
“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.
Hay un cine oriental pausado y espiritual que explora temas profundos como la vida, la muerte, el amor o la iluminación, con un enfoque introspectivo y muy vinculado con la naturaleza. A menudo a través de narrativas visualmente impactantes y contemplativas.
Hoy me refiero a dos de estas películas: Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela (2024), de P. Boonnitipat, y El árbol de las mariposas doradas (2023), de Ph. Thiên Ân.
CÓMO HACERSE MILLONARIO ANTES DE QUE MUERA LA ABUELA (2024). Comedia dramática tailandesa que poco te va atrapando sin darte cuenta, con aspectos que abordan la vida y la muerte con una naturalidad y una sencillez insólitas.
Con un estilo cuasi documental, parece como si la cámara estuviera atrapando una historia que ocurriera en forma real, sin artificios en una cinta tosa sorpresa.
El comienzo
Al inicio estamos en el día de los difuntos en Tailandia. Amah (Seamkhum), la abuela y matriarca, disfruta particularmente de la belleza y la paz del cementerio, mientras recorre sus tumbas en el Phi Ta Khon (día tailandés de muertos).
Ante el pedido de la anciana de esparcir pétalos por el jardín circundante, el joven nieto “M” vacía las bolsas con desgana. Amah reniega por cumplir los rituales con desgana.
Una semblanza de los tiempos que corren
Hay una denuncia explícita al estilo de vida actual y la obra es un retrato social del estado de las familias y las diferencias generacionales que las atraviesan actualmente.
Pues bien, después de ese día de luto y de un accidente que precipita a Amah a la guardia del hospital, unos estudios médicos revelan que tiene un cáncer terminal.
Para el ocioso “M”, esto se convierte al principio en un motivo oportunista para cuidar a la abuela y quedarse con la modesta casita en el barrio chino de Bangkok: la oportunidad para su futuro.
Cómo es la historia
La historia es, en parte, la vida del joven “M”, un muchacho indolente que pone el ojo en ganar dinero sin mucho esfuerzo. Puesto el ojo en el patrimonio de la yaya, decide dejar los videojuegos e ir a cuidar de la anciana. Pero ganarse a la abuela no es fácil. Es una mujer fuerte y exigente.
Pero la abuela, amén de firme, es una mujer entrañable, lleva con buen talante la existencia. El joven “M” sabe que, dentro de poco, esa mujer enferma se habrá ido.
A medida que pasen los días, el joven comenzará a ver más allá de su propio interés y valora poder reconectar con su Amah en sus últimos momentos. Está atento a los relatos de la mujer y centra su interés en ella.
La relación entre abuela y nieto se trasforma. La mujer empieza a comprenderlo, y él aprenderá a respetarla y sentir compasión por ella. En el camino se revela poco a poco la historia familiar, con sus intereses, hipocresía y sacrificios.
La película
Película tailandesa con una dirección pausada de Pat Boonnitipat y llevada con sensibilidad y habilidad narrativa. Mantiene los silencios o sostiene el plano para aprovechar las sonrisas y las miradas tiernas. El guion del propio Boonnitipat junto a Thodsapon Thiptinnakorn, mezcla drama, humor y toca la fibra sensible. Las escenas cómicas están bien equilibradas, de manera fresca y original.
Además, el filme representa un mundo concreto a partir de rituales y acciones, una forma de vida, la de la anciana Amah, que parece se extinguirá con su ida. Descubre la historia que en su pasado debió afrontar sola la crianza de sus hijos vendiendo sopa de arroz, tarea que todavía realiza.
Hay también costumbres propias de la cultura tailandesa, aspectos como la importancia de la parcela en el cementerio como espacio de homenaje familiar, los templos y sus dioses.
Reparto y otros aspectos técnicos
En el reparto, asombrosos actores naturales y expresivos. El actor y cantante tailandés Putthipong Assaratanakul (conocido como Billkin), encarna magistralmente al joven “M”, mostrando la transformación de un muchacho egoísta en alguien que empieza a valorar las relaciones familiares.
El segundo pilar es la actriz tailandesa no profesional Usha Seamkhum, que da vida magistralmente a la anciana Amah, una mujer de raíces chinas que vive una vida sencilla vendiendo sopa casera.
Acompañan otros artistas como Sanya Kunakorn (padre de “M”); Sarinrat Thomas hace un gran trabajo como la madre del joven; o Pongsatorn Jonwilak, como el hermano adicto al juego.
Qué vemos
Lo que vemos no es algo que podamos entender bien. Porque de lo que vemos, sólo una parte se puede narrar, la otra está oculta a los ojos del espectador, porque habla del amor profundo y de Dios.
Película que trata la muerte cara a cara, la vence y la supera. Filme que va de milagro, y se acerca a un insondable misterio para dejarnos discurriendo. Hay en el metraje teoría de lo cíclico. Vida y muerte en una danza permanente, repitiéndose una tras otra.
Hay también sorpresa cuando la abuela decide dejarle la casa, no a “M”, sino a su hermano, el empedernido jugador y muchacho endeudado (Jonwilak). “M”, furioso con la abuela le dice que es tonta por haberse equivocado al elegir a su hermano como heredero.
Pero no tardará “M” en recibir, tras la muerte de la abuela, una gran suma de dinero a su nombre. Entonces recuerda que de muy niño Amah le prometió abrir una cuenta para él. Turbado y agradecido “M” compra una parcela de tierra grande y ajardinada, para que sirva de lugar donde depositar sus restos.
Cerrando con notas musicales y fotografía
La emotividad es potenciada con el recurso de la música, a través de una pieza de piano compuesta por Jaithep Raroengjai, melodía minimalista y emocional. La fotografía de Boonyanuch Kraithong captura la atmósfera de la cinta, una suave iluminación nostálgica.
