Jesús Barbadillo Angulo (Tribuna libre).- La invasión del coronavirus nos permite, además de comprobar sus devastadoras consecuencias, extraer ciertas conclusiones sobre el comportamiento humano: algunos se comportan responsablemente, conscientes de la magnitud de esta pandemia, otros lo hacen por temor a una sanción, otros intentan burlar las limitaciones mostrando su egoísmo e insolidaridad hacia el prójimo.

Otros se vuelcan con el prójimo colaborando del mejor modo posible, otros se vienen abajo superados por la situación, otros la aprovechan para obtener una beneficios económicos, otros no sólo saben mantener la entereza, sino que son capaces de hacer uso de esta situación para crecer, ser mejor persona y aprender a valorar lo esencial de nuestras  vidas, digamos que se ha retratado.

Resulta muy fácil sentirse bien en la normalidad, cuando las cosas van rodadas y se tiene éxito (algunas personas ni siquiera en estas circunstancias), pero son las situaciones límites y difíciles las que nos ponen a prueba, las que nos definen.

El futuro dirá si esta pandemia nos servirá para mejorar, probablemente habrá personas inteligentes capaces de conseguirlo y habrá auténticos "analfabetos emocionales" que seguirán sumidos en su queja constante, en su insolidaridad, en su egoísmo... Ante esto me pregunto: ¿Qué más tiene que pasar para que aprendamos la lección?