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Hace ya algunos años el cine bíblico dominaba las parrillas de la programación televisiva e incluso los cines durante la Semana Santa. Ahora parece que esta modalidad es ya un recuerdo.
Eran grandes producciones épicas que abordan la vida y muerte de Jesucristo, adaptaciones musicales o historias sobre este período histórico. Traigo a la memoria, a propósito, otras entregas de esta sección con esta temática: La cuaresma y la pasión de Cristo; o, Jesucristo en el cine.
No quiero olvidar otras películas que recrean el Antiguo Testamento (Sodoma y Gomorra, 1962, de R. Aldrich); la presencia de Jesús (Rey de reyes, 1961, de N. Ray); cuanto siguió a su muerte y resurrección (Quo vadis, 1961, de M. Le Roy; Barrabás, 1961, de R. Fleischer); y otras de tiempos de la Gran Roma, como Espartaco, 1960, de S. Kubrick.
Estas líneas voy a dedicarlas a tres grandes producciones que marcaron época y forman ya parte del imaginario cinéfilo colectivo. Los diez mandamientos (1956) de C. B. DeMill, la superproducción bíblica por excelencia, con Charlton Heston convertido en un impresionante Moisés. Tres horas y media para contar la historia de los judíos como pueblo sometido a los egipcios y su éxodo hacia Israel. La escena en la que Moisés separa las aguas del Mar Rojo es historia del cine.
Otra película memorable, de nuevo con Heston como protagonista, fue Ben-Hur (1959), el noble de la Judea ocupada y contemporánea a Jesucristo, enfrentado al tribuno del Imperio Mesala, antiguo amigo de infancia, que acabará condenándolo a galeras, lo que le lleva a conocer en persona a Jesús (11 premios Oscar).
Y la tercera obra que comento es Noé (2014), una superproducción curiosa y extravagante sobre este personaje que capitaneó el Arca con su familia y parejas de animales, ante el inminente diluvio universal anunciado por Dios.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS (1956). Vi esta película en mi más tierna infancia. Me llevaron a verla mis hermanos mayores. Nunca olvidé el tremendo dolor de cabeza que me produjo esta obra. Fue la primera jaqueca de la que tengo registro, pues para un niño tan pequeño, los 219 minutos de metraje y los acontecimientos que narra, aturden.
Película épica dirigida y producida por Cecil B. DeMille, filmada en VistaVision y distribuida por Paramount Pictures. DeMille hace la superproducción de su vida con un sólido guion de Aeneas MacKenzie y otros (con ideas del historiador judío fariseo Flavio Josefo).
La historia de Moisés, ambientado inicialmente en el Antiguo Egipto, que habla sobre el gran libertador (Heston), el favorito de la familia del faraón, que decide renunciar a su vida de privilegios para conducir a su pueblo, los hebreos que trabajaban esclavizados en Egipto, hacia la libertad y la Tierra Prometida.
Moisés es un personaje controvertido, a medio camino entre el mito y la Historia. La vida de Moisés es narrada en la Biblia, específicamente en la Torá (primera parte del Tanai; y en el Pentateuco, todos del Antiguo Testamento). El texto narra cómo Moisés lideró la salida de los judíos de Egipto y recibió los Diez Mandamientos de manos de Yahveh en el Monte Sinaí.
Fue rodada en Egipto, el Monte Sinaí y la Península del Sinaí y fue la última y más exitosa película dirigida por DeMille, una versión parcial de su película muda del mismo título rodada en 1923.
Aprovechó uno de los sets de rodaje más grandes de la historia del cine. En su momento fue la película más cara realizada. Recaudó más de sesenta y cinco millones de dólares en los EE. UU. y es considerada la sexta película más taquillera de todos los tiempos, con un total ajustado por inflación de más de mil millones de dólares.
Música del gran Elmer Bernstein. Brillante fotografía en color de Loyal Griggs y una excelente puesta en escena, vestuario y grandiosidad por doquier.
El reparto corre a cargo de enormes actores y actrices de Hollywood. El papel de Moisés recayó sobre la gran estrella en su momento, un esplendoroso Charlton Heston que hace un trabajo impresionante sobre el personaje que ha pasado ya a los anales del cine. Está igualmente solemne y excelso Yul Brynner como Ramsés II.
Anne Baxter bellísima y estupenda como Nefertiti. Edward G. Robinson como Datán. La mítica Yvonne De Carlo es Séfora. Debra Paget muy bien en su rol de Lilia. John Derek borda al personaje de Josué. Completan el reparto Sir Cedric Hardwicke como Seti; Nina Foch como Bitia; John Carradine y otros.
