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Hoy toca hablar de algunas películas de un director, guionista, productor y actor, que es ya historia del cine, el alemán Win Wenders (1945). Estudió parcialmente medicina y filosofía y en algún momento quiso convertirse en sacerdote.

Su primer largometraje lo realizó al acabar la carrera, Summer in the City (1971), sobre la constante búsqueda de la identidad mediante el viaje; le siguió El miedo del portero ante el penalty, 1972, sobre una novela de Peter Handke, que ya sería asiduo en sus filmes.. Desde entonces hará una película al año.

Además de largometrajes, Wenders también ha tenido una importante actividad como director de cortometrajes, de documentales y de programas para la televisión.

Hoy hablaré de tres obras suyas: Perfect Days (2023); El Papa Francisco: Un hombre de palabra (2018; y París, Texas (1984).

PERFECT DAYS (2023). Obra que va in crescendo justo cuando todo presagia su desaparición. Película, en fin, que duele en cada una de sus celebraciones; que reivindica el valor de la rutina en cada día.

En ella Hirayama (Yakusho) es un hombre plenamente satisfecho con su sencilla vida de modesto operario de limpieza. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta también de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos con una cámara analógica. Una serie de encuentros inesperados nos revelan más sobre su pasado.

Esta cinta nos devuelve lo mejor de Wim Wenders, quien propone un ejercicio de cine tan transparente como intenso y emocional, cine oportuno que está vinculado directamente al cine del japonés de Yasujiro Ozu, cine que impregna y que se reencarna en cierto modo en esta sensacional obra (sabemos de la admiración de Wenders por Ozu y su documental “Tokyo-ga”).

En la historia Hirayama es un encargado de limpiar los lavabos públicos de Tokio, un señor que ha decidido pasear interiormente por los pequeños detalles de la vida, para disfrutar de algo que es lo más parecido a la felicidad.

En su metódica vida, Hirayama escucha la música que le gusta, que es la música de Wenders: The Animals, Patti Smith, Nina Simone, Lou Reed…; y lee libros baratos de Faulkner y otros. La inopinada visita de su sobrina a quien no ve desde hace mucho, hace que emerjan dudas sobre su pasado.

Estupendo Kôji Yakusho quien en su trabajo quiere buscar una reconciliación consigo mismo, viviendo lo que le ofrece el presente. Como le apunta a su sobrina: “aproximadamente es aproximadamente, y hoy es hoy”. Es decir, vivir el día a día, el momento a momento, disfrutar de las pequeñas labores, de pequeños gestos y rituales, eso es todo, y es mucho. El trabajo de Yakusho transmite una serenidad y una sabiduría admirables. Acompañan otros actores y actrices como Arisa Nakano, Tokio Emoto, Yumi Asou o Sayuri Ishikawa.

Es una obra que reflexiona sobre el valor de la rutina, el arte, la música y la fotografía, con un tono poético y contemplativo.

La película ha sido muy bien recibida por la crítica y el público, y ha sido seleccionada para representar a Japón en los Óscar como mejor película internacional. Algunos la consideran el retorno de un Wenders que ya creíamos olvidado, y otros la elogian como una imprescindible película placentera sobre la cotidianeidad.

Joya del cine contemporáneo, que combina la sencillez con la profundidad, y que ofrece una experiencia sensorial y emocional única.

 

EL PAPA FRANCISCO: UN HOMBRE DE PALABRA (2018). La película es un documental sobre Jorge Mario Bergoglio, conducido por la sabia mano de Win Wenders, documental que habla desde antes de ser elegido Papa, el número 266 de la Iglesia Católica.

El mundo quedó sorprendido de esta elección por ser el primer papa suramericano. También por ser el primer Papa jesuita, una orden “avanzada” y por lo común en la vanguardia. Y también Bergoglio es el primer Papa que elige el nombre de Francisco, en honor a uno de los santos más emblemáticos de la cristiandad: el humilde, pobre, conciliador y gran revolucionario-reformador Francisco de Asís (1181-1226), que a partir de una experiencia mística decidió vivir toda su vida en la suma pobreza, a lo que unió su amor intenso y sentido por la naturaleza toda: la “Hermana Tierra”.

La dirección de Win Wenders sabe recoger, dentro de su tradición documental, los momentos cumbre del papado de Francisco, un hombre con una enorme capacidad de comunicación y un carisma inapelable idóneo para transmitir el valor de la caridad con tal potencia de sensibilidad, que hace llorar a los más curtidos políticos del senado Norteamericano, y por supuesto a muchos espectadores que van a la sala a ver esta vibrante cinta.

Un Papa que mira fijamente a la cámara seduciendo al espectador como seduce a sus feligreses e incluso los que no lo son; e igual ocurre a lo largo y ancho del mundo, en sus viajes y prédicas. Francisco defiende y manifiesta su amor por los pobres, menesterosos y excluidos, muestra su preocupación por la Tierra a la que califica como la más pobre entre los pobres, dado el mal trato que recibe de un hombre endiosado que la sobreexplota y desatiende. Y se muestra tajante contra los pedófilos en el seno de la iglesia, en ocasiones amparados por el poder.

