“Más de uno piensa que somos pareja de hecho”, bromea Manolo Casal, y Modesto Barragán remata que más bien son “una pareja de desecho”. Los dos conocidos profesionales de Canal Sur acababan de arrancar la primera risa al numeroso público que se dio cita el pasado viernes en la bodega Osborne para asistir a la puesta de largo portuense de Generación Tangai, un volumen editado por ediciones Alfar donde se narra con ritmo de tres por cuatro la aventura periodístico-etnográfica (ahí queda eso) de estos veteranos comunicadores y su decisiva contribución a la difusión a nivel nacional, e incluso internacional, del carnaval gaditano.

Antes de que se pusieran de pie para desgranar detalles de cómo se fue hilvanando un libro escrito a dos manos  -pero que cuenta con valiosas aportaciones como las de Antonio Martín, Adela Del Moral o el desaparecido Juan Manzorro- habían sido presentados por Enrique Iglesias, concejal de Cultura y Educación, y saludados con palabras de agradecimiento por Joaquín Albert, un nombre imprescindible de históricas agrupaciones del Puerto, a quien se pudo ver dichoso y emocionado al igual que a otros destacados copleros locales sentados en el auditorio.



El eco mítico de los más viejos de esos artistas, y los que vinieron después, justificaron, en expresión de los dos periodistas, la necesaria cita con la afición porteña para contarles, y aun cantarles, los avatares de dos jovenzuelos que desde la radio de finales de los ochenta –que Modesto Barragán soñó en colores- saltaron a las pantallas de la televisión con un espacio casi de relleno veraniego que se llamó El ritmo del Tangai y que descorrió las cortinas, inicialmente para toda Andalucía, de una fiesta hasta entonces patrimonio de la capital gaditana y de algunos puntos de la provincia.

El resto ya es historia más o menos conocida: la onda expansiva del contacto con el alma de esa manera de relatar, sentir y celebrar la vida fue extendiéndose, y el mundo se volvió pequeño para coros, comparsas, chirigotas y cuartetos.

El resultado no es sólo cualitativo –haber acuñado toda una marca-, sino también contable en cifras: tres medallas de oro de Andalucía son autores carnavalescos, una cátedra en la Universidad de Cádiz, un buen puñado de tesis doctorales, la creciente edición de libros que se acercan al fenómeno desde diferentes disciplinas, una parcela propia como género musical en la SGAE, y miles de adictos a pasodobles y cuplés repartidos por todo el planisferio. El acto, ameno y genial como sus conductores, acabó con el dorado colofón de los dos fenómenos portuenses más señeros ligados a la fiesta.

La comparsa de los Gitanos interpretó la presentación de El Tronío de Cádiz, segundo premio en el Falla, y también estuvieron presentes en la voz de Noelia De Los Ríos, que puso los vellos de punta recordando un pasodoble de La Guapa de Cádiz. Cerraron el acto los Majaras, ahí es nada, con la presentación de Los Simios y el Cuatro de diciembre de Raza Mora, dos comparsas de cuando las coplas solo llegaban a través de los transistores y  Modesto Barragán y Manolo Casal eran apenas dos adolescentes entusiasmados por el Carnaval.