El amor por los animales nos está llevando por caminos cada día más erráticos. He tenido y compartido vida con perros, y el mas bueno y educado, suele tener sus manías, costumbres e instintos, así, del mismo modo que alguno he tenido de suma confianza, otros era tal su naturaleza que evitaba dejar nada a su alcance. No podemos enfadarnos porque un animal haga cosas propias, y si extrañarnos cuando hace cosas más propias de humano que de perro.

Llegados a este punto, nuestra sociedad considera dañino el humo, molesto para la salud, de olor desagradable para algunas personas, insoportable y un peligro. Hemos llegado al punto de que, incluso paseando por la calle, alguien puede sentirse molesto por ello y exigirnos en deponer nuestra insensible costumbre de fumar. Sin embargo, actualmente dejar al perro esperando mientras entramos en una farmacia puede ser constitutivo de delito.

Hemos humanizado y dotado de tantos derechos a nuestras mascotas que todos, sin excepción debemos aguantar que un animal, como animal que es, se cague en medio de un restaurante, son cosas de animales, y si le entra un apretón, y la tiene suelta, pues nada, ambientazo.

Los comercios no se quedan atrás, y es normal pasear por Zara, por poner un ejemplo, oliendo a lo que huelen los perros, y si levanta la pata, pues nada, a probarse un pantalón meado.

Alguno me puede considerar exagerado, pero igual de dañino es un fumar pasivamente, que compartir los gérmenes, pasivamente, de animales en lugares en los que en teoría no debería correr uno esos riesgos.

Los animales son eso, y lo dice alguien que los considera de la familia, que ha dormido con ellos, que ha entrado en bares, no ahora, de siempre, con sus amigos de cuatro patas, pero con el permiso de todos, que ha paseado por las playas, y que, en su día, antes de fumar en un restaurante, preguntaba si les molestaba a los comensales, y si había niños, ni preguntaba, simplemente se esperaba.

Hoy me puedo comprar un mastín, llevármelo a un buen restaurante, dejarlo que se cague y se mee a placer, amarrarlo, pero dándole con el rabo a la señora de al lado, y sin embargo, si me quiero encender una pipa, puedo ser detenido como el más vil de los delincuentes contra la salud pública.

En fin, que cada día tengo más claro porque motivo no nos visitan seres de otros planetas.