Recientemente, se han sucedido sonados fracasos en compañías dedicadas a la movilidad urbana. Sobre todo, los que trabajan con patinetes y bicis eléctricas o derivados. La mayoría de ellos, alternativas interesantes que no encuentran hueco suficiente en un sector que parece estar dominado por unas pocas empresas.
Por ejemplo, Boosted, una de estas propuestas, resulta una novedad con respecto a otros medios de transporte similares. En este caso, su producto es una tabla de skate eléctrica. La cual se diferencia bastante de los habituales patinetes. Pero esto no ha evitado que sufra una caída alarmante en su actividad económica.
Aunque no hayas utilizado nunca este tipo de transportes, no es difícil imaginar por qué es una mala noticia el fracaso de estas alternativas de “micromovilidad”. Las pérdidas económicas se unen a la sensación de oportunidad perdida detrás de cada una de ellas.
La competitividad en este contexto provoca que muchas ideas interesantes queden silenciadas y se pierdan para siempre. Y con ello, se resiente la flexibilidad del ecosistema de la movilidad urbana. Un panorama que necesita libertad para que el ciudadano decida cómo moverse. Por eso es importante que sobre la mesa existan diversidad de opciones que tengan comodidad y sostenibilidad como protagonistas.
Micromovilidad vs transporte tradicional
Para ejemplificar la ventaja que supone la diversificación deseada, es necesario comparar algunas de estas experiencias con las del transporte más tradicional:
Comparándolo con el coche, se evita la sensación de aislamiento que existe con estos. Puede sonar básico, pero estar en contacto con el entorno puede tener cierto peso. Además, no existen preocupaciones con respecto al tráfico o el aparcamiento.
Andar también tiene estas ventajas, pero la relación que se establece con la ciudad es diferente. Caminar te conecta con las calles, pero estos vehículos motorizados te obligan a relacionarte con el mapa completo de la ciudad. Las distancias que se cubren pueden diferirse mucho.
Los trenes y autobuses son otra solución, pero no ayudan a hacerse estos mapas mentales. Muchas veces se siguen las mismas rutas e incluso bajo tierra, lo que te aisla del entorno.
Nada de esto resulta revelador, pero experimentar una ciudad de esta forma cambia tu relación con la misma. Esto es palpable en algunas urbes que ya cuentan con tradición en estas formas de transporte, incluso antes de que llegase a ser eléctrica. Cada alternativa de movilidad urbana reinterpreta el paisaje de las ciudades de forma distinta.
Por muchos problemas que existan con las bicicletas y los scooters eléctricos, estos no son mayores que los derivados de los coches. El riesgo para la seguridad que suponen los automóviles nunca ha provocado que las regulaciones restrinjan su uso como se hace con cualquier alternativa de movilidad urbana.
Es necesario lamentar cada uno de los fracasos que sufran las propuestas de movilidad que impliquen bicicletas, patinetes o derivados. También a nivel de legislaciones y normativa. Estos medios de transporte son igual de necesarios que otros para un ecosistema de desplazamientos ideal.