De un tiempo a esta parte, la ciudad amanece con carteles, Facebook se inunda de peticiones y todo parece moverse por el orgullo, el respeto y el amor. En una sociedad cada día más polarizada, este tipo de iniciativas adquiere un profundo sentido.
Opiniones habrá para todos los gustos: desde quienes piensen que es una tontería, pasando por los que miran de largo sin molestarse en conocer quién es Ortega, el Pintor, hasta aquellas absurdas y ridículas que aprovechan la publicación para introducir memeces propias de bradipsíquicos, tan abundantes en redes. Para mí —y es solo mi opinión personal— la iniciativa merece no solo admiración, sino un inusitado respeto. Dentro de lo poco que pueda aportar, valga esta muestra de reconocimiento para apoyar esa mención, homenaje o lugar emblemático que se considere oportuno. Cualquier cosa, menos el olvido al que tantas veces estamos abocados.
El Puerto goza de numerosas personas cuyo primer y mejor mérito es ser hijos de esta ciudad. Muchos han contribuido al engrandecimiento de nuestra pequeña y cotidiana historia. No hace falta ser un héroe de guerra ni tener un Nobel; basta con vivir demostrando dedicación. Y aunque son muchísimas las personas que podrían merecer algún tipo de consideración, en este caso concreto es Ortega quien la ciudadanía reclama.
No voy a enumerar sus méritos porque los conozco solo de pasada, ni soy quién para valorar si el reconocimiento es merecido o desaconsejable. Pero es la primera vez que veo una petición tan sentida. Quizás no sea suficiente para hacerse acreedor de un homenaje —sobre todo con los baremos, barreras y listones que manejamos hoy— y, aun así, ¿por qué no? Sobran rincones en esta ciudad y, dejando a un lado la política, es hora de que las ciudades reconozcan a sus hijos cuando así lo piden sus propios vecinos.
Muchos estamos cansados de nombres alterados en función del sesgo político o de modas impuestas; cansados de que se retiren denominaciones solo porque recuerdan épocas que a algunos no les gustan, mientras a otros no nos molestan en absoluto. Personas como Ortega, cuyo mejor mérito ha sido aportar a esta ciudad sin importunar, con sus ideas, su personalidad y su dedicación; personas de perfil blanco, que no molestan a nadie y que, sobre todo, han plasmado con su mano nuestras vivencias, paisajes y nuestro deambular diario a través de sus rótulos.
Por ello, desde aquí apoyo ese homenaje: un rincón, una calle, una plaza o una plazuela que nos haga sentir orgullo de que somos los portuenses de a pie quienes también hacemos Historia.











