Según la RAE, nepotismo es aquel trato de favor a familiares o amigos a los que se otorgan cargos o empleos por el mero hecho de serlos, sin tener en cuenta otros méritos. También podría decirse coloquialmente que se trata de la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes o conocidos para las concesiones y empleos públicos. El traslado del concepto a la política exigiría alguna matización, como que fuera condición necesaria para la existencia de nepotismo la alteración arbitraria y fraudulenta de los procedimientos de selección establecidos, o que, en el caso de tratarse de un cargo de libre designación, el pariente designado experimentase sustanciales incrementos en sus retribuciones o, más en general, escandalosas mejoras en sus condiciones de vida. ¿Cómo medir la desmesura en este tipo de preferencias? Obviamente, el nepotismo es siempre el de los demás. Y es que este tipo de favoritismos ha existido siempre, una debilidad humana que abunda en todos lados y en El Puerto de Santa María no iba a ser menos. Vale, hablemos de colocados por la cara, pues.
¿Quién no conoce a alguien que por ser amigo de algunos de los alcaldes que hemos tenido tiene su carguito en el Ayuntamiento? Pululan gentes con apellidos como Gómez, Díaz, sobre todo en las mejores concejalías, y otros que entraron por ser amiguetes de concejales que gobernaron durante la época del “nandismo”, es decir, la etapa del pelotazo portuense más grande en democracia. Aquí quien esté libre de enchufe y de pecado, que tire la primera piedra.
Parece ser que entre políticos, comités de empresa y opinadores públicos se ha abierto de nuevo la caja de Pandora del servicio de limpieza municipal por un caso de enchufismo, mientras tanto la ciudad sigue sin barrer y muchísimos problemas como el parking inconcluso y la escasa ocupación hotelera veraniega. El que suscribe, que no fue enchufado sino que pasó por allí gracias a uno de esos ‘programas de empleo’ de la administración pública andaluza, puede decir algo sobre la materia pero no se trata de echar más leña al fuego porque ya tenemos bastante con los ineptos concejales que han ido pasando por la concejalía de la Plaza del Polvorista, antes en el Matadero Viejo. Buenos nombres esos para lo que hay allí metido, oiga: un polvorín y un matadero pero de “mataos”. Muchos han sido los políticos que han fracasado al intentar poner orden en la cosa de la limpieza al enfrentarse con el gigante FCC, al comité de empresa local y al jefe del servicio quien es el caso más flagrante de autoenchufe en la ciudad. Después de toda clase de regidores de todos los colores políticos posibles, ahí sigue el tío como máximo responsable del área medioambiental municipal tras auto contratarse a sí mismo y a pesar de no disponer de la titulación necesaria para ostentar dicho cargo.
En verdad, aún está por llegar quien ponga firme a más de uno. No basta con gastarse millonadas en campañas para enseñar a un pueblo incívico a meter el papelito en la papelera y que luego caen en saco roto, y tampoco es adecuado amenazar a los sindicatos en cortar los privilegios familiares con un pliego de condiciones lleno de prerrogativas inverosímiles que se firmaron hace muchísimo tiempo y que ningún alcalde ha tenido la gallardía de revisar.