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Me voy a referir a tres películas que forman parte de lo mejor del cine negro americano de los 40. Películas que hicieron historia en el género. Aún guardo otras para una parte segunda, tercera y equis parte.

Hoy me refiero a: Al rojo vivo (1949), de R. Walsh; El sueño eterno (1948), de H. Hawks; y Tener y no tener (1944), de H. Hawks.

AL ROJO VIVO (1949). Me encanta el cine de los años cuarenta y los gánsteres que Hollywood retrataba. Cagney fue uno de los actores que mejor los ha interpretado. Esta película es muy negra, negros sus personajes, negras sus historias y hasta la fotografía es en un blanco y negro maravilloso.

El gánster de esta cinta es un psicópata atrapado en la urdimbre de un gran complejo de Edipo en el que la madre colabora activamente seduciendo y sometiendo a su antojo al pobre pistolero loco: plan materno-posesivo enfermante.

La banda de Arthur Cody Jarrett (Cagney) asalta un tren correo donde hay varias víctimas. Cody es perseguido por los Federales que sospechan de él como autor del robo. Una vez preparada una coartada, se entrega a la policía, declarándose culpable de otro atraco diferente cometido en un banco en el cual no hubo víctimas, por lo que lo condenan a sólo dos años de cárcel.

Cuando el gánster ingresa en prisión, en un alarde de profesionalidad y heroísmo, Vic Pardo, que es policía, lo hace también, plan topo, granjeándose su amistad; ello para establecer una conexión entre el gánster y el atraco al tren correo.

Ya en la cárcel, a Cody le informan de que un miembro de su banda se las entiende con su mujer; recibe igualmente la noticia de la muerte de su madre, la cual también era parte de la banda. Junto a otro par de presos, Vic Pardo y Cody logran huir en una rocambolesca fuga.

Una vez en libertad, lo primero que hace Cody es matar al compinche liado con su esposa, al cual su mujer acusa de ser el asesino de su madre, aunque en realidad fue ella quien perpetró el crimen de la pérfida y peligrosa mujer, que amenazaba con matarla.

Es el punto en que Cody planea un nuevo atraco a una refinería, tomando el ejemplo del caballo de Troya que aquí es sustituido por un gran camión cisterna en cuyo interior van los gánsteres que logran introducirse dentro de la petrolera en busca de medio millón de dólares, la nómina de los empleados.

Vic Pardo, que es descubierto, avisa a la policía y aborta el robo mientras Cody, subido en lo más alto de un depósito de petróleo, lo hace explosionar gritando a viva voz y en medio de las llamas el lema y mandato que su madre le había inculcado: «¡alcanzar la cima del mundo!».

El experimentado director Raoul Walsh consigue dar forma a una obra que tiene emoción a raudales y un manejo excelente de los escenarios, con unos actores de talla.

El guion de Ivan Goff y Ben Roberts (novela de Virginia Kellogg, White Heat) es de los muy buenos, con una tensión al alza que apenas da tregua al espectador.

Excelente música de Max Steiner, solemne y wagneriana, instrumentos de cuerda y trompetas agudas adaptándose al milímetro a la acción, a veces sirenas o el rugir del viento. Todo sugiere sentimientos de angustia y subraya el clima de violencia extrema.

Esplendorosa fotografía en blanco y negro de Sid Hickox, con un magnífico juego de luces y sombras, blancos y negros intensos, transparencias y brillos: los pendientes, las pulseras, los vestidos satinados. La cámara incluye travellings sorprendentes.

En el reparto estaca James Cagney con un trabajo sublime como un Cody hiperactivo y enérgico, un gánster sin escrúpulos con un precario estado mental dependiente de su madre: un individuo muy peligroso, un psicópata.

Virginia Mayo está bellísima y muy apropiada como la mujer de Cody. Edmond O’Brien magistral como policía infiltrado. Margaret Wycherly es la rabiosa y absorbente madre. Steve Cochran muy lucido como gánster amante de la esposa de Cody.

Es igualmente un filme curioso a la hora de explicar los métodos que seguía la policía para atrapar a los asesinos en aquellos años, desde rastreos vía telefónica hasta señales acústicas.

Película que expone la situación anómala de un hijo abducido por una madre ansiosa y autoritaria. Cady la llama «Ma». Incluso una vez ya muerta, él habla con ella a lo largo de sus solitarios paseos, su madre lo ha invadido con sus mensajes enloquecedores y sus directrices asesinas.

Obra imprescindible y casi de obligado cumplimiento para el aficionado a este género. Un Cagney que demuestra sus innatas dotes en esta vibrante entrega que supuso uno de los filmes más violentos del mítico Walsh y cumbre del género.

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EL SUEÑO ETERNO (1948). Howards Hawks dirigió esta estupenda película negra, enriquecida con abundantes dosis de humor, picardía, sensibilidad, ingenio y convicción.

El guion de William Faulkner, Leigh Brackett y Jules Furthman (novela de Raymond Chandler, The Big Sleep) compone una historia emocionante, diálogos insuperables, personajes de dudosa moralidad y algunas mujeres con las que es mejor no tropezarse.

La música de Max Steiner está hecha a la medida; una música proveniente de una partitura orquestal que realza la acción y enriquece los ambientes, destacando temas como la canción: And Her Tears Flowed Like Wine.

