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El cine de ficción adolece de obras que aborden la Prehistoria seriamente. Se han hecho infinidad de películas sobre esta temática pero de humor o sexis, desde el cine mudo hasta los años setenta (La vida del hombre primitivo, 1914 de D.W. Griffith; Las tres edades, 1924, de Buster Keaton y Edward F. Cline; Hace un millón de años, 1966 de Don Chaffey, con Raquel Welch como reclamo; Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, 1970, Val Guest; o, Cuando las mujeres tenían cola, 1970).

Entre las películas más sensatas sobre el tema, referidas al Paleolítico sobre todo, hay tres obras paradigmáticas que han intentado reconstruir fidedignamente este período basándose en novelas y con aportes de la Paleontología: En busca del fuego (1981) de Jean-Jacques Annaud; El clan del oso cavernario (1985) de Michael Chapman; o, Ao, le dernier Néandertal (2010) de Jacques Malaterre.

Del Neolítico y la Edad de los metales hay un largometraje teñido de mitología que se desarrolla en una isla griega: Su majestad Minor (2007) también de Annaud; sin olvidar la cinta de Emmerich, 10.000 B.C. (2008); y más recientemente, el film sobre la Prehistoria, próximo a la ficción y al divertimento, pero de innegable mérito: Alpha (2018), de Albert Hughes. Estas cintas reflexionan sobre cómo pudieron haber sido aquellas épocas pretéritas, algunas con fundamentos antropológicos y paleontológicos, aunque lo más relevante de estos filmes es exponer cómo se reproducen las ideas sobre la Prehistoria en el imaginario colectivo. Pues realmente no es fácil, ni siquiera para los expertos, conocer fielmente aquel mundo ignoto que, como todos, tendría sus luces y sus sombras y en el cual la supervivencia era la clave.

La Prehistoria en el cine

El director Roland Emmerich ha declarado que el cine no ha logrado reflejar de forma fidedigna las primeras etapas de la humanidad. Además, este cine intenta y no siempre con éxito, trenzar referentes históricos y arqueológicos y del making-of, como forma de ejemplificar la relación entre realidad y ficción en la construcción del relato fílmico, en tan antiguas épocas. Pues aunque la investigación de la Prehistoria y la creación fílmica quieren ir de la mano y se nutren mutuamente, y aunque el cine se asiente en conocimientos científicos, también fija ideas y narrativas extendidas socialmente que lo condicionan; lo cual determina y distorsiona en las películas sobre el tema, las hipótesis del trabajo científico.

En esta entrega referiré dos películas. La primera es para mí la mejor, En busca del fuego (1981); pero por su novedad, efectos especiales y divertimento, me refiero también a la película Alpha (2018). Cada una en su estilo, son meritorias e interesantes.

EN BUSCA DEL FUEGO (1981).

EN BUSCA DEL FUEGO (1981). Este film del canadiense de Jean-Jacques Annaud es una obra cuya temática y personajes reflejan, con el asesoramiento de expertos, cómo pudieron ser nuestros antepasados y los intercambios culturales que tuvieron entre las distintas tribus. Estamos en el Pleistoceno Superior, unos 70.000 años atrás.

En aquel tiempo convivían diversas especies humanas y animales, algunos peligrosos. Un clan de neandertales dependientes del fuego, saben cómo mantenerlo encendido pero no conocen la técnica de producirlo. En el ataque de una horda homínida más primitiva se apaga el rudimentario cesto donde guardaban la llama que tenían. Ahora se sienten indefensos y ateridos de frío. Para recuperar el fuego envían a tres machos jóvenes para recuperarlo. En su viaje se suceden muchas aventuras: son atacados por dos “dientes de sable”; se enfrentan a otras tribus; rescatan a Ika, una joven de la tribu Ivaka que les enseñará a reír, a realizar el coito cara a cara y muchas cosas más como a hacer el fuego frotando una astilla de madera. La película se desarrolla sin lenguaje, apenas gruñidos.