Drama bíblico algo kitsch, con un exceso de teatralización por parte de un reparto con estrellas hollywoodienses. He comprobado que a pesar de sus valores innegables y de ser ya un icono de la cinematografía universal.
Pero es uno de los más conocidos y alabados filmes históricos, una película de las que ya no se ruedan, un gran espectáculo cinematográfico, grandiosa, emotiva, una obra rodada de un modo exquisito; y sigue atrayendo a miles de espectadores después de más de siete décadas desde su estreno.
BEN-HUR (1959). Una superproducción que hizo historia y taquilla. A mí me encantó y cuando la vi a los seis años, disfruté con la lucha de cuadrigas donde un Charlton Heston (el noble Ben-Hur de Jerusalén), se batía el cobre con el malvado Mesala, encarnado por Stephen Boyd.
William Wyler se hizo más grande si cabe con una magistral dirección, con guion maestro de Karl Tunberg, adaptación de la novela homónima del militar y escritor estadounidense Lewis Wallace. Todo el entramado pone el subrayado en los serios y poderosos conflictos de los personajes de este relato heroico y emocionante.
Los actores principales estaban de maravilla, empezando por un Heston en el zénit de su carrera, espléndidamente acompañado por actores de primera fila como Jack Hawkins, Stephen Boyd o Hugh Griffith, un reparto de lujo.
Esta es una de esas películas que están prácticamente por encima del propio cine. Un esplendoroso logro donde además de gente de cine, trabajaron otros artistas y artesanos: vestuario, decorados, los dobles, etc. Cinta grande, épica, intensa y espectacular que aún hoy puede ser visionada sin rubor.
NOÉ (2014). Noé es un personaje de la mitología judeo-cristiana, que tiene su Historia y su libro en el Antiguo Testamento. Sin embargo, con esta película, Hollywood se ha empeñó en colocarlo en un mundo tipo ciencia ficción, con paisajes desasosegantes y escenas angustiosas.
Al principio aparece un Noé apacible, que lo único que desea es vivir plácidamente con su pequeña familia, algo paradójico pues eran tiempos de tribu extensa. Por ahí empiezo en cuanto a errores crasos de carácter histórico-antropológicos, etc.
Además Noé no tiene por qué parecer una familia actual convencional, con señora amante a quien Noé besa apasionadamente en la boca, con hijos queridísimos, sin hablar de los atuendos: pantalones ceñidos y chaquetas entalladas que parecen sacadas de un desfile de modelos de Dolce y Gabbana.
Pero sigamos: entonces Noé recibe la misión divina de construir el Arca para poner a resguardo la creación ante un inminente diluvio. Pero Noé, a quien la tradición de las escrituras Dios encomienda reproducirse con su familia y repoblar la tierra tras acabar con los malvados hijos de Caín, dice que no, que lo que a él le inspira es no tener descendencia y que en él acabe la estirpe humana.
A todo esto, huestes y más huestes de los maléficos hijos de Caín atacan en tropel al pobre Noé. Aparece también Matusalén, que realmente no sé qué hace allí comiendo bayas y haciendo fértil a la yerma hija adoptiva de Noé, que menos mal que recupera la capacidad de procreación.
Para colmo y remate, para ayudar a Noé en todo, nada menos que una cohorte de supuestos ángeles como de piedra hacen las veces de robots o transformers tipo ciencia ficción, para deleite de la muchachada.
El director Darren Aronofsky construyó un insólito guion junto a Ari Handel e introdujo una música ad hoc de Clint Mansell y, eso sí, contrató la buena fotografía de Matthew Libatique.
En cuanto a las interpretaciones, nada tendría que decir de Russell Crowe (Noé) o Anthony Hopkins (Matusalén); a ellos les pagan por ponerse allí y hacer lo que les mandan y lo hacen dignamente; y un Ray Winstone, directo pariente de la estirpe de Caín, que hace lo imposible para impregnar de crueldad el escenario beatífico de los primos lejanos de Adán.
Mas si tengo que protestar es sobre todo por dos interpretaciones sobreactuadas y bastante mediocres, tales las de Jennifer Connelly y Emma Watson. El resto, de regular para abajo. O sea, que tampoco brilla en reparto esta película.
Sigo y ya acabo. Es una película sin orden ni concierto, carente del mínimo rigor en todo sentido, donde la versión del mito del Arca de Aronofsky es alucinante en el peor sentido; incluso se puede pensar que este hombre tiene un trauma infantil con esta historia.
En la peli, Noé puede ser un “blockbuster” plan superhéroe; una reflexión mediocre sobre el mal; un poemita sobre la creación; una protesta ecologista; un mal melodrama, etc.
Puede parecer una peli de dibujos, pero con señores y señoras reales; y también puede ser un plato indigerible. La verdad, yo me inclino por esto último.