Daniel Bastida (Desde La Pasarela).- ¿Qué es lo que entienden exactamente algunos por un gobierno de progreso?, se pregunta la gente. Pues ni idea.
Hagamos cábalas: ¿será quién recauda uno de los impuestos más altos de la provincia? ¿El que en cuatro años no es capaz de elaborar ningún plan de empleo local y se consuela con las migajas laborales para los desempleados de la ciudad provenientes del gobierno regional? ¿Puede ser el que perjura que no hay dinero en la caja para pagar los fines sociales de los ciudadanos que ayudan a levantar la ciudad? ¿Quizás sea el que te remite al manido “hay que abrocharse el cinturón” pero luego despilfarra torpemente y mucho? ¿O tal vez el que dispone de un gobernante con siete cargos de confianza, uno con retribución anual de 30.642,50 euros, otro de 26.965,40, y cinco más de 22.150,07 euros cada uno y abonadas en 14 pagas?
Parafraseando la cita del presidente Lincoln, diremos que en la ciudad de El Puerto se puede engañar a todos alguna vez, o engañar a algunos siempre, pero no se puede engañar a todos siempre, y ya, por fin, algunos muchos están manifestando su disconformidad de manera pacífica y con sentido común.
Sufren y padecen la regañina popular y se siguen empecinando en pintarnos los mundos de Yupi en colorines utilizando eufemismos políticamente correctos. El pueblo no es tonto, oiga.
Posiblemente se reste importancia a unos pocos “jartibles” indignados que solamente hacen vociferar pues dicen sentirse estafados pero, cuidadín, que los mismos de la sonrisa impuesta y las palmaditas en la espalda pueden estar cavando sin saberlo su propia tumba política.