Ahora, una vez que parece vamos a ir desescalonándonos a partir del lunes próximo, gracias a la entrada en esa Fase 1 en la cual vamos a poder ir de tapas y reunirnos con la familia y los amigos, surge un horizonte repleto de incertidumbres en El Puerto de Santa María. Es hora de pensar qué sucederá por estos lares una vez pasado lo más duro del confinamiento, donde lo peor y lo mejor  del ser humano ha salido a flote a raíz del canguelo que el bicho ha originado entre la ciudadanía y  la maldad de aquellos que se escudan en el anonimato de las redes sociales con sus famosos “fakes” intentando tomar el control del asunto, todo ello aderezado con la legión de palmeros que apuntan según desde donde sople el viento cual veleta desnortada.

Mención especial para esos grandes rapsodas, poetas (hay tantos en la ciudad, demasiados ya), y opinadores de nuevo cuño que cegados por su talibanismo político y demagogia conservadora y cristiana (…) han medrado con opiniones falseadas y dañinas hacia quienes gobiernan este país. Y es que uno, que no es nuevo en estas lides de escribir y puede decir que lleva algunos años dándole a la tecla sobre la actualidad porteña/portuense, ha podido observar con cierto estupor cómo ha habido quienes a golpe de columna diaria han intentado llevar a muchos ciudadanos hacia el terreno de la confusión y el caos.

Vamos a lo que vamos: ¿es a partir de la semana que viene cuando se pueda volver a la normalidad de antes del día 14 de marzo cuando se decretó el estado de alarma? Va a ser que no pero sí que se van a poder recuperar ‘placeres’ cotidianos que fueron cercenados, hábitos que fueron suprimidos únicamente por el bien de la salud de todos y no por el capricho de una autoridad sanitaria que ha podido tener errores como los tendrá usted y yo en la vida. Con esto, si el motor de la economía en El Puerto son la hostelería y el turismo, el panorama  que se avecina hace que surjan cuestiones varias cómo ¿quién puede usar las terrazas y cuándo si se mantienen  las franjas horarias?, ¿van a poder sobrevivir los pequeños negocios de la hostelería al 50% de aforo y el vasito de cerveza y el plato de frutos secos?, ¿cuándo llegará la tan deseada segunda fase en la que se pueda consumir dentro del local? ¿qué turistas van a ser los que se alojen en la reapertura de los hoteles mientras no se pueda atender a clientes de otras provincias?. Interrogantes que nuestros políticos deben esclarecernos cuanto antes pues la zozobra no ha hecho más que comenzar.

Otro asunto muy importante es conocer cuándo se producirá la apertura de mercadillos en la vía pública, no obstante, el Gobierno, según las primeras orientaciones publicadas, lo deja en manos de los ayuntamientos pero se tiene que cumplir un distanciamiento entre puestos y control del aforo por las fuerzas de seguridad.

Sería conveniente un comunicado urgente dirigido a los muchísimos autónomos y pequeños empresarios, sociedades anónimas y limitadas que logren informar en qué condiciones se presentan durante esta primera fase de desescalada y en las futuras, pero no jugando a la improvisación con globos sonda ni notas de prensa uniformados con vistosos equipos de protección individual sino con hechos que tranquilicen a la sociedad portuense.

Aunque pueda parecer que existe mejoría en lo referente a la pandemia, no se puede bajar la guardia, sería un tremendo error. Los tiempos de histeria colectiva, las colas en los supermercados, la saturación, el colapso, el pánico, los bulos, la doble moral, el cinismo, el despilfarro, y los aplausos en las balcones continuan su curso. El sufrimiento no tiene fecha de caducidad. Así, de igual manera, avisó en “Ben-Hur” el tribuno Mesala cuando yace derrotado y moribundo tras la épica carrera de cuadrigas: “No ha terminado, Judah, no acabó todo con la carrera. Continúa. La carrera, la carrera aún no ha terminado”.