Tras un Carnaval para todos los gustos, saciados todos los sentidos, y enfilando la primavera, entramos de lleno en la Cuaresma que ya empezó el pasado miércoles.
El tan manido tema de que el Miércoles de Ceniza comienza la Cuaresma y no son tiempos de Carnavales, es algo que ya a casi nadie interesa o crea polémica, pues, aunque nos pese, cambian los tiempos, las personas, y, los momentos.
Todo tiene cabida mientras no se dañe o perjudique a nadie, pero ya, ya si llega el momento de vivir intensamente y sin distracciones la preparación, que realmente nadie prepara. Muchos critican, pero pocos mantienen la vigilia, y escasos la cumplen los viernes.
El tiempo de meditación y preparación escasos seguidores tiene, y muchos son los que, sumidos en preparación de fajas, costales y hábitos, se olvidan del verdadero sentido de estos momentos.
Aun así, no es jamás tarde para pararse a pensar en todo lo que nos rodea, en todo lo que hacemos, en lo que dejamos de hacer y en cómo nos comportamos. Quizás es hora de mirar al lado, al otro lado, al frente y atrás, contemplando el rastro que dejamos, a quienes abandonamos apartándolos de nuestro lado, y hacia donde debemos ir, y aunque tengamos frente a nosotros la no tan lejana feria, podemos preguntarnos, con sinceridad, qué podemos hacer.
Aunque el tiempo de Cuaresma ya comenzó, aún quedan días para sentarnos un rato a meditar y corregir o fomentar lo que cada cual considere oportuno. Curiosamente, y aun estando todo revestido de un profundo sentir religioso, jamás viene mal a ningún ser humano pararse por unos momentos, por unos días, y hacer su propia reflexión, aunque sea más por salud mental que espiritual. Mientras vemos como el viento se va llevando los restos de la última fiesta, meditemos y pensemos, que nunca viene mal.