Desde que el mundo es mundo, conocido y documentado, la historia se llena de héroes, villanos y políticos. Lo correcto o lo incorrecto es excesivamente subjetivo, y, gracias a Dios, evolucionamos, cambiamos de pensamiento y nos atascamos o avanzamos en el paso de la historia.

Sin dejar de reconocer el cinismo de quien dirige el país, la verdad es que no pasará nada, las protestas se terminarán callando, pasarán otras cosas que eclipsarán las felonías, y al final, cada mañana, en mi caso, sobre las seis y media, el reloj nos avisará que debemos levantarnos.

La vida es como una partida en donde el azar nos entrega unas cartas, y da igual si a la baraja se le añaden nuevos inventos, si en lugar de sotas tenemos reinas o caballos, o si metemos mas comodines, al final, todos usaremos la misma baraja.



Las artimañas, más rastreras o menos según de lado donde se miren, apenas nos afectarán en el vivir cotidiano, y, aún así, nos marcará, y por supuesto, en su momento, podrán pasar factura a quien si le afecte.

Lo más destacado de todo quizás sea el que el acicate mueve conciencia, hace que el debate se lleve a la calle, y quienes pasan, algunos, terminan por alzar la voz, quizás ya demasiado tarde. Eso nos lleva a culpabilizar a quienes compartan ideas, algo igualmente absurdo, pues realmente, lo ocurrido tiene más que ver con la ambición que con la idea política, dejando claro para todos que lo que importa no es el pensamiento, sino el ganar.

No me imagino a ninguna persona de esta ciudad, militante, votante o simpatizante del PSOE, que asuma de buen grado lo que ocurre en los despachos de Madrid, quizás callen, por respeto o disciplina, quizás, con la boca pequeña justifiquen el tema, pero por ninguna cabeza se le pasa la comprensión de que sus ideas tengan algo que ver con las de la burguesía más conservadora de Cataluña, y gracias a la cual, verán sus ideas sentadas en el gobierno.

En fin, el fin justifica los medios, por muy asqueroso que a veces nos pueda parecer.