Es una cinta que atrapa, distrae y emociona, y sabe narrar con veracidad muchos aspectos antropológicos. Entre ellos el intercambio de los machos neandertales con otras especies sapiens más evolucionadas. Excelente película que despierta la curiosidad sobre muchos aspectos científicos de nuestros antepasados. Además es todo un placer estético y visual que nos introduce en ese mundo de la prehistoria, tan salvaje y agreste, que puede incluso resultar inquietante. Annaud hace una encomiable dirección introduciendo elementos de inclemencia, incomunicación, escenas cómicas y momentos poéticos y transcendentales. Escenarios reales muy espectaculares. Como magnificas son la fotografía de Claude Agostini y la música de Philippe Sarde; sin olvidar las consumadas actuaciones del trío Everett McGill, Nameer El-Kadi y Ron Perlman. En suma, un film de los que no se olvidan.

 

ALPHA (2018).

ALPHA (2018). Cinta con imágenes efectistas que cuenta el origen de la amistad entre el hombre y los cánidos. Cuenta una aventura épica, una trama supervivencial que se sitúa 20.000 años atrás en época de las glaciaciones. Una tribu parte a cazar y el hijo del jefe cae por un barranco y es dado muerto. Pero el joven, al despertar en mal estado aprende a sobrevivir al frío y a las inclemencias acompañado de una loba malherida y abandonada por la manada. Con el tiempo, ambos aprenderán a confiar el uno en el otro, convirtiéndose en aliados hasta que el joven y la loba llegan a su tribu y a su casa, exhaustos.

Es la primera película dirigida en solitario por Albert Hughes, que apuesta más por la imagen que por el texto. Los diálogos son en un idioma incomprensible y ancestral indo-americano. Magníficos paisajes que hacen de la naturaleza el tercer personaje de la historia. Un cuento sobre la transición a la madurez, narrado con voluntad clasicista. Bonita la música y excelente fotografía de Martin Gschlacht con drones, mucha cámara subjetiva (POV) e imágenes de síntesis.

Carece de rigor antropológico y su empeño de apariencia cientificista resulta increíble por multitud de detalles, desde los antropomórficos, pasando por el lenguaje, que incluso expresa sentimientos o tiene alocuciones morales impensables para la época de que se habla, continuando por la relación del joven con la loba, más propia de una producción Disney. Pero bueno, lo principal en esta obra es impresionar al espectador. En el reparto lo más meritorio es Kodi Smit-McPhee, que consigue con éxito mantenerse en plano durante toda la película.

Hay una sorpresa al final vinculada al concepto de “macho alfa” y, en su conjunto, es una historia interesante filmada con brillantez.

 

Conclusiones y reflexiones para los lectores

La Prehistoria es un período oscuro del que resta mucho por descubrir. La Prehistoria va desde la aparición de los primeros antecesores del “homo sapiens”, hasta el momento en que tenemos documentos escritos. Los primeros escritos fueron encontrados en Oriente Próximo hacia el 3300 a. C. Y ocurre que antes de la escritura es difícil conocer acontecimientos, creencias o cómo pensaban aquellas personas.

Son los arqueólogos, paleontólogos o antropólogos quienes se dedican a investigar restos y vestigios (instrumentos, construcciones, pinturas rupestres o huesos) de aquellos seres. Tal el caso del yacimiento en Atapuerca (Burgos), que contiene algunos de los restos humanos más antiguos de Europa. Pero las investigaciones sobre la Prehistoria son difíciles. A mí me gusta compararlas con las que realiza un detective que basa sus conclusiones en pruebas o indicios. Actualmente se ha progresado mucho gracias a las nuevas técnicas y formas de estudio con reactivos, escáneres, el examen del Carbono 14 o las investigaciones en biología evolutiva. Pero lo cierto es que desde que a finales del siglo XIX nacieran los estudios científicos sobre la Prehistoria, el pasado remoto de la humanidad no ha parado de cambiar.

Cuanto más sabemos, más misteriosos resultan los orígenes de nuestra especie y todavía más misteriosas son sus manifestaciones artísticas o de otra índole. Llevando el asunto al cine, las películas sobre esta temática responden más bien a las fábulas que el hombre ha ido elaborando sobre esta etapa de la humanidad; más ficción que ciencia, pues incluso a la misma ciencia le queda mucho por desvelar. Sobre preguntas como, “de dónde venimos, quiénes somos o a dónde vamos”, todavía queda mucho por decir, si es que algún día podemos responder de forma certera a tan intrincadas interrogantes. Este es el misterio que inspira y late en el fondo de las películas que he comentado.