Durante mucho tiempo pensé que Radio Puerto tenía un par de oyentes, y ellas saben a quienes me refiero, así como algún despistado, que buscando buena música, llegaba, por casualidad, a sintonizar con dicho medio. Mi sorpresa, a lo largo de los años, me demostró lo contrario, pues no pocos me dicen, me critican y nunca me alaban, aunque si se ríen, con el programa en el que colaboro, y de cuyo nombre, ni quiero acordarme.

Durante todo ese tiempo que llevo de colaborador, como otros muchos al igual que yo, el único interés es pasar un rato divertido, y a veces, muchas veces, cuesta, porque o no tienes ni cuerpo ni ganas, o simplemente tienes mejores cosas que hacer pero que decides dejar para cumplir con el compromiso.



Durante todos estos años han sido varios los gobiernos locales, concretamente dos, como en España, en donde o gobiernan unos o gobiernan otros, y en todo ese tiempo, ni los unos, ni los otros han reprochado, orquestado, exigido o insinuado absolutamente nada, ni por un lado, ni por el otro, todo sea dicho.

Sus problemas financieros, que son comunes casi desde sus comienzos, siempre han encontrado el amparo del gobernante de turno, que por una cuestión romántica o interesada, han decidido que era mejor la continuidad que el cierre. Que ni decir tiene que dependiendo quien ocupe el trono los que controlan noticias y la “actualidad” son de uno u otro color, vamos, nada nuevo bajo el Sol, y aun así, cuando coincidimos varios colaboradores o profesionales, si que se nota el pie del que cada uno cojea, y sinceramente, todos somos cojos, pues todos tenemos nuestra tendencia.

Cada cual escucha lo que mas le conviene, pero hablar de politización de los medios a base de talonario es tan ridículo como el considerarnos a algunos profesionales de la información por soltar cuatro chorradas. Por supuesto que nada que objetar a la libertad de expresión, al cruce de acusaciones, y mucho menos al estúpido juego de nuestro actual sistema político, mas pendiente de buscar el fango ajeno que el bien común. Y es que, al final la política, es como el ejército, en donde lo abundante son los generales parapolla que no pasaron de cabo rojo, pero vamos, no por falta de méritos, sino por culpa de un sistema corrupto que no los dejo ocupar el puesto que en realidad les correspondía.