La bodega Osborne en El Puerto.

La bodega Osborne en El Puerto.

Javier Bello (Tribuna libre).- A veces podemos observar como la osadía llega a ser ridícula y lo triste es cuando esa insolencia llega a las instituciones, en este caso al Gobierno Municipal que debiera regir por el bienestar de todos los portuenses y no por contentar ideológicamente a una minoría de portuenses que siempre tuvieron muchas ganas de revanchismo contra todos los que piensen de manera diferente a ellos, aún sin ser culpables de sus fracasadas ideas y sin haber hecho absolutamente nada para perjudicarles, sino simplemente personas que un día formaron parte de la sociedad portuense y que trajeron tanta riqueza cultural, patrimonial, económica e industrial a la ciudad.

Si hablamos de una de los apellidos más conocidos en El Puerto, nadie duda de los Osborne, y para hablar de ellos cabe destacar a Don Juan Nicolás Osborne Böhl, Primer Conde de Osborne.

Reconozco que no soy un conocedor absoluto de la historia de la familia Osborne en El Puerto, pero a través de diferentes escritos y artículo de revistas históricas, he podido descubrir que Su Santidad PIO IX le concedió en el verano de 1869, cuando contaba con 40 años de edad, el título pontificio de Conde de Osborne, dignidad que mantuvo hasta su fallecimiento, ocurrido en París, donde residía en 1897, el mismo año en el que nacía en El Puerto su sobrino nieto Ignacio Osborne Vázquez quien, pasando los años, se convertiría en III Conde de Osborne, sucediendo a su padre Tomás Osborne Guezala, albacea y heredero de Juan Nicolas que obtendría de Su Santidad León XIII reedición del mismo título que su tío veinte años después, en 1889, con carácter hereditario.

Con respecto a la polémica surgida en la ciudad con respecto a la nueva forma de llamar a las calles, tengo que destacar que tanto De la Encina como concejal de Memoria Histórica, Matilde Roselló, han demostrado su absoluto desconocimiento de la historia de nuestra ciudad, dejándose llevar por el revanchismo, el odio y las ganas de abrir heridas que en este caso jamás existieron.

Este humilde concejal ha sido capaz de obtener un nomenclátor de calles de El Puerto que data de 1936 y a través de este se nos hace saber que la calle aún rotulada con un azulejo al Conde de Osborne se la pusieron por acuerdo firmado el 15 de Junio de 1927, siendo Rey de España, Alfonso XIII, lo que demuestra que este nombre no fue otorgado ni por un gobierno republicano y ni muchísimo menos por uno franquista.

Si el señor De la Encina y la revanchista Roselló, pensaron que así honraban la Memoria Histórica, lo único que consiguen es deshonrar la Historia de nuestra ciudad porque, con las fechas históricas sobre el callejero portuense que he aportado en este artículo, queda demostrado que la calle Conde de Osborne no tiene ningún reflejo al pasado franquista de nuestro país, sino a una familia honrada y admirada por El Puerto de Santa María.

Cuando el III Conde de Osborne, D. Ignacio Osborne Vázquez, fue Alcalde esa calle llevaba llamándose así más de una década, y está demostrado que con 29 años el señor Ignacio Osborne aún no había hecho mérito alguno para merecerse una calle, por lo que es una realidad que el nombre de la calle hace referencia al I ó II Conde de Osborne.

Es más para seguir facilitándole información a De la Encina y su gobierno radical le diré que el Alcalde que otorgó el nombre de la calle fue D. Alfonso Sancho Mateos que gobernó en la ciudad desde 1924 a 1930, quizás otro honorable señor que no tuvo reminiscencias franquistas en su mandato municipal.

Finalizo por tanto destacando que los únicos totalitarios que hoy tenemos en El Puerto son De la Encina y sus concejales, en este caso la señora Roselló, que ante su desconocimiento pretenden borrar una parte de la Historia de El Puerto, que nadie les ha pedido que toquen, porque me reitero el Conde de Osborne fue un hombre del siglo XIX, en el que aún nadie estaba pensando en lo que pasaría a mediados del XX.

Es una auténtica vergüenza tener a gobernantes en El Puerto que ni tan siquiera conocen la historia de la ciudad, aunque claro, De la Encina ni siquiera es portuense.