David Muñoz.- Todo comenzó como un amor de verano, con mariposas en el estómago, promesas de cuento de hadas y amor eterno. Yo tengo un sueño, decían algunos…

Se sentaron con todas las hermandades, asociaciones, agrupaciones parroquiales, incluso con colectivos no asociados a la Iglesia en esos momentos, y con todo lo que hiciese falta, a estos pobres chavales le vendieron al imberbe y flamante nuevo concejal, como el Maradona de las cofradías, muchos de ellos ya veían su Semana Santa a la altura de las grandes ciudades, viendo que al timón tenían al mejor capitán posible.

Ha pasado el tiempo, con una pandemia de por medio y sí, hay que decirlo, no sé si gritándolo a los cuatro vientos, pero hay una cosa clara, este Ayuntamiento le ha dado la espalda  por completo a las hermandades y cofradías. Eso sí, también es cierto y en honor a la verdad, habría que decir, que desde tiempos inmemoriales los diferentes Consejos de HHCC, se han dedicado a apoltronarse y acomodarse como si en un cine estuvieran, y que cuidan más sus intereses personales que el de las propias hermandades.

Ahora con el tiempo y con cierta perspectiva quizás se entienda todo un poco mejor, ya que demasiado hacen las hermandades con sobrevivir con la ayuda de sus hermanos, sin apenas quedarle recursos para nada más…



Se entiende que en esta ciudad por eso solo hay 3 palios bordados y el resto son en recortes de tisú y aplicación (resultones pero de poco valor artístico, sin querer faltar el respeto), por no hablar de la riqueza artística de las insignias de los cortejos. Se entiende el por qué nuestra carrera oficial es la misma que el aparcamiento que le ponen a las motos en la motorada y feria.Se entiende por qué solo 5 hermandades en esta ciudad, tienen casa propia, incapaces de poder embarcarse en una hipoteca para sufragar la compra de la misma. Se entiende la dificultad para contratar bandas o pagar a proveedores (cera, flores) o embarcarse en proyectos que desemboquen en verdaderas obras de arte, debido a los pocos recursos económicos de los que se dispone. Se entiende los dilatados plazos que existen para culminar proyectos como la consecución de un paso (cabe reseñar que hay en estos momentos, 7 pasos de Cristo inacabados). Se entiende el dineral que hay que preparar para montar una caseta de feria, dineral que hay que anticipar, con unas tasas e impuestos considerados los más altos de la provincia, ahora eso sí, el Consistorio municipal, no te devuelve ni la fianza.

 Y ahora me vendrá alguno diciendo, ¡oye!, que las hermandades se paguen sus caprichos y vicios, para eso que les gusta a ellos, “sacar a los santos a la calle”. Es cierto que hay un motivo central y profundo de celebrar la Semana Santa desde el sentir cristiano y rememorando la pasión muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Pero no menos cierto es que hay otra parte folklórica dentro de la misma, que hace que esta sea posiblemente, la fiesta que más dinero repercute en esta ciudad, la que más gente saca a la calle durante más días, la que pone un espectáculo en la calle absolutamente gratis que llena las aceras de forasteros y vecinos de esta ciudad, la que abarrota los bares, cafeterías y hoteles durante una semana y la que más barata le sale al Ayuntamiento. Sí, lo que habéis oído, fijaos si es barata que el ayuntamiento dejó de dar ya hace tiempo, una subvención de 400 ridículos euros (con esto no se paga ni las velas rizadas de un paso de palio). Es decir la colaboración económica es cero euros. Mientras tanto, en ciudades vecinas como Jerez de la Frontera, Cádiz, San Fernando, las corporaciones municipales, incluso gobernadas por partidos que no son afines a este tipo de fiestas y celebraciones, contribuyen de manera generosa para la celebración de esta fiesta, para que ello, repercuta positivamente en un reclamo turístico para la ciudad que gobiernan. Dicho esto, es una realidad que la Semana Santa de El Puerto, está a la cola de todas las de la provincia.

En fin, es lo que toca, pan y circo que es lo que ahora parece que funciona, distraer a la plebe con carrozas y castillos encantados, mientras otras fiestas se mueren de pena, asfixiadas por unos y otros gobiernos que no han sabido darle el lugar que se merecen en la historia de nuestra ciudad del Gran Puerto de Santa María.

Tomen nota, queridas hermandades, y cuando de nuevo haya campaña electoral con visitas protocolarias, cierren a cal y canto las puertas de sus casas de hermandades o cuartos, para evitar que se cuelen los vendedores de sueños, los doctores Facilier de la vida que te prometen las pirámides de Egipto por un papel en una urna, y luego más tarde, miran hacia otro lugar cuando ya calientan los sillones de mando y nutren sus estómagos con suculentos manjares…