se quejan o exigen; personas con defectos, secretos y virtudes, eludiendo los problemas y resolviéndolos cuando tienen que resolverlos, más por la satisfacción del ajeno que por su propio ego.
A lo largo de mi vida me he topado con multitud de hombres tranquilos, y curiosamente, no dejo de aprender y sorprenderme. Como en la mítica película, a veces los héroes no están en campos de batalla, no viven grandes historias de amor cuajadas de grandes sacrificios. A veces los héroes se hallan en las pequeñas y simples historias de cada día, a veces, esas pequeñas batallas crean a esos héroes por las actitudes dignas de ejemplo.
Hoy, especialmente, me acuerdo de un hombre tranquilo, desde aquí, mi más sentido homenaje a todos los hombres tranquilos que hacen que exista ese equilibrio necesario para vivir la vida.