“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

No habría cine sin fantasía. La fantasía como entretenimiento, como metáfora, como paradigma para levantar el vuelo desde la butaca al cielo de la pantalla.

A veces lo fantástico está fuera de la realidad física y social, en los conocidos relatos de magos, genios o hadas. En ocasiones la ficción se mezcla con lo real, lo “real-maravilloso” de Alejo Carpentier, la aceptación de que en la realidad existen cosas inexplicables que conviven dentro de la cultura sin explicación y para las que se requiere la «fe»; y otras veces, los cuentos y las invenciones forman parte del mismo proceso de vivir, sobre todo cuando queremos sobrevolarnos a nosotros mismos e incluso superarnos.

Hoy me dedico a comentar dos películas más que interesantes que, cada una a su modo, son fantásticas en lo que narran y en las imágenes que podemos ver en ellas. La primera es un estreno: Tres mil años esperándote (2022), de G. Miller; la otra, Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (2014), de A. González Iñárritu.

TRES MIL AÑOS ESPERÁNDOTE (2022). Alithea Binnie (Tilda Swinton) es doctora en Letras y narratóloga. Ella parece estar feliz con su vida como profesora y sus actividades, aunque su abordaje del mundo lo hace con cierto escepticismo y escasa sociabilidad.

La cosa es que la aclamada Dra. Alithea Binnie, casada y divorciada, aprendió a hacer las paces con su soledad. Estar sin pareja, sin padres, sin hijos y con una mente brillante, le permite la libertad que necesita para florecer: viaja dando conferencias sobre los milenarios mitos.

Dirección de George Miller más que correcta que lleva a buen término un guion del propio Miller y Augusta Gore. Bonita música de Junkie XL y excelente fotografía de John Seale, amén de depurada puesta en escena.

Miller aparece como un magnífico y risueño contador de cuentos en esta cinta, adaptando un relato de la escritora A.S. Byatt: The Djinn in the Nightingale's Eye.

Con paciencia fue escribiendo el guion junto a su hija Augusta y finalmente pudo tener dinero para rodar la película, que integra relatos dentro de otros relatos, para cautivar con el placer de la fábula, como ocurría en las Mil y una noches.

En el reparto destaca una estupenda Tilda Swinton acompañada de un excelente Idris Elba; una improbable pareja a priori que hacen una gran interpretación dual.

Un día nuestra profesora se encuentra con un genio (Idris Elba), el cual ofrece concederle tres deseos, que a su vez le darán al dijnn su libertad. Inicialmente. Pero Alithea se niega a pedir ningún deseo, pues está contenta con lo que tiene y porque sabe que este tipo de historias sobre deseos no acaban bien.

Pero el genio insiste y defiende su postura contándole algunas leyendas fantásticas de su pasado, en las cuales hay todo tipo de experiencias, algunas positivas. Pero Swinton en vez pedir deseos lo que hace es entablar un largo diálogo con él.

El genio cuenta mil y una historias de los últimos milenios, a ver si ella se anima a pedirle las tres cosas que anhela, pues es su única opción para quedar liberado. Este es el marco narrativo en el que irán apareciendo breves relatos ambientados en encuadres estéticos arábigos y de Asia Menor.

La peli es muy imaginativa y con una interesante dispersión de las historias con forma de fábula que va contando el genio, protagonizadas por personajes como la reina de Saba o Salomón. Es una obra atrevida y la idea es relatar. Todo ello de mano de una cinta de amor y un sentimiento de soledad, de la mutua soledad del genio y la profesora.

Película fronteriza entre lo terrenal y lo sideral, con riesgo de ser grandilocuente, pero Miller no se deja llevar por el trascendentalismo y consigue situarse en el terreno de lo íntimo.

Cuando se trata de abordar la idea del amor como camino hacia la realización personal, el talento de la Swinton sirve para apaciguar la cosa: “¿Es el amor algo verdadero o solo la manifestación de una forma de locura?”.

No quiero que se me olvide algo importante que aprendí y comprobé hace años y que esta peli me ha recordado. El valor inmenso que tienen los cuentos de hadas y las leyendas, pues el filme va de eso.

Os recomiendo un libro fantástico de Bruno Bettelheim de título Psicoanálisis de los cuentos de hadas. En esas páginas, su autor, no sólo se interesa por el análisis en sí de los tradicionales y milenarios cuentos como la Cenicienta, Blancanieves, Hansel y Gretel, etc., sino que reparó en la notable influencia liberadora que ejercen en los niños.

Esta película descubre que incluso los cuentos más antiguos pueden resultar esclarecedores sobre asuntos profundos del ser humano si se cuentan con entusiasmo. Como escribió Bettelheim: “Todo cuento de hadas es un espejo mágico que refleja algunos aspectos de nuestro mundo interno y de las etapas necesarias para pasar de la inmadurez a la madurez total”.

Los espectadores que vayan a esta obra buscando intensidad, acción o aventuras sangrantes no saldrán contentos de la sala. La película, sin ser necesariamente tranquila, busca una especie de serenidad duradera. Si acomodas tus expectativas a un visionado más intimista, esta película te resultará grata e incluso la podrás disfrutar.

Publicado en revista de cine ENCADENADOS.

 

BIRDMAN O (LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA) (2014). Película dirigida por el mejicano Alejandro González Iñárritu, con un gran guion del propio González Iñárritu y otros, música de lujo de Antonio Sánchez y gran fotografía la mayor parte del tiempo cámara secuencia de Emmanuel Lubezki.

Reparto de lujo con Michael Keaton, excelente como actor principal. Emma Stone, estupenda y muy expresiva en su rol de hija del protagonista, con sus gigantes ojos; Edward Norton, sensacional como actor petulante; Zach Galifianakis, muy bien como productor; Naomi Wats, bellísima; o Andrea Riseborough, convincente y hermosa; y así el resto de los actores y actrices.

Un actor, cansado después de la fama conseguida interpretando a un conocido superhéroe, hace un esfuerzo por hacer un viraje a su existencia rutinaria, e interpretar y dirigir un papel en una adaptación suya para Broadway, y a la vez recuperar a su familia y sentirse él mejor en todo sentido. Él, un superhéroe en los 80, se empeña en transmutarse en un acreditado director de teatro.

Esta obra es muy creativa, costosa, fantástica y un espectacular “tour de force” visual original, poco común. Todo ello en un relato que analiza con agudeza la cambiante naturaleza de la fama y la popularidad.

Aborda el tema de la fama; también habla del esfuerzo que implica cambiar para no quedar en la posición fácil de anclarnos en lo que siempre hicimos, sin arriesgar.

Un hombre lanzado al laberinto del 'backstage' de su propia obra (su existencia quizá) ofrece al espectador un enfebrecido juego de espejos en el que no es difícil verse reflejado. La enfermedad de un hombre en conflicto entre lo que quiso ser y lo que necesariamente es, un padecimiento para muchas personas.

La película de Iñárritu implica también un giro en su propia carrera, incursionando en un mundo nuevo, el de la tragicomedia surrealista. Y de paso también Hollywood hace un viraje y se da un tajo en la yugular, en una especie de autoexamen y autocrítica, siempre con el objetivo de mantenerse a flote.

Iñárritu se mete de lleno en una trama de capas superpuestas, con elementos ilusorios. Habla del teatro, el ego de los actores, la búsqueda del auténtico arte, la esencia de las relaciones humanas y la indagación desaforada del amor, las relaciones paternofiliales o las dudas del creador y el intérprete.

También sobre el proceso creativo, las miserias de los críticos de teatro, y en general de los críticos de arte, las dificultades de triunfar sobre un escenario, todo ello encarnado en un actor, antiguo héroe de ficción, que ahora busca redimirse adaptando una obra teatral del conocido escritor Carver: De qué hablamos cuando hablamos de amor”.

Carvert es un exponente de la literatura minimalista denominada “Realismo sucio”. La elección de Carver en el filme casa con la idea extendida de que él fue considerado un escritor de moda, un icono que América "no podría darse el lujo de perder" (Richar Gottlieb). Uno de los mejores cuentistas junto a Chéjov, un hombre de éxito reconocido.

La atmósfera y los personajes de un autor cimero en el panorama literario de los ochenta en los EE. UU. Parejas que se despedazan, compañeros que parten desesperadamente a la aventura, hijos que intentan comunicarse con sus padres sin éxito, un universo injusto, violento, tenso, a veces irrisorio. Carver «no designa lo intolerable, sino que lo nombra. Sin concesiones hacia nada ni hacia nadie, rescata lo real en su esencialidad amorfa y brutal» (Fernández Sastre).

Pues bien, con estas mimbres, el protagonista hace una adaptación teatral, en paralelo a su propia vida de amores y desamores, mujeres, exmujer, hija drogadicta, él alcohólico, él intentando dejar atrás su pasado trivial para triunfar con un arriesgado proyecto, una mujer seca e incisiva que le ha jurado machacar la obra con su crítica justo tras el estreno, etc.

En fin, cinta maravillosa en su (i)lógica desmesura, en su humor negro y en su huida del realismo. Un cine que se aparta de las normas clásicas del hacer cinematográfico tradicional de puesta en escena y montaje. Un filme turbador, que deja abiertas las puertas a la interpretación, tanto como su esplendoroso, fantástico y misterioso final.

Iñárritu y Keaton nos enseñan que los auténticos superhéroes también tienen miedo, solo que no hay traje ni coraza capaz de proteger al artista de sus propias limitaciones, del pavor a estancarse y del pánico a innovar. Película donde hay arte de altura, tanto, que los personajes vuelan de manera rigurosa y veraz.