Clases sociales, pobres y ricos, compasión, arribismo; cómo vivir como los adinerados y comer cuanto plazca; no tener que habitar en un inhóspito semisótano; a ser posible sin cucarachas; por el tragaluz se ven las piernas de los transeúntes y cuando llueve entra el agua; sus moradores tienen que soportar el suplicio del mal olor por la falta de higiene y la humedad. Quienes hayan visto la actual, renombrada y multipremiada película, Parásitos (4 Oscar; Palma de Oro Cannes; Globo de Oro, etc.) habrá observado que describe esta sociedad a través de dos hogares y dos familias: los acomodados y los desheredados. Expresa cierta imposibilidad de convivencia entre clases distintas, a pesar del ingenio de los pobres, que anhelan ascender en la escala social.
Desde mi modo de ver esta es una alegoría digna heredera de la película Viridiana (1961) de Buñuel. Tanto Parásitos como el filme de Buñuel son obras maestras de cine social, entre otras. En Parásitos cuando la familia rica inicia cierta relación con los pobres, empiezan los cortocircuitos, y la clase pobre empieza a tener comportamientos irregulares. Tampoco se libran los ricos, todo ello en una trama tan perspicaz como afilada. Un negro sentido del humor atraviesa todo el filme.
Pues bien, la tragedia que late en Parásitos es prácticamente la misma que podemos ver en la trama buñueliana de Viridiana. Bong Joon Ho ha manifestado que su película es una comedia sin payasos, una tragedia sin villanos. Este definición alumbra el espectro de Buñuel. Bong, como Buñuel, revela que la pobreza no oculta dignidad sino miseria y crimen. Bong Joon-ho muestra que la riqueza no indica inteligencia sino inconsciencia, avaricia y estulticia. Buñuel hace algo equivalente en su controvertida película que muestra el lado ingenuo e imprudente de la parte rica, y la parte despiadada de las clases bajas, a las que se les brinda una oportunidad, se les da confianza y lo desaprovechan con comportamientos indignos difíciles de entender en la historia. Y hay más parentesco pues la familia de clase alta de Bong, también pueden compararse con otro filme de Buñuel: El discreto encanto de la burguesía (1972), por ser ambas obras una dura y ácida crítica a la banalidad de la gente con dinero, capaz de crearse su propia burbuja para vivir en una realidad paralela… lo cual anuncia algún tipo de tormenta. La imposibilidad de diferenciar entre buenos y malos en ambos filmes, tiñe de ambigüedad y exige reflexión para estos asuntos tan humanos y en ocasiones tan perversos de las relaciones entre personas y, en particular, de las relaciones entre pobres y ricos.
La pregunta, imaginando la tal interrogante en boca de otro de nuestros directores estrella, Rafel Azcona, es: ¿de qué forma puede una familia cumplir sus afanes de prosperidad económica tan necesarios frente a su precaria existencia? Muy difícil la respuesta.
Parásitos y Viridiana
Aseguraría que el director coreano Bong ha tenido que estudiar en su academia de cine a Buñuel. Don Luis ha sido uno de los grandes genios del cine universal y ha abordado repetidamente este encuentro entre menesterosos y ricos que tan bien retrata Bong. En esta entrega y con esta hipótesis de la hermandad Buñuel- Bong, lo que toca es comentar, tanto la película Parásitos, como algunas observaciones sobre Viridiana (1961). Desde mi parecer, gran parte del sustento que alimenta el cine del coreano, está en el cine del maestro de Calanda (Teruel). Quizá podamos comprender que Aragón y Corea, cinematográficamente hablando, están a un tiro de honda. En ambos filmes, lo que parece un juego avieso, acaba convirtiéndose en un delirio de suspense nivel Hitchcock, que acaba por deponer los valores sociales como hacía Buñuel cuando lanzó Viridiana (1961) a la España franquista (esta cinta fue Palma de Oro en Cannes, por cierto).
PARÁSITOS (2019). Gi Taek es el patriarca de una familia muy pobre que malvive con los suyos en un semisótano miserable de Seúl. Un día, su hijo Gi consigue entrar a dar clases particulares de inglés en casa de los señores Park, una familia rica. Con artimañas diversas, Gi logra ir introduciendo a su familia en los puestos de servicio de los Park.
El director Bong Joon-ho acierta a narrar de manera excelente una sucesión de acontecimientos tragicómicos y escenas ingeniosas, con un ritmo narrativo lleno de giros y una puesta en escena en el límite de lo creíble. Inteligente y sorprendente guion, con un argumento que destruye a los personajes de la historia, ricos y pobres, para pasmo del espectador.
