Freud fue una de esas figuras científicas que marcó el devenir del siglo XX y aún hoy es base de discusiones, polémicas y aportaciones nuevas a la teoría llamada “psicoanálisis”, que tiene en su centro el estudio del inconsciente.
El psicoanálisis de Freud ha sido un tema atractivo para el cine pues, además de una teoría psicológica, es también una forma de terapia de los trastornos mentales; e igualmente una manera de analizar la vida, la cultura y la sociedad. No en vano fue una de las teorías más revolucionarias e influyentes nacidas en el siglo XX. Hay muchas películas sobre el tema: El vendedor de tabaco (2018), de L. Trafikant; Un método peligroso (201D. Cronemberg; o Recuerda (1945), de A. Hitchcock.
Para aproximarnos a tan portentosa figura, hoy comentaré dos películas: La última sesión de Freud (2023), de M. Brown; y, Freud, pasión secreta (1962), de J. Huston.
LA ÚLTIMA SESIÓN DE FREUD (2023). Obra muy interesante, en línea intelectual, psicológica e incluso teológica y vital, dirigida por un solvente Matt Brown. El título hace alusión al momento en el que el psicoanalista decide que se ha cumplido el ciclo y que el paciente ha terminado el tratamiento.
El mismo Freud escribió un artículo, “análisis terminable e interminable”, que, si tuviera que resumir, diría, parafraseando al mismo Freud que hay tres cosas que no tienen final: la educación, la política y el análisis.
Pensemos que Freud, al haber sido el padre del psicoanálisis, no tuvo nadie con quien psicoanalizarse, salvo él consigo mismo (“autoanálisis”).
Enmarque histórico
Está ambientada en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, cuando Freud, ya al final de su vida invita a Lewis a un debate sobre la existencia de Dios y docenas de asuntos más.
Habla del encuentro en sí, a la vez que se explora la relación de Freud con su hija Anna, a la sazón lesbiana y con pareja, Dorothy Burlingham (excelente Jodi Balfour) y el romance poco convencional de Lewis con la madre de su mejor amigo muerto en la guerra.
Recuerdos infantiles y juveniles
Por medio de imágenes de situaciones pretéritas aprendemos de cada personaje sus experiencias vividas. Está la infancia de Freud, con un padre judío severo y exigente, su vida en Viena como investigador y psicoanalista, y la difícil relación con su hija Anna, que acaba abrazando el psicoanálisis y psicoanalizándose con su padre.
De Lewis somos testigos de sus recuerdos infantojuveniles, de sus paseos por el bosque; de su tiempo en el campo de batalla en la I Guerra Mundial y su amistad con Paddy Moore, con quien hace la promesa de que quien salga con vida, debe regresar y asegurarse de atender a la familia.
Paddy muere y Lewis cumple esa promesa sobradamente, metiéndose en una complicada relación sexual con la madre de Paddy, Janie Moore (Orla Brady).
Autoría del guion y dirección
Mark St. Germain es el autor de la obra teatral que alumbra este filme que dirige M. Brown. Sostenido por un sugestivo guion del propio Germain, mantiene en vilo al espectador con una bien dosificada esfera de ideas y reflexiones de estos ilustres pensadores: Freud (Hopkins) y C.S. Lewis (Goode), un teólogo cristiano anglicano, medievalista, y escritor reconocido por obras como Las crónicas de Narnia.
Están también en la trama Anna Freud (Fries), la hija, psicoanalista importante en el terreno de la infancia, y el biógrafo del maestro Ernest Jones (Northam), galés, primer psicoanalista británico, que pretendía inútilmente a Anna.
Reparto
En el reparto las dos interpretaciones principales y el casting no podrían ser más acertados, con un Anthony Hopkins que hace suyo un Freud creíble y sensacional, creado por el propio actor seguramente. Matthew Goode encarna a C.S. Lewis muy bien. Ambos contrastan, debaten y reflexionan sobre sus respectivos puntos de vista.
Entre los secundarios vemos a una eficiente Liv Lisa Friess como Anna Freud, Jodi Balfour como Dorothy Burlingham, Stephen Campbell Moore como JRR Tolkien o Jeremy Northam como Ernest Jones. Grandes actores.
La existencia de Dios
Cuando se debate el tema de la existencia de Dios, entre Freud y Lewis hay acuerdo en ciertos puntos. Comparten la admiración por grandes escritores, como Milton, y ambos dan a entender que la cuestión de la existencia de Dios es de vital importancia para el ser humano.
