Recuerdo con nostalgia aquella canción del Dúo Dinámico, una canción que ni siquiera era de mi generación, pero que siempre me gustó, porque servía para ponernos en situación de situaciones múltiples. Hoy, en una jornada de reflexión, me apena ver cómo la crispación se adueña de un gran sector de la población. Se puede estar más de acuerdo o menos con un partido o una idea, se puede tener, es más, se debe tener, una visión distinta de las cosas.

El pensamiento único nunca es bueno, porque no enriquece, ni las mentes ni los bolsillos. Pero las cosas han cambiado, por primera vez en España hemos tenido un régimen sin consenso, porque nadie podía consensuar nada con gente tan ruin. Hemos pasado, y lo digo en pasado porque no hay suficientes come pagas para que los vuelvan a aupar al gobierno, por un periodo en el que no ha sido cuestión de izquierdas o derechas, ha sido un periodo donde la lucha se ha centrado entre los que trabajan y los que quieren vivir de los que trabajan, sean de derechas o de izquierdas; un periodo en donde mujeres a las que nadie se atrevería ni a mirar han acosado y acusado al género masculino de ser una animal sin sentimientos, por el simple hecho de ser un hombre; han cosificado al ser humano distrayéndolo con zanahorias de subidas de sueldo que al final han resultado una falacia, pues el poder adquisitivo se ha hundido, mientras ellos han pasado de la miseria a nadar en la abundancia, pero con todo el cinismo del mundo.

Han tratado de dividirnos entre buenos y malos, entre rojos y azules, cómplices de una guerra olvidada pero productiva para distraernos. Ahora en su agonía, tratan de asustarnos, hablando de ultraderecha, de fascismo, de ridículos miedos en los que ya nadie cree. No creo en la democracia, pues me parece un sistema imperfecto, y buena prueba de ello es lo que hemos sufrido en estos años, pero no hay otro. No creo en una libertad condicionada al cumplimiento de normas doctrinales que impone una sociedad porque si, alejadas, a veces, de la razón, e impuestas por un modo de vida, lo compartamos o no, pero la convivencia tiene un precio.

No creo ni en la izquierda ni en la derecha, pues prefiero el sentido común, y hacer las cosas porque  sean necesarias, no porque mando, o negarme porque no mando, pero es necesario tomar partido. No creo, no creo en muchas cosas, pero sí confió, y creo, en el sentido común, y es necesario que de una vez por todas lleguen a representarnos personas con sentido común, sean del color que sean, no oportunistas sin formación ni experiencia que ven en un escaño un medio de vida fácil y oscuro, pero va llegando 'El final del….'