Fotografía, música e interpretaciones de gran nivel. Hay crítica, causticidad y angustia que Bong hace más tolerable, gracias a incidentes rocambolescos y un fino humor que sirve a modo de sedante. Las relaciones conceptuales de la película entre otras son la idea entre los pobres de que los ricos son ingenuos y torpes; así como que los ricos viven en una confortable y blindada fortaleza sobre una colina, metáfora de la inexpugnable tierra prometida; y está presente también la picaresca de los pobres por alcanzar esa cima lujosa donde casi todo es posible. Pero hay más. Porque la película no es sólo un asunto de clases sociales, es sobre todo de supervivencia y de pisarse unos a otros.
Por eso aparece un tercer escenario. Los que están aún más abajo, los que están en peores circunstancias. Siempre hay alguien peor, como el sabio de Calderón que se alimentaba de hierbas y se preguntaba si habría otro más pobre y triste que él: “y cuando el rostro volvió/ halló la respuesta, viendo/ que otro sabio iba cogiendo/ las hierbas que él arrojó”. Así es, la cinta nos muestra también a personajes en peores circunstancias que los muy pobres. Diríamos los pobrísimos, los que peor acaban y los que más se revuelven contra el sistema.
En resolución, obra intensa que cambia casi en cada escena. Film donde todos parasitan y donde los pobres son gente de cuidado (igual que como ahora veremos ocurre en Viridiana). Película con un caudal sin fin de sustanciosas enseñanzas.
VIRIDIANA (1961). Viridiana (estupenda Silvia Pinal) es una joven novicia que visita a su tío don Jaime (excelente Fernando Rey), en su hacienda de la meseta castellana. El gran parecido existente entre Viridiana y la difunta esposa de don Jaime, fallecida en la noche de bodas treinta años antes, lleva a don Jaime a pedirle matrimonio a Viridiana. Ella rechaza la petición pero acepta sin embargo a vestirse con el traje de novia de la difunta. Don Jaime aprovechará esta ocasión para narcotizarla e intentar abusar de ella, aunque al final no se consuma el tal intento.
Cuando Viridiana se recupera y se dispone a regresar a su convento, descubre horrorizada que su tío se suicidó la noche anterior. La joven se siente culpable y renuncia a los hábitos para dedicarse a acoger y cuidar a los mendigos que rondan las posesiones de su tío. En esta decisión de realizar obras de misericordia, reúne Viridiana a trece de los mendigos más miserables de la ciudad (un borracho, un leproso, un hombre lisiado, un ciego, un enano enojado, una prostituta, etc.) y los trae a vivir a la finca. Pero esto no los redime, y se pelean una y otra vez a la par que se niegan a hacer las tareas que ella les encomienda.
Su rutina es esa labor hasta la llegada de Jorge (genial Francisco Rabal), heredero de las posesiones de don Jaime, quien viene acompañado de su amante para hacerse cargo de la hacienda, mudándose a la casa grande, mientras que Viridiana se va a vivir a un edificio anexo. El experimento de salvar pobres llega a su punto culminante cuando los mendigos, cuando están solos, montan un gran banquete donde comen, se emborrachan, se juerguean y finalmente derriban el comedor.
El filme transmite la noción de Buñuel de que nuestra naturaleza (instintos) siempre está dispuesta a aparecer y manifestarse de la manera más indecorosa. Entre los personajes, Don Jaime es en un hombre que deseaba pecar pero que carece de la inmoralidad necesaria. Tampoco el primo Jorge es una maravilla, ni Viridiana es tan cándida. Entonces, en realidad los mendigos sólo hacen que comportarse como el mundo les ha enseñado. He aquí las semejanzas de estos pobres con los de Bong, pues en Parásitos hay también una comilona y una juerga de los pobres cuando se quedan solos, que tampoco acaba bien, siendo el principio del fin. No es raro que Bong se haya fijado en esta película de Buñuel que, como la suya, tiene una visión sardónica de la naturaleza humana. En Buñuel siempre está el humor seco y mordaz.
Como escribe Morales: Otra obra maestra de Buñuel. Reparto de ensueño y un guion lleno de irreverencia, naturalismo, surrealismo, humor negro y tragedia, para una historia inolvidable e imprescindible. Magistral. Película esta, en fin, realizada por una mente poderosa e independiente que huye de esas mentiras reconfortantes que buscan sanear la conciencia. Bong conoce a Buñuel con casi toda seguridad; y no lo ha dicho.