Provengo de una zona en donde el otoño, y la festividad de todos los Santos, era un comienzo importante, comenzaba, en muchos pueblos y ciudades, las temporadas de festivales, en el terreno gastronómico, la castaña cobraba protagonismo, y muchos restaurantes cocinaban usando ese fruto. Los cementerios se llenaban de gente que acudían a visitar y limpiar las tumbas de sus seres queridos.
También había fiestas, que aprovechaban los lugares en donde se consumen copas, discotecas, y demás, eventos que animaban las ventas, porque, como en casi todo el mundo, la presencia de americanos dejo la huella de sus festividades. Nunca me molestó, pues esas fiestas tenían carácter privado, eran una forma de atraer negocio, la excusa para organizar bailes y fiestas temáticas, todas ellas, vistas de forma privada.
En estos días asisto atónito a que, en la provincia de Cádiz, y no solo en nuestra ciudad, los ayuntamientos aprovechan para organizar, fomentar, festejar esa tradicional fiesta pagana, cuyo nombre me cuesta pronunciar. No me ofende, no es algo que se me imponga, y la afluencia de gente demuestra que tiene buena acogida, además se organiza unos eventos gastronómicos que son más de mi agrado.
Supongo que los ayuntamientos se suman al tirón de algo para movilizar a las masas, para potenciar el consumo en bares, para sacar a gente a la calle, y teniendo en cuenta que no a todos les gusta la Semana Santa, no me parece ni bien ni mal.
Lo cierto es que la sociedad ha cambiado, y prefiere salir a la calle a divertirse que ir a un cementerio a limpiar tumbas, cosa que considero que debe hacerse todo el año, y no solo en una fecha en concreto, pues nuestros muertos no se moverán del lugar en donde están.
Por mi parte no me siento cómodo con esa temática de miedo, con un festejo tan tétrico, pero esto es lo mismo que una película de miedo, jamás veré una, pero no puedo sentirme ofendido porque haya personas que paguen dinero por sentarse frente a una pantalla por sentir angustia.
Ni me ofende ni me agrada, pero hasta ahí creo que se puede opinar, pues ni es propio que los católicos digan que esta fiesta no es la suya, pues nadie se la impone, ni es normal que los que disfrutan de ella digan que la Semana Santa debería ser privada y no ocupar las calles.
Creo que a todos nos queda mucho camino hacia la convivencia, y el respeto a que cada cual disfrute lo que quiera es algo que entiendo necesario.