“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

Para las personas mayores los recuerdos de su vida ya vivida son una justificación vital. Los mayores, demasiado identificados con las pérdi­das de perso­nas, trabajo y profesión, y épocas más felices y activas, tienden a recordar su pasado. Que sean escuchados les ayuda mucho a su salud a todo nivel. De esto van las películas de hoy: Un paseo con Madeleine (2022), de C. Carion; y Mis tardes con Margueritte (2010), de J. Becker.

UN PASEO CON MADELEINE (2022). Película sobre la memoria en la vejez, los recuerdos. Mario Benedetti escribió un libro: "El olvido está lleno de memoria", como que el olvido es un gran simulacro repleto de fantasmas. Nadie puede olvidar, aunque lo quiera. Cuando se levanta la barrera del olvido aparecen recuerdos que fueron tiempos vividos, los que fueron enhebrando el tiempo de la vida.

Hay un fenómeno en Psicología de la vejez denominado “reminiscencia”, la capacidad que los mayores tienen para recordar y relatar hechos, actos o vivencias del pasado de manera vívida. Esta posibilidad permite reafirmar la autoestima cuando declinan nuestras capacidades.

La “reminiscencia” favorece la “integridad” personal porque relaciona lo vivido con el presente, constituyéndose así en vivencia de continuidad, de historia personal. Además, al integrar el pasado, hay una reconciliación con la vida que tocó vivir, evitando una excesiva añoranza por lo no vivido o mal vivido.

Line Renaud, la actriz principal que encarna a Madeleine, fue también cantante y activista; actualmente tiene 94 años, casi igual que en el filme, donde dice haber cumplido 92. Señora que ha tenido una vida en plenitud, valerosa, muy interesante y comprometida.

Madeleine decide ir voluntariamente a una residencia de mayores. Para ello llama a un Taxi y abandona, a su pesar, su imponente casa, el hogar en que vivió.

El taxi llega con Charles al volante, un hombre con problemas económicos y de tiempo para ver a su familia. Madeleine monta en el coche y le pide a Charles que la vaya llevando lugares de París, su ciudad natal.

Sitios de especial significación en su historia personal, como para hacer un repaso de esta y despedirse antes de entrar en la institución. Él, a pesar de su problemática, presta oído al relato y los recuerdos que Madeleine le va contando.

Con el transcurrir de las horas se va creando entre ambos personajes un vínculo afectivo muy importante, que deriva en un conmovedor drama de despedida y una improvisada y franca amistad.

Un relato que cala en el espectador y expone con optimismo y humor, cómo se afrontan los últimos días en libertad de una anciana.

Dany Boon, asiduo de las comedias francesas, forma una entrañable pareja con madame Renaud-Madeleine y hará que surja una sintonía fresca y sincera. Carion saca lo mejor de la nonagenaria Renaud y del cómico Boon.

Carion filmando por las calles de París una historia que se desarrolla en su mayor parte dentro del Taxi, filmando la relación entre los dos personajes y los temas de conversación que mantienen, a veces asuntos menores, otras veces grandes temas y diálogos con confidencias de alto voltaje, incluso asuntos peliagudos.

Un paseo penetrante y afectuoso, conversación calma, hay por momentos intensidad, sobre todo por la fuerza e ironía de Madeleine.

Hay flashbacks que nos traen los ecos de una vida; van brotando en el curso del trayecto por la ciudad, un repaso a la vida. Y el conductor, un hombre afable que acompaña, la imagen de dos personas que no hablan de muerte, sino de esperanza, de vida.

Es sabido que los mayores recuerdan y "gustan" recordar de forma emotiva su historia, y relatarlas; como decía, si son escuchadas por un “alguien” afectuoso, tiene un efecto terapéutico que sirve de protección contra la ansiedad y la depresión.

Este es un mensaje importante de la película, una anciana que consigue cerrar asuntos y abrir otros nuevos, gracias a la escucha de Charles. Esta actitud positiva, receptiva y afectuosa del taxista concluirá en un final inesperadamente triste-feliz para Charles y su familia.

Publicado más extenso en revista de cine ENCADENADOS.

 

MIS TARDES CON MARGUERITTE (2010). “Una cabeza yerma”, como un terreno sin cultivar, es el título original en francés de esta película que hoy comento: La tête en friche (2010) que aquí se llamó “Mis tardes con Margueritte”, del veterano director francés Jean Becker.

Alude la cinta a la enorme inocencia, producto de traumas familiares y de un analfabetismo cerril, que exhibe Germain Chazes (Depardieu), robusto vendedor de verduras. Pero hete aquí que en un parque del pueblo entabla conversación con una anciana nonagenaria, Margueritte (Casadesus), mujer apasionada de la literatura.

