Hace algunos años, El Puerto fue ciudad de referencia. Desde las colas como meca del ocio hasta destino de empresas como Decathlon, todo ello —no ajeno a críticas— pasaba de largo para el gobierno de turno, al que, prácticamente, se la sudaba, vinieran de la oposición o de ciudadanos manejados por la misma oposición.
No eran tiempos de Facebook, pero sí aquellos locos años de finales de siglo, en los que la ciudad se convirtió en la Locomotora de la Bahía, para bien o para mal. Gracias a los esfuerzos de la oposición —entre los que se encontraba, en primer lugar, el propio PP— se consiguió, para alborozo de algunos, terminar con aquella “agónica” situación. Y pasamos, no a ser vagón de cola, sino el vagón de repuestos, anclado en vía muerta y pendiente de sentencia. [La chusma no son ellos: es el discurso]
Pasaron los años y, en lugar de preocuparse por el estado de la locomotora, cada cual se centraba más en el control de la estación. Pero los tiempos siguieron cambiando. Gente más joven, acostumbrada ya a Facebook y sin miedo a la crítica, tomó el relevo. Lo mismo hubiera dado que fueran de un signo o de otro, de un partido o de otro. Eran caras nuevas. Y al final, aquel vagón abandonado en vía muerta terminó por encarrilarse.
Ahora, más que locomotora, somos el AVE de la Bahía. Y, como entonces, vuelven las mismas críticas: turismo perjudicial, inversiones corruptas, prevaricación y amiguismo. En aquel entonces, la locomotora siguió avanzando sin directrices políticas claras, sin importar el color, arrollando a todos los que querían ver hundida esta ciudad para hacerse con ella… y hacer lo que hicieron luego: hundirla aún más. [Jose Luis Bueno: Cuando la izquierda aplaude a VOX]
El AVE de la Bahía avanza… aunque algunos parezcan empeñados en seguir jugando a ser el Coyote. / ChatGPT
Claro que consiguieron frenar la locomotora. Nadie discute la legalidad o ilegalidad de las formas, pero queda claro el resultado: hacerla descarrilar. ¿Para qué? Por el puto control. Y aun así, quedaron logros… y también pufos, porque siempre hay quien se sube al tren más rápido. [Javier Botella: disfraz, populismo y una mentira más]
Ahora es “similarmente distinto”: la diferencia es que, en lugar de locomotora, hay un AVE que maneja la Diputación, un AVE que encabeza la Bahía. Somos el AVE que impulsa el centro del ocio y el turismo, la inversión, el crecimiento, la ciudad que más empresas acoge. Y, al igual que entonces, hay quienes quieren hacerla descarrilar y harán todo lo posible por detenerla.
Nada es nuevo. Vuelve el mensaje de siempre: corrupción, amiguismo, turismo de mierda, ineptos… Y, aun así, como entonces, el AVE seguirá su ruta. La diferencia es que ahora, gracias a Facebook, no hay tanto que vaya “a caraperro”. Y, visto lo visto, me fío más de quien espera para hacerlo mejor que de quien solo busca sabotear, simplemente por tener el control. Son los tiempos de ACME y su infalible TNT.