Los años me fueron acercando, nuestro humor acercándonos más, y El Puerto, El Puerto nos terminó de unir.

Apenas entendí como pasó, y sin poder casi ni creerlo me dijo adiós desde la distancia. Atrás quedó ella, solo ella, y su carácter atractivo y sin par.

Mis ojos se cerraron y no tuvieron que buscar en los recuerdos, pues allí estaban todos y cada uno, inalterables, llenos de color, cuajados de un humor mordaz y británico, ese que sin risas estridentes te marcan de por vida.

Aquel mes de enero de cuyo año no puedo acordarme, me la crucé, allá por su Plaza de la Herrería. Días marcados por las típicas preguntas que un después de un seis de enero solo se pueden hacer. Llegado mi turno su respuesta fue rápida como el rayo, “un felpeco”. Mi atónita mirada hizo nacer la siguiente pregunta… la respuesta queda entre ella, yo y todo aquel que pueda entenderla y le guste la rima.



Su ágil mente me tumbó, y aún hoy me hace sonreír. Sonreír  y ser feliz, sobre todo recordando sus bailes con mi padre en aquellas Ferias bajo el son de las Matemáticas Binarias, binomio de blancas cabezas que dominaban en muy poco las danzas regionales. Bailes que heredé, con la misma gracia que mi padre, o sea, ninguna, aún sin poder negarse a ninguno de los tres el mérito y el esfuerzo.

Ahora queda su mejor binomio, su eterno binomio, que gana un número en mejor posición que nosotros, y aún así, se me hace extraña su presencia sin la suya. Como extraño se me hace un Puerto sin ella, un Pico sin su  Pica. Pero, aun así, no puedo dejar de pensar en cómo será su llegada al cielo. Seguro estoy de que Macario volverá a encender las luces para el estreno del último espectáculo, para recibir a su estrella en la gran pantalla de las nubes.

 Ahora, cierro los ojos y la veo con toda claridad, la siento, y no dejo de imaginar la que organizará con su llegada, porque una vez que se asiente allá arriba, el cielo no volverá a ser el mismo, pues a ver qué ángel se atreve a competir con el ingenio, la gracia y el buen humor de quien combatió hasta el último momento con la agudeza y la sonrisa de su carácter. 

Nunca es un adiós, sino un hasta luego, pero mientras tanto, Juani, dale recuerdos al Pelos Blancos.