La maternidad es una construcción cultural determinada por muchos factores, dependiendo del grupo social y de la época histórica. El deseo de tener hijos desde un punto de vista puramente instintivo podría ser cuestionable, dada la versatilidad de ser humano.
Conforme se asciende en la escala de las especies, podemos afirmar que el comportamiento está más condicionado por el aprendizaje y la cultura, que por aspectos genéticos y fisiológicos.
El deseo de ser madre, pero también las relaciones afectivo-amorosas tienen mucho que ver con el tipo de sociedad. Tenemos la capacidad biológica para reproducirnos o para amar, lo cual no quiere decir que estemos dominados por el instinto.
Las investigaciones de la antropóloga Sarah Hrdy dan testimonio sobre los muchos matices de la maternidad. Quién se convierte en madre —y quién quiere ser madre— es diferente en la actualidad respecto a hace unas décadas. Las mujeres retrasan la maternidad y cuántos hijos tener, o viven felizmente sin descendencia. Cada vez se acepta más a los padres del mismo sexo. Incluso ya hay alguna mujer transgénero que amamanta a su bebé.
«Todos los mamíferos hembra tienen respuestas maternales o “instintos”, pero esto no significa, como se suele asumir, que toda madre que dé a luz esté preparada automáticamente para cuidar de su descendencia», afirma Hrdy.
Hace unos días asistí al estreno de una película donde se cuestiona el instinto maternal e incluso las relaciones “amorosas”: Ninjababy (2021), de la noruega Y. S. Flikke. Atribuí esta dislocación de a esquemas culturales alejados de una concepción humana y naturalista más propia de los latinos.
Recordé a propósito una cinta cuyo abordaje de la crianza y las relaciones afectivas se sitúa en el lado opuesto: Las acacias (2011), del argentino P. Giorgelli. Sobre ambas películas me dispongo a escribir.
NINJABABY (2021), o una manera nórdica de enfocar el instinto maternal es así: Rakel, con 23 años se entera a los seis meses que está encinta. No sabe cómo, cuándo ni con quién tuvo el hijo; esto le supone un conflicto personal. La chica es un poco anárquica: dibuja cuanto imagina y habla lo que se le antoja de todo el mundo. Además, tiene proyectos diversos. Pero por lo avanzado del embarazo no puede abortar, debe continuar con la gestación.
En su vida de cervezas, amores pasajeros, drogas y como dibujante de cómics no había cabida para la maternidad, carece de instinto maternal. Antes de tomar decisiones comienza a dibujar su “Ninjababy”, sobre el feto que lleva dentro. Personaje que no le pondrá fáciles las cosas. Recuerda este filme al de Joachim Trier: La peor persona del mundo (2021).
Vienen entonces las aventuras de Rakel por encontrar al padre de la criatura, o por preparar el camino hacia la adopción del bebé, subrayándose las contradicciones morales del personaje.
La situación de la joven con sus parejas es absolutamente demoledora. Por un lado, tenemos al amoroso profesor de aikido Mos (Nader Khademi), el único personaje afable y tierno en la historia. O el sorprendente padre del bebé, un irresponsable a quien llaman “Jesús el de las pollas” (Arthur Berning).
Todo ello está tratado con frescura y cierta irreverencia y una extraña afectividad, donde parece que son los varones los maternales, los que quisieran quedarse con la criatura desde antes de nacer.
Resulta llamativo que, además de ser el lenguaje de Rakel y sus amigas/os procaz, tampoco hay ni pizca de sentimientos genuinos, la palabra amor no existe en el filme, no así la cosa de “follar”; no hay sentimientos positivos y toda la relación íntima se ciñe y limita al sexo, la cerveza o las drogas.
Música sugerente y envolvente de Kare Vestrheim y excelente la fotografía de Marianne Bakke, así como el juego con las imágenes de animación ("animación emotiva", como la define Flikke).
El reparto es atractivo, con una Kristine Kujath Thorp que se mete dentro del personaje de Rakel, una muchacha ajena a todo compromiso y tan despistada que ni se da cuenta que está embarazada. Destacan también Tora Christine Dietrichson, como su buena amiga Ingrid; Berning, el de “las “pollas” y potencial padre, el machote preñador; me gustó particularmente Nader Khademi, un personaje entrañable, el único afectuoso que sale del frío nórdico.
Flikke consigue una obra de corte feminista muy creativa, organizando la puesta en escena tanto en el interior de la mente de la protagonista como fuera, en una mezcla de ideas, dibujos y sketch con humor y cierta impudicia.
Reflejada la relación de la joven Rakel con su feto que es dibujado y se filtra en el plano y en la trama con imágenes propias de la ilustración o del cómic, con diálogos psicológicos y existenciales entre la criatura y la madre, el feto (animación) con antifaz que responde con su propio arsenal de comentarios mordaces.
Flikke es una cineasta que gusta cuestionar los límites de género, y rechaza al discurso oficial sobre el instinto maternal. Ella, madre de dos hijos, ha declarado: "El embarazo es la sensación más absurda que jamás haya experimentado".
Película interesante. Desde mi manera de ver, chocante, sin duda por venir de una cultura diferente a la latino-mediterránea, o por haber yo tenido una educación donde la maternidad tiene un valor sustancial.
