En mis múltiples pasos por la ciudad, coincidí con la celebración de la festividad de la Feria. Pero, el pasado año la viví, todo comenzó con el exorno de las calles del centro, me encantó ver esas portadas imitando a las casetas de feria, y los balcones con esa prenda tan fascinante, el mantón.

Me gustó más el ambiente que viví posteriormente. Entré de lleno en una celebración que jamás viví de cerca. Puedo decir que durante esos días pasé más tiempo en el recinto ferial que en mi propia casa. Y sí, reconozco que todos los días llegue en un estado, digámoslo así, alegre.

Monté en carroza tirada por caballos, y por supuesto me negué a colocarme un precioso sombrero, aunque mis amigos insistieron, aunque creo que el ambiente se ofrecía para reír, y reírse de mí, no me importó. Tampoco me importó bailar. Ni de joven había bailado en las discotecas, pero aquello era un poco mágico.

Aunque insistían en que me dejasen en paz, fueron varias las amigas que me enseñaron el secreto, seguir el ritmo y los giros fijándome en la compañera de baile, más que en tratar de seguir la técnica y el orden de los pasos.



Me divertí como nunca, bailé y bailé (decían que pegaba saltitos), y bebí, reí, y fui feliz. Reconozco que sanamente me desinhibí, y puedo asegurar que me decían que era gracioso y no lo hacía del todo mal, espero mejorar este año.

Sin conocer la tradición, ni si es en fecha exacta a o no, mi amigo, que reconozco, veo que protesta por todo y le encanta polemizar, me dice que este año es tarde y está mal. Mi único interés y deseo es que vuelva a repetirse, cuando sea, pero que se repita aquella fiesta.

Ni recuerdo si el año pasado hizo calor o no, de lo único que me acuerdo es que no deseaba que acabase nunca. Y este año, me da igual si es en junio, julio o agosto, y me alegro cuando me dicen que es a primeros de junio, y que quedan solo días para que regresen esos maravillosos días de luz, color y belleza, porque reconozco que son días de belleza, de ver a todas las mujeres acicaladas, vestidas con esos hermosos trajes bailando, y que más hermosos es todo cuanto más tiempo pasas en el recinto reservado para el evento.

Para mí, la ciudad me ofrece muchas cosas, todas y cada una de ellas maravillosas en su momento, y sé que si fuera todos los días lo mismo me cansaría y terminaría por aburrirme, además, acabaría mal, porque me gusta beber vino, y cuando me lo ofrecen rebajado con gaseosa no me gusta tanto, así que imagínense pasarme aunque sea un mes a ese ritmo.

A mis amigas les prometo fijarme este año en cómo se baila, porque trataron de enseñarme pero me veía ridículo, aunque sé que estando allí, los pies se me van solos, y estoy deseando bailar… como dice la canción, cara a cara. Viva la Feria.