Estamos ya viviendo el nuevo evento de la concejalía de Fiestas, la de fiestas, que se debe encargar de las fiestas, porque entiendo que hay otras que se encargan del mantenimiento urbano, otras de la asistencia social y una para cada uno de los problemas que tiene esta ciudad a la que adoro. Pero quiero hablar del último evento de esa concejalía en especial.
Parto de la base de que no participaré, ni vestido de la adorable niña de caperuza roja, y tampoco del Lobo, aunque siempre fue un personaje que me cae simpático. Para mí la fiesta de Halloween siempre fue cercana, tengo amigos anglosajones que celebran sus particulares fiestas, a las que acudo, cuando voy, con una simple capa y una máscara, porque no me gusta desentonar, y al menos así no me siento ridículo.
Todos ellos, hasta hace unos años, me hablaban de Rota, y sobre todo de San Fernando, pero en estos últimos años solo me hablan del buen ambiente que hay en El Puerto, mucho de ellos son de aquí, muchísimos, aunque no nacieron, están igual de a gusto en esta ciudad y sienten esa festividad así, y se alegran de la diversidad cultural, de poder vivir la tradición española de culto a las personas fallecidas, y vivir ese desenfado que quiere burlar a la misma muerte.
Después del espectáculo vivido el pasado año, que fue el primero que viví en persona, me quedé asombrado, molesto por ver el centro con tanta gente, como si fuera un Carnaval, y alterando mis paseos y tranquilidad del centro, pero aplaudiendo ver vida y color, eso sí, negro, abarrotando las calles.
Este año parece ser que el color será el rojo, y como portuense, pues ya me considero así, mi pequeño orgullo de ciudadano me ilusiona. Y me ilusiona que este año ocupemos más atención que la vecina ciudad de San Fernando, porque, al fin y al cabo, esas luchas entre ciudades son buena, ojalá todos nuestros enfrentamientos sean el lucimiento, la sana pugna por ser mejores que el vecino. Y por supuesto que a quien no l guste puede decirlo, pero sin odio y difamación, a mí, por ejemplo, hay muchas cosas que no me gustan, como el futbol o la semana santa, y no se me ocurre criticar a quien lo viva, aunque tengo una semana de olor a iglesia y tambores bajo la ventana de mi casa. Aunque me temo que quizás, mi opinión sobre la exaltación de la Pasión me va intrigando, el Futbol no.