Más extenso en revista ENCADENADOS.
LAS ACACIAS (2011). Película hermosa, de bajo coste, escasos diálogos, tempo lento, apenas una cabina de camión y tres personajes, tres vidas desde Asunción en Paraguay a Buenos Aires, más de 1500 kilómetros tejidos con miradas y signos de profunda sintonía.
Al final, observas que, de su sencillez, algo se ha colado en tu corazón, algo que te hace ver la vida mejor: “Más sencilla… más sencilla. / Sin barroquismo, / sin añadidos ni ornamentos”, que escribió nuestro poeta León Felipe.
La historia se estructura en un tiempo continuo, como el viaje que la película propone. Rubén es un camionero solitario y avezado, de mediana edad, transporta madera. Su jefe le da un extraño encargo: que lleve en el viaje a Jacinta, una mujer desconocida para él.
Rubén tiene un duro pasado de sudor y dolor; ella mirada de esperanza y futuro. La mujer, madre soltera, trae consigo a una bebé de nombre Anahí. Los tres embocan el largo viaje que los llevará a un destino personal, a un destino de amor.
Lo que era impensable al inicio (cuando todo es silencio y soterrada hostilidad), va cobrando forma, minuto a minuto del metraje. Con un trabajo bastante sutil del director Pablo Giorgelli, ambos seres empezarán a tener alguna que otra actitud noble y se irán abriendo el uno al otro. Se produce una transformación de ambos durante el largo trayecto.
Giorgelli consigue en su primer largometraje una “road movie” atípica, minimalista, en la que hay poco paisaje, o más bien hay otro tipo de paisajes insondables, desolados y bellos, los paisajes interiores. La llaneza narrativa contrasta con la sofisticada ejecución.
Es una película arriesgada que a alguno le puede resultar fatigosa, pero negará una belleza que invita al espectador a incursionar por el detallista recorrido físico y moral del chófer, personaje a la deriva que encuentra finalmente un camino de futuro con la mujer. Diálogos y acción mínimos.
De manera que Giorgelli hace gala de una gran sensibilidad y de una convicción para la puesta en escena, para los climas intimistas y para la dirección de actores, lo que es de valorar y mucho tratándose de cine compuesto esencialmente de imágenes.
El guion, del propio Giorgelli junto a Salvador Roselli construye una historia filmando casi exclusivamente a bordo de una cabina de camión. Miradas furtivas que dicen sin decir, poco verbo y las entrañables reacciones del bebé. En ningún momento del filme se ve el camión desde fuera.
Magnífica la fotografía de Diego Poleri cuya cámara se pega literalmente al rostro de los tres protagonistas constantemente, pues es justamente una historia de cámara, sin grandes eventos ni las peripecias propias de las películas de viajes.
Igualmente es loable la labor de montaje, la de puesta en escena y las dificultades en la producción y en el rodaje (filmar dentro de un camión, cortar carreteras, trabajar con una actriz improvisada y con una beba, etc.), sin olvidar al técnico de sonido Martín Litmanovich. Verdaderamente, trasladar esta historia a la pantalla y triunfar es todo un mérito.
Reparto sensacional para esta trama sincera, con un gran trabajo del desconocido actor Germán de Silva, que expresar con medida calculada intensas emociones; excelente Hebe Duarte, actriz no profesional, con gran capacidad de verosimilitud, veta afectuosa y hermosura; una mujer y una maternidad tierna y encantadora: sutil, silenciosa, de mirada dulce pero firme; y resalta la maravillosa niñita Nayra Calle Mamani, que por la mano del director manifiesta unos gestos que resultan sorprendentemente expresivos en su corta edad de cinco o seis meses. Giorgelli manifestó: “fue un milagro haberla encontrado”.
El filme transmite calidez y emoción mediante tres personajes escuetos: el camionero y la mujer paraguaya y su bebé, en una pieza modélica, sugerente y basada en los sentimientos. Un drama que conmueve, con el mundo latinoamericano de fondo, sin truco ni artificio, manteniendo el interés.
Un largometraje riguroso, noble, que vuelca su ternura en los personajes, y estos lo trasladan al espectador. Así, en la escena final se siente estar dentro de la pantalla, pues la cosa es como la misma vida y a uno le parece que asiste a una fracción entrañable de existencia. Momentos que dan credibilidad máxima a la película: el deseo de volver a estar en compañía, de querer y ser querido.
Como siempre digo, los argentinos atrapan con su cine, en este caso un cine de minorías, sencillez de excelencia: “… mis labios te decían desde lejos los nombres / de las más cotidianas y más sencillas cosas (…) como un arroyo fresco en el verano” (Antonio Carvajal). Sencillo y de calado, sencillo y que emociona.
Giorgelli ha conseguido gran cantidad de premios y reconocimientos con esta cinta. Bien llegados sean. Siempre es bueno el momento para la dicha (como ocurre a los personajes del filme). Siempre es feliz el día cuando “en medio se abren las cidonias, / los ciruelos, manzanos y perales” (Carvajal). Una joya muy recomendable.
Publicada en FilmAffinity.