“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

Hoy toca hablar de películas de motos chopper, motocicletas estadounidenses construidas por tipos duros con chaquetas de cuero y clubes del que forman parte gente entre  violenta y en ocasiones, hippies.

Me voy a referir a Bikeriders. La ley del asfalto (2023), de J. Nichols; Easy Rider (Buscando mi destino) (1969), de D. Hopper; y Salvaje (1953), de L.  Benedek.

BIKERIDERS. LA LEY DEL ASFALTO (2023). Ambientada en los años 60, sigue el ascenso de un club de motoristas del medio oeste, "Los Vándalos”. El club pasa, en el transcurso de una década, de ser un lugar de reunión para forasteros locales, a convertirse en una banda siniestra, que amenaza el modo de vida tradicional.

Las motos de esta obra son chopperes típicamente americanas, y el “club”, una genuina pandilla. El director Jeff Nichols proviene de Arkansas y tiene un buen conocimiento de la vida y las actitudes de la América profunda. Con esta cinta Nichols nos lleva a las afueras de una gran ciudad, para adentrarse luego en el microcosmos social de un club de motociclistas del área de Chicago.

Aunque el grupo es de ficción, varios de sus miembros como Johnny (Hardy), Benny (Butler), Cal (Holbrook), Zipco (Shannon) o el comedor de insectos Cockroach (Cohen), han sido inspirados en la colección de fotografías de Danny Lyon de 1968, The Bikeriders, libro cuyas imágenes en blanco y negro sirven como guía para la imaginación de Nichols.

Los personajes de Lyon parecen duros, pero no intimidan y le dieron la bienvenida al fotógrafo a sus filas. Comienza con una mujer llamada Kathy (Comer). También incluye a Mike Faist, el joven fotógrafo estrella de West Side Story, a quien se ve sacando fotos o poniendo un micrófono en la cara de sus personajes.

La cosa es que el grupo de moteros del filme no tarda en convertirse en una pandilla peligrosa. Y a medida que crece, los conflictos aumentan, con una serie de eventos dramáticos que ponen en peligro la cohesión del propio grupo.

La película se centra en los personajes principales, Kathy (Jodie Comer) y Benny (Austin Butler), quienes navegan por medio de la complejidad de su relación dentro del turbulento entorno de la pandilla.

Es de destacar la dirección de Jeff Nichols y un reparto de calidad.  Austin Butler, Jodie Comer y Tom Hardy son dignos de elogio por sus trabajos, con Hardy y Comer llevando el peso de la película. Sus actuaciones son poderosas y conmovedoras y la química entre ambos añade una capa adicional de tensión y emoción.

El guion se adecúa a la narrativa, siendo este estreno comparable a otros títulos sobre moteros. Aunque no aporte nada nuevo al género, sin embargo, la representación de la época y la exploración de la cultura de las motos es meritoria.

La fotografía de  Adam Stone y el diseño artístico y de producción aciertan a retratar la esencia de los años 60. La película utiliza una paleta de colