El teniente de alcalde de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, David Calleja, ha presentado la Pieza del Mes del Museo Municipal, un Cristo clavado en una cruz, realizado en madera de cedro policromada, fechado en el siglo XVIII y cuyo tamaño es de 74 x 62 x 13 centímetros. Calleja ha estado acompañado por el director del Museo, Miguel Ángel Caballero, y el catedrático de Historia del Arte Francisco González Luque.

Calleja agradeció a González Luque los datos ofrecidos sobre el crucifijo, considerando que es una suerte para los portuenses contar con un estudioso como él, que divulga el patrimonio histórico local, como sucede con las visitas guiadas que dirige al Convento de las Monjas Concepcionistas o al que fuera Hospital de San Juan de Dios, dando a conocer los tesoros ocultos que alberga la ciudad. El edil recordó que el área municipal siempre selecciona como Pieza del Mes una obra acorde con el momento del año, indicando que resultaba lógica la elección de un crucifijo en un abril en el que se desarrolla la Semana Santa. David Calleja apuntó el interés de que se realice una investigación más profunda sobre esta pieza, animando al profesor González Luque a protagonizar una conferencia monográfica sobre la obra, y agradeció la labor de los técnicos municipales y la asistencia a la presentación de una treintena de personas, en un enclave, la Ermita de Santa Clara, que calificó de muy adecuado para mostrar elementos artísticos.



El edil invitó a los ciudadanos a visitar las dependencias de la calle Pagador y de la Ermita de Santa Clara para contemplar la Pieza del Mes, así como las redes sociales, tanto Instagram (https://www.instagram.com/elpuerto.patrimoniohistorico/), como Facebook (https://www.facebook.com/elpuertodesantamaria.patrimonioh) como la web municipal. Calleja recordó que la visita, decarácter gratuita, con aforo limitado y uso obligatorio de mascarilla, puede realizarse en la calle Pagador, 1, el domingo 10 (de 11:00 a 14:00 horas), martes 12 y miércoles 13 (de 10:00 a 14:00 y de 18:00 a 20:00), jueves 14, viernes 15 y sábado 16 (de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 20:00) y domingo 17 (de 11:00 a 14:00), mientras que en la Ermita de Santa Clara se puede contemplar del martes 5 al jueves 7 (de 10:00 a 13:30) y del martes 19 al sábado 30 (de 10:00 a 13:30).

El catedrático de Historia del Arte Francisco González Luque refirió que la obra es una escultura de bulto redondo, barroca, que procede del antiguo hospital de la Santa Caridad. “Después de años de abandono y progresivo deterioro tanto del soporte como de su policromía, la pieza se recuperó en 2014 de los fondos pertenecientes a la antigua Farmacia Municipal de dicho hospital, más conocido como de San Juan de Dios, valorándose su interés artístico y decidiéndose su intervención en el Centro de Conservación y Restauración del Museo Municipal”, expuso González, quien detalló que esta creación “sigue los modelos iconográficos de Cristo crucificado y expirante, sujeto a la cruz (cilíndrica o arbórea, de madera, verde y con nudos dorados) mediante tres clavos”.

Francisco González comentó la oportunidad de destacar la interpretación de la cabeza, elevada y girada hacia su izquierda, resultando significativos en su rostro los grandes ojos de cristal abiertos, que reflejan una mirada concentrada dirigida al Padre y la boca entreabierta en actitud de comunicación con Él. “Dichos rasgos atestiguan el agotamiento físico y la resignación ante la inminente muerte con gran verismo. Su expresión dramática no está exenta del clásico ideal de belleza que caracterizó a la imaginería barroca. El realismo de estas facciones contrasta con la talla de una cabellera de largos y ondulados mechones, barba bífida y bigote sin pormenorizar”, abundó el experto, para quien “el imaginero tampoco se ha recreado en alardes anatómicos para interpretar un cuerpo de suave modelado y extremidades proporcionadas pero de sumaria talla, realizando una obra en la que manos, semicerradas con dedos flexionados, y pies atravesados por único clavo, sí acusan rasgos naturalistas al mostrar huesos, tendones y pliegues cutáneos”.

González Luque aseveró que la composición del sudario, “cordelífero, se resuelve con un paño ceñido a la cintura, vuelta de la tela sobre el vientre y masa de pliegues dispuestos irregularmente simulando tela arrugada”, apuntando que “está sujeto y atado a la pelvis mediante soga, modalidad impuesta en el barroco que permite cubrir la cadera derecha y mantener descubierta la izquierda” y concluyó refiriendo que “bajo varias capas de policromía y repintes diversos, se ha recuperado la original encarnadura (mate y tostada en rostro, tronco y extremidades) y las huellas de golpes, latigazos, heridas y rastros de sangre en diversas partes del cuerpo, sacando a la luz su primitiva riqueza cromática”.