La fotografía en blanco y negro de Sid Hickox es magnífica y acorde a la turbia trama; crea composiciones excelentes, presta atención a detalles sugerentes y la cámara consigue una sorprendente profundidad de campo.

Las interpretaciones son geniales, empezando por un Humphrey Bogart que está brillante como Marlowe, un duro detective; esplendorosa y convincente Lauren Bacall; y acompañando un coro actoral de primer orden: John Ridgely, Martha Vickers o Dorothy Malone, entre otros. Lo mejor para una historia de intrigas, crímenes, asuntos turbios y mucha codicia.

Comienza cuando Sternwood, un general excéntrico y rico, cita en su mansión al detective privado Philip Marlowe (Bogart). El tal millonario, sin apenas movilidad y muy deteriorado disfruta viendo cómo los demás hacen lo que él ya no puede: beber, fumar cigarrillos…

Tiene el señor dos hijas, Vivian (Bacall) y Carmen (Vickers), involucradas en asuntos oscuros. Le pide a Marlowe que investigue el chantaje al que es sometido por un oscuro personaje, el librero Geiger, que le reclama dinero por presuntas deudas de juego de su hija Carmen.

Las hijas son de cuidado y cuando Marlowe comienza sus pesquisas se da cuenta que está metido en un caso cuyas ramificaciones tejen una tupida red de personajes peligrosos.

La película hace una radiografía del submundo del crimen, de la venganza, del turbio ambiente del juego, de la droga, la extorsión, todo lo cual genera un clima que se puede cortar con un cuchillo.

No es una película fácil, pues tiene historias enrevesadas. Hay que estar atento a una trama compleja y no explica determinadas líneas de acción, tal vez para evitar la censura.

Así pues, el asunto es complicadillo. Entonces, desde mi manera de entender, creo que hay que ver esta película, según la máxima del psicoanálisis: “atención libre flotante”. No otorgar una importancia particular a nada de lo que oímos y prestar a todo, una atención general.

Igualmente, la película no olvida el erotismo, dejando cálidas escenas de una suave y tenue sensualidad insinuada, como la escena con la bella y voluptuosa joven que cierra la puerta de una librería para quedarse a solas con Bogart; o la conversación Humphrey-Bacall sobre la metáfora sexual de los caballos: montar caballos, etc.

Y es, finalmente, una película no exenta de violencia que encadena una larga sucesión de crímenes (hasta 7), por resentimiento, desagravio, hurto, confusión o celos.

Es destacable la gran afinidad sentimental de los dos intérpretes enormes que fueron Bogart y la Bacall, llenando ésta última la pantalla de sensualidad, lo cual que es uno de los importantes polos de atracción de la cinta.

El título está justificado por la omnipresente presencia en la historia de la muerte, o sea, los que duermen el sueño eterno. Además, en esta película, se hace quizá la mejor descripción de Philip Marlowe, el detective por antonomasia, encarnado por el actor que mejor ha sabido interpretar ese rol.

Vean esta cinta y déjense atrapar con absoluta satisfacción, encantados por el trabajo de los actores, por el contenido de los diálogos, por la potencia de las imágenes y por la enjundia de una gran dirección.

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TENER Y NO TENER (1944). Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Harry Morgan (Bogart) y el alcohólico Eddie son dos marineros que tratan de ganarse la vida en la isla de la Martinica, perteneciente a Francia. Bogart, un capitán estadounidense, alquila su barco de recreo. Pese a sus reticencias, finalmente trabajará para la Resistencia.

Obra maestra en la que intervino el talento de los hermanos Warner de la época, con Howard Hawks en la dirección, Franz Waxman con la banda sonora, Sid Hickox en la fotografía y el dúo Faulkner-Furthman adaptando a Hemingway. Tela.

Pero no sólo estos genios se consagraron: una jovencísima y sensual Lauren Bacall le dijo a Bogart: "Si me necesitas, silba"... y le enamoró. También enamoró a millones de espectadores que, al igual que sus protagonistas, vivían en plena II Guerra Mundial. Resumiendo: un clásico imprescindible del cine negro para ver en sesión continua con "El sueño eterno".

Esta película fue el descubrimiento de la provocadora Lauren Bacall y su magnético intercambio de miradas e indirectas con Humphrey Bogart. Con un guion –inspirado en una obra de Ernest Hemingway– que tiene diálogos memorables, gracias a la convicción con que los recitan sus intérpretes, incluidos grandes secundarios como Walter Brennan o Dan Seymour.

La atmósfera de un café en la Martinica, a donde llegan varios franceses que quieren continuar la lucha frente al régimen de Vichy, es inmejorable, y puede hace recordar a Casablanca (Michael Curtiz, 1942). De hecho, el personaje de Bogart sufre una transformación similar desde el escepticismo a la implicación en la lucha, lo cual no le quita originalidad a este filme.

Esta última película de Hawks es clara, directa y brillante. Las escenas entre Bogart y Bacall muestran tan deslumbrantemente la atracción y el sexo, que encierran una parte sustancial de la magia de la película. De hecho, ambos intérpretes se enamoraron en este rodaje, lo cual se nota.