Freud aporta un argumento psicológico: Dios es una proyección de un deseo infantil de protección del padre, y afirma que toda creencia religiosa no es más que la satisfacción de un deseo.
Duelo de titanes
La forma que adopta este intercambio Freud-Lewis, la confrontación entre dos posiciones opuestas y los diálogos, tienen gran valor. Una sucesión de intercambios dialécticos en un encuentro de ideas que evidencia las contradicciones de ambos puntos de vista, sus fortalezas y flaquezas.
Mientras que Freud confiesa cómo es su relación con Anna, su hija lesbiana, Lewis tiene que admitir también, no sin cierta incomodidad, toda una serie de contradicciones íntimas respecto a su pareja, la madre de su mejor amigo, Janie Moore.
Conclusión
Es meritorio el esfuerzo de Brown, por momentos exitoso, de hacer cuanto está en su mano para que toda esta maniobra intelectual dialogada sea visualmente interesante.
Lo logra en gran medida, siendo que es tarea difícil para un filme centrado en las ideas y las reflexiones. Y hay que estar atento todo el tiempo. Al salir de la sala es como si hubieras corrido una trepidante maratón… de ideas.
Pero eso sí, quien vaya a ver esta cinta que se prepare para someterse a este fascinante encuentro donde hallará mucho material para la deliberación o para debatir a posteriori.
Más extenso en revista ENCADENADOS.
FREUD, PASIÓN SECRETA (1962). Corre el año 1885 en Viena, a la edad de 29 años, Sigmund Freud (Clift) se permitía rebatir a su maestro Theodor Meyniert, neurólogo y psiquiatra alemán. Pronto, Freud se asoció a Josef Breuer (Parks), y se convirtió en un experto sobre las neurosis de conversión con su obra de 1895: Estudios sobre la histeria.
Después vendrían sus estudios sobre el hipnotismo, la teoría sobre la neurosis y su obra La interpretación de los sueños (1900), donde empieza a aplicar el método de la Libre Asociación para analizar las producciones oníricas a las que considera la vía directa al inconsciente. No tardaría en convertirse en una personalidad cumbre en el panorama científico e intelectual del siglo XX.
Bajo la batuta de un brillante John Huston, trata la cinta sobre lo que nuestro director describe en su prólogo de manera portentosa como "el descenso de Freud a una región casi tan negra como el infierno mismo, el inconsciente del hombre y cómo dejó entrar la luz en él". Huston evoca el relato con una adecuada sensación de asombro, admiración y sobrecogimiento.
La extraordinaria dirección de Huston tiene un impecable guion de Wolfgang de Reinhardt y Charles A. Kaufman, supervisado por Jean-Paul Sartre. Llamativa música Jerry Goldsmith y gran fotografía en blanco y negro de Douglas Slocombe, capaz de crear una atmósfera sugerente.
Un pilar fuerte del filme está en el reparto, con actores y actrices de primer orden. En su penúltima aparición en la pantalla, un enfermo, pero impresionante Montgomery Clift interpreta al joven Freud, que desafía al establishment médico, pasando de la hipnosis al psicoanálisis y desarrollando sus teorías revolucionarias, especialmente sobre la sexualidad infantil y el complejo de Edipo.
Susannah York y David McCallum interpretan a dos pacientes clave, la primera a Cecily Koertner, su neurótica más inquietante, y la York transmite conmovedoramente el precio tormentoso del autoconocimiento de esta mujer. Larry Parks, interpreta a Joseph Breuer, el colega y amigo de Freud. Participan también Susan Kohner, Eileen Herlie o Fernand Ledoux, entre otros.
La trama también se centra en la relación entre Freud y el médico Josef Breuer, quien fue un precursor del método psicoanalítico. Pero su amistad con Breuer se complicaría debido a sus diferencias científicas y filosóficas.
A medida que la película avanza, vemos cómo Freud escandaliza a la comunidad médica al afirmar que las emociones reprimidas emergen durante el proceso del sueño y de los lapsus o pequeños fallos que cometemos en la vida cotidiana. O sea, el inconsciente se oculta por debajo de nuestras acciones. No somos pues libres, hay fuerzas ocultas que nos dirigen sin nosotros apercibirnos de ello.
Película inteligente que combina conocimiento y entretenimiento. Nos invita a reflexionar sobre la mente humana, la psicología y la revolución que Freud desencadenó en el campo de la salud mental.