Aprender de nuestros mayores en un cine humanista

Esta obra subraya cómo la Edad Tercera es una edad de la que aprender, que encierra conocimiento, historia y capacidad de consejo para quien esté abierto a ello. Y en el caso de Margueritte, su capacidad para hacer que alguien con limitaciones y defectos patentes, pueda reencauzar su vida y enriquecerla con aportaciones como el amor por la lectura.

Película basada en la novela homónima de Marie-Sabine Roger. El personaje masculino, Germain es un hombre maduro y obeso que vive en una caravana en el jardín de su madre.

Su vida transcurre entre el café del pueblo y el parque. Tiene una bonita novia que lo quiere bien. Los demás, amigos y conocidos, lo consideran un imbécil feliz, hasta que Margueritte le descubre el universo de los libros. Desde entonces, su relación con los demás y consigo mismo cambia notablemente.

Su director Jean Becker hace un cine por regla general muy directo, humano, con historias sencillas y cotidianas, un cine costumbrista pero profundo. Historias que nos llegan al corazón, y que empatizan con los espectadores, como si fueran los protagonistas.

De los dos actores principales sobresale Gisèle Casadesus, que interpreta a la protagonista mayor, y el genial Depardieu, que llega al espectador, tanto por el entrañable personaje que encarna, como por su magnífico trabajo interpretativo. Y actores de reparto que hacen un coro que acompaña bien la obra.

Relaciones intergeneracionales y el lenguaje escrito

En general la película habla de lo que se ha dado en llamar “relaciones intergeneracionales” y los importantes aportes que dichas relaciones proporcionan a quienes disfrutan de ellas.

Paleto y pueblerino, a Germain se le aparece una fuente de conocimiento en la figura de Margueritte, y viéndolos juntos nos parece que el mundo queda suspendido: ambos se cultivan. Muchas sensaciones, sobre todo porque los resortes de la historia están tan muy bien cuidados e hilvanados.

Su director Becker no resulta pesado con el tópico de la instrucción y el progreso o la superación del hombre inculto o poco formado.

Es un filme que deja ante nosotros a un personaje consciente de su cortedad, que conoce perfectamente sus limitaciones, pero que aprende a disfrutar del misterioso mundo del lenguaje escrito.

Por medio de Margueritte, Germain se motiva a aprender; pero en ningún momento la historia pretende dar lecciones o vencer las fallas del protagonista, porque éste las conoce y asume, pues su periplo vital ha sido un camino entre el desencanto y la ilusión.

Esta película es una fábula sobre el poder de regeneración moral de las palabras. Los dos personajes compensan largamente sus carencias y debilidades mutuas, alivian sus temores y sus aprensiones a través de la conversación. Ella explica al hombre rústico la belleza formal y las metáforas de la novela “La peste”, de Camus, mientras él la divierte y entretiene con sus disparates y ocurrencias, con la confusión casi infantil que le provoca la riqueza insospechada del lenguaje.

Una vida difícil contada sencillamente

Becker plantea además con flashbacks, los pequeños conflictos que fueron socavando las posibilidades de Germain, y en lugar de darse al tremendismo, los acoge como una marca más del personaje, los deja vagando en su mente y hace que estos trances de su duro pasado, no resulten una coartada para enganchar la emoción fácil ni la sensiblería del público.

Creo que lo mejor de esta película está en dejar atrás los finales trillados o tópicos, para conseguir contar eficazmente una realidad en la que ambos personajes pueden mantener una mutua relación de entendimiento y enriquecimiento. Todo lo cual conforma la agradable sensación de estar visionando una porción posible de la naturaleza humana, de la vida y sus avatares. Justo lo que Margueritte encuentra en los libros y le transmite a Germain.

Como declaró el propio Jean Becker en una entrevista: “Cuando leí el libro en que se basa la película, me conmovió el encuentro insólito de este hombre áspero, voluminoso y analfabeto, y la mujer anciana que súbitamente se interesa en él. Ella se pregunta por qué es él así, por qué ignora tantas cosas, y poco a poco decide rescatarlo. Luego sucede algo distinto. De una cita a otra, él comienza a sentir que se transforma en alguien nuevo. La anciana es la primera persona, fuera de su amante y joven novia, que no se burla de él. Él tiene lagunas enormes, en el saber y en la cultura, y esta mujer le brinda muchas cosas. Con ella tiene, sobre todo, la impresión de ser al fin inteligente”.

Conclusión

Margueritte despliega y vuelca en Germain su saber, su cariño y su magisterio. No debemos poner límites a nuestra propia capacidad por motivo de la edad. Tenemos que saber realizar en la vida nuestro cometido, pues dentro de cada uno de nosotros late un enorme potencial de grandeza, que tenemos que aprovechar y transmitir con alegre disposición a los demás.