Obra que mezcla elementos espirituales con realismo social y comedia, una obra poética contada con los simbolismos que rodean la muerte, la memoria y la trascendencia.
Revista ENCADENADOS
EL ÁRBOL DE LAS MARIPOSAS DORADAS (2023). Película de carretera plena de belleza, de emoción, de misterio, de interés a cada paso del viaje-metraje. Película maravillosa, humana, mística, un filme de acompañamiento pausado a un hombre joven que vuelve a su pueblo natal para enterrar a su cuñada, y hacerse cargo de su sobrino. Debe buscar al padre del niño, su hermano, desaparecido hace años.
Película escrita y dirigida por el vietnamita Pham Thiên Ân, fue una de las revelaciones del Festival de Cannes 2023, en el cual, esta ópera prima logró la Cámara de Oro, que premia al mejor debut en el cine.
Toda la vida, incluida la muerte, está en el largo y continuado plano que abre el filme de Thiên Ân. Comienza en el centro de la ciudad de Saigón, en un bar donde la gente ve un partido de la Copa del Mundo de 2018 y un grupo de jóvenes beben y hablan temas de fe en clave de hastío.
Thien (Le Phong Vu) es un hombre joven callado y taciturno, ajeno a la conversación sobre espiritualidad. Continúa la larga escena con una repentina tormenta de verano y un golpe metálico y sombrío, mientras la cámara enfoca un accidente fatal de motocicleta. Pequeño alboroto de los preocupados transeúntes, y Thien que se queda quieto.
Será más tarde, cuando en un SPA, en pleno masaje erótico, se entera que la víctima del accidente de moto fue su cuñada Hanh y el sobreviviente, su sobrino de cinco años, Dao (Nguyen Thinh).
Manera agria y sarcástica de entrar en una tragedia que señala desde el comienzo una búsqueda psíquica y trascendente, con cambios de tono deslumbrantes y la perspectiva de un largo camino, manejado todo desde una confianza firme como un noray.
Tras la muerte de su cuñada, Thien será quien cuide y guarde a su sobrino, el pequeño Dao, cuyo padre está ausente desde años atrás. El joven y el niño dejan la ciudad acompañando el cadáver de Hanh a su aldea natal. En ese lugar remoto, dentro de una comunidad cristiana, los rituales de entierro y duelo se observan con un sentido profundo y gran fervor.
Thiem tiene una reunión con un antiguo amor, una muchacha que ahora es monja en la escuela de su convento. Allí acaba matriculando a Dao. Aunque sus ideas sobre lo divino son dispares.
El director Pham tiene reservado para el protagonista, más que asuntos de redención y renovación espirituales, una compleja búsqueda de significación vital.
El entorno para esta aventura es la frondosidad de los paisajes rurales vietnamitas, donde cumplen su papel crucial las composiciones maravillosas del director de fotografía Dinh Duy Hung, que sabe pintar la verde espesura de unas florestas pujantes.
Hay algo muy llamativo para una película que dura 182 minutos, con un tempo muy lento, como que fuéramos siguiendo al personaje, sus contados diálogos, pues bien, en ningún momento resulta tediosa. Todo lo contrario, cautiva la historia, que es una historia en la nada y librada al azar.
Los pocos personajes que salen en pantalla, como un viejo excombatiente de la guerra de Vietnam (que es quien se encarga de amortajar a la cuñada), la monja, los familiares de la fallecida, y también el paisaje obran como otro protagonista más, todo tiene un sentido preciso y envuelve el relato.
Hay igualmente un extraordinario sonido estratificado y un rumor febril (no hay música, salvando alguna escena de karaoke) que garantiza que incluso las escenas reflexivas se sientan habitadas por un ecosistema vegetal espeso.
Más que diálogos humanos, hay un diálogo tejido por la participación del ganado, el canto de los pájaros, el viento, el goteo del agua o la charla. Estas fuentes tangibles conectan con la tierra, incluso cuando el sentido del tiempo de la película parece derrumbarse.
Una novia de Thiem, en un encuentro con él, tras apasionado abrazo y sentido beso, se aparta, permanece pensativa y le dice: "No puedo existir simultáneamente en la luz y en la oscuridad". Cual concepción fragmentada y elástica de una identidad espiritual.
Hay misas católicas muy interesantes y devotas, cantadas. El oficiante y los feligreses, separados mujeres de hombres, se entregan a una fervor absoluto y pleno. Este debut de Pham Thiên Ân es condensación de un relato realista a otro más misterioso.
Hay que pensar que el sinsentido de la muerte mueve la historia: la muerte de la cuñada, la del pajarillo que criaba en su casa Thiem o la muerte que rodea la vida del anciano que amortaja a los cadáveres.
Están los encuentros del protagonista con diversos personajes, como una anciana a la que le pregunta por su hermano y con la que tiene un sustancioso y breve diálogo en el cual ella le habla de la insignificancia temporal del dolor frente al sentimiento de eternidad y de los caminos que permiten un reencuentro con las propias almas.
La cinta tiene un registro documental. Por empezar está protagonizada por actores no profesionales (Nguyen Thi Truc Quynh, Le Phong Vu, Vu Ngoc Manh y Nguyen Thinh), y nos muestra la realidad social y antropológica de una minoría católica, la misma de la que proviene el propio cineasta, y que reconectará Thien en su particular regreso a sus orígenes.
Delicada película que tiene un intenso sentido de la belleza plástica y apuesta por un cine sentimental y de la imagen. Pero también, un cine que es el último vestigio de una cinematografía sencilla, esencial, pura.
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