El director alemán hace una larga entrevista a Bergoglio, marcada por el contrapunto constante de su acción pastoral en el mundo, sin réplica al entrevistador. Francisco muestra su gran magnetismo y credibilidad en cuanto dice (“un hombre de palabra”).

Es tan franco y directo, que por momentos puede parecer que Wenders retrata la vida de un santo, como que hiciera de hagiógrafo de un hombre que canta verdades indiscutibles, que dice lo que siente y piensa, y que tiene su sonrisa dispuesta cuando abraza a niños o tullidos, o atiende a las multitudes. Papa que rompe con las frases hechas y los lugares comunes y que cuando se acerca a los más frágiles entre las multitudes que le veneran, lo hace de verdad. Un Papa poco común.

El guion también de Wim Wenders está bien organizado y en las dos largas entrevistas con Francisco, Wenders presenta a un hombre de enorme tolerancia, que explica lo más profundo desde territorios de sencillez, con llaneza y naturalidad, para que hasta un niño lo entienda.

Bien la música de Laurent Petitgand y la fotografía Lisa Rinzler, amén del montaje de una cinta hermosamente rodada y editada.

Película que deviene ineludible reflejo del poder de seducción de un hombre que es líder de millones de católicos en el mundo y que incluso va más allá de las fronteras del vaticanismo. Wenders, de forma sobria, nos ofrece un íntimo acercamiento a Francisco sin mediadores e incluso casi sin pantalla. Es la película de un respetuoso admirador del personaje, que se expresa en una entrevista que no deja asomar sombra de duda tras los discursos que filma durante más de una hora y que a veces –lo digo como anécdota- contradice las palabras del Pontífice: “Habla poco, escucha mucho”.

Pero bueno, esto es cine documental, tampoco podemos pedir una entrevista plagada de réplicas y contra-réplicas cuando además, lo que el Papa dice son aportes que pueden ser universalmente aceptados: no a la exclusión, cuidado del planeta Tierra, no a las armas de destrucción masiva, apuesta por los pobres, el inexcusable valor de la mujer en el mundo, labor de reforma y la contra por parte de los círculos más conservadores del Vaticano, etc.

La filmación acaba cuando el Papa Francisco apela a algo que la Iglesia y el cristianismo en general han tenido casi siempre fuera de la esfera del apostolado e incluso de su tradición: ¡el humor! No hay más que recordar la novela de Umberto Eco o el filme de basado en la misma, “El nombre de la Rosa” del director Jean-Jacques Annaud.

Pues bien, por fin un Papa hace gala de su excelente “humor” citando la oración del Buen Humor de Santo Tomás Moro, que empieza así: “Concédeme, Señor, una buena digestión / Y también algo para digerir”.

Es una cinta que recoge el testimonio de un Papa comprometido con su prédica, lo cual se expresa en su propia vida y hechos, en el mensaje cristiano del amor a Dios y al prójimo. El amor por encima de todo y los pobres por bandera.

 

PARÍS, TEXAS (1984). Un hombre desorientado y perdido por el desierto de Texas. Sin memoria, pasado ni futuro; cuando llega su hermano a la historia, intenta que recuerde su vida cuatro años antes, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. Cuando lo consigue, el hombre sólo desea que rehacer su existencia.

Película emotiva, dramática, elegante y con un afán por experimentar de parte de Wenders, conducido por un memorable guion del escritor-dramaturgo Sam Shepard, que crea los personajes del film donde aborda los márgenes entre los hombres y lo que éstos dicen.

Gran fotografía de Robby Müller (un verdadero hechicero de la luz) y excelente música de Ry Cooder. Película multipremiada y multinominada (p.e. Palma de Oro en Canes o nominada en los Globos de Oro).

Goza de un gran reparto donde destaca el memorable Harry Dean Stanton (el hombre perdido), la bella Nastasia Kinski (la joven esposa desaparecida), Aurore Clement (la cuñada), Hunter Carson (el niño) o Dean Stockwell (el hermano), todos inmensos desplegando un increíble repertorio interpretativo, incluido el niño, tan natural en su papel.

Intensa, conmovedora, con cierta vaguedad narrativa es una de esas obras clave, exquisitas y agudas sobre el tema de la familia. La cinta está más interesada en explorar las emociones que en contar una historia. No es una cinta sobre personas desaparecidas, sino sobre sentimientos perdidos. Las imágenes en la película muestran personas enmarcadas por las vastas e impersonales formas de la arquitectura moderna.

París, Texas es una “road movie” y una película muy querida por Wenders; es también, bajo sus adornos urbanos, una historia de hombres despreocupados que recorren la frontera para restaurar el orden doméstico en un mundo desequilibrado.