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La mayoría del cine sobre competiciones con autos ha sido realizado en los EE.UU. Es un cine trepidante, de alto voltaje, pero que no olvida la vida familiar y sentimental de sus protagonistas, sobre todo de los pilotos. Hay diversidad de películas sobre competición de coches de carreras y hago aquí un repaso que no pretende ser exhaustivo, pero sí representativo de este tipo de cine con las categorías ‘Fórmula 1’, ‘24 horas de Le Mans’ y alguna otra modalidad. De los años sesenta o setenta hay clásicos del automovilismo tipo Grand Prix (1966) de John Frankenheimer; 500 millas (1966) de James Golstone; o la carismática, Las 24 horas de Le Mans (1971) de Lee H. Katzin; más recientemente Días de trueno (1990) de Tony Scott; o del tipo documental, Senna (2010) de Asif Kapadia; McLaren: la carrera de un campeón (2016) de Roger Donaldson; o, Ferrari: carrera a la inmortalidad (2017), de Daryl Goodrich. Todas ellas obras de notable calidad y muy intensas que tocaban la fibra del espectador, tanto por su espectacularidad como por su trepidante ritmo.

Carreras de Coches

Últimamente hemos podido disfrutar de dos películas que a mí particularmente me han gustado mucho, películas buenas que no desmerecen en nada a las que antes he mencionado, al contrario, son filmes de talla. Las dos películas que he elegido para esta entrega son, la primera Rush (2013), una cinta que bien puede servir para recordar a Nikki Lauda, un corredor de los que salen pocos, un hombre honesto, centrado psicológicamente y muy profesional, tres veces campeón de Fórmula 1 (1975, 1977 y 1985), que nos dejó recientemente el 20 de mayo de 2019. La otra es un estreno de hace unas semanas, Le Mans ’66 (2019), la historia real y muy relevante para el mundo del automovilismo, de dos personajes reales, Carroll Shelby diseñador de coches y Ken Miles un gran mecánico y piloto, que consiguieron en muy poco tiempo avances de enorme trascendencia para este deporte de las cuatro ruedas, con el patrocinio de la firma americana Ford.

LE MANS ’66 (2019).

LE MANS ’66 (2019). Película técnicamente impecable dirigida meritoriamente por James Mangold, un auténtico drama deportivo teñido de épica y engrandecido por escenas de carreras automovilísticas y subtramas paralelas de unos personajes obsesivamente entregados al mundo del motor. Ingenieros, mecánicos, pilotos y proyectistas norteamericanos liderados por el visionario Carroll Shelby (Damon) y su amigo el piloto británico Ken Miles (Bale).

Bajo el patrocinio de Henry Ford II la misión de este equipo era construir un coche partiendo de cero, para destronar el dominio de la mítica marca italiana Ferrari en el Campeonato del Mundo de Le Mans de 1966, una carrera que dura 24 horas en la que juega tanto la mecánica como la pericia del conductor. Es una cinta sobre la relación existente en aquellos tiempos entre el deporte y la idiosincrasia de países y marcas como EE.UU.-Ford ‘versus’ Italia-Ferrari; formas diferentes de enfocar la vida y la industria del automóvil, a la vez que exponente de competitividad. El deporte como acontecimiento social y político. Y sobresaliendo a mayor gloria USA, el estilo de vida americano, el capitalismo rampante, las ambiciones, el patriotismo y el esfuerzo made in USA.

Tiene la cinta un buen guion con diálogos espirituales sobre los sublimes efectos de conducir un bólido a siete mil revoluciones por minuto, punto en el cual el piloto se siente ‘ingrávido’ sobre un carro que quisiera volar. La puesta en escena es magnífica, carreras rodadas con frenesí a pie de asfalto, ritmo vertiginoso, montaje vibrante.

El producto Mangold no cae en los tópicos de la industria hollywoodiense más tradicional. En lo que atañe al reparto destaca un sobrio pero bien plantado Matt Damond que llena pantalla con su pinta de tejano sensato y cerebral; y un Christian Bale plan británico que sobreactúa (y bien) como mecánico y piloto díscolo e incontrolable. Y flotando en la atmósfera de la sala de proyección, la mítica victoria de los coches Ford, lo cual, una vez destronado Ferrari, serviría de plataforma a la marca norteamericana para lanzar al mercado una línea de coches más deportivos y atractivos de cara a un público joven.

 

RUSH (2013).

RUSH (2013). Muy bien dirigida por Ron Howard, la película trata sobre la vida del sin par corredor de Fórmula 1, el austriaco Nikki Lauda, y la rivalidad que en los setenta mantuvo con el británico James Hunt. Cuenta con un guion bien escrito por Peter Morgan que narra de forma fidedigna la vida del mítico piloto.

Hay diálogos muy interesantes entre el parco Lauda y el tipo ligero y vividor que fue James Hunt, diálogos que reflejan los dos polos opuestos que quedan perfectamente definidos en frases de la película como estas que aquí transcribo: - James Hunt: “¿De qué sirve el éxito si no puedes disfrutarlo?”; - Niki Lauda: “La felicidad es el enemigo, te debilita”. A mí, que recuerdo la historia de Lauda, me parece que el film consigue vertebrar y dar una imagen fiel de la vida y la trayectoria de este legendario piloto que en su momento sufrió un importante accidente del que sobrevivió por muy poco, si bien saldría con el rostro quemado y muy desfigurado.

Se trata de una película que puede interesar no sólo al público aficionado a la Fórmula 1, sino a todo tipo de público, pues narra un estilo de vida, una historia veraz, las razones y motivos de un deportista de élite, Lauda, y su rivalidad con su principal oponente allá por 1976, el piloto Hunt, todo un vividor y mujeriego. En el reparto, los dos actores pricipales, Daniel Brühl y Chris Hemsworth, no sólo guardan un gran parecido físico con Lauda y Hunt respectivamente, sino que ambos consiguen excelentes trabajos interpretativos. Anthony Dod Mantle, con una vertiginosa cámara y una atractiva fotografía, hacen deslumbrante el film, sobre todo en la parte final del metraje.

Es una cinta que pone de relieve cómo en aquellos setenta se ponía en serio riesgo la vida de los pilotos de automóviles, enfrentándose a la muerte constantemente por la mala organización y los primitivos estados de los circuitos, amén de los coches, aún sin muchas medidas de seguridad. Además, trata también el tema de la rivalidad en el deporte de la alta competición, algo fundamental para la consecución de objetivos de alto nivel. Y las carreras se plantean con la espectacularidad densa de las originales. En esta obra hay humanidad con su punto de emoción y el perfilamiento de un personaje, Nikki Lauda, que más allá de las carreras de coches e incluso en ellas, era todo un personaje, encomiable en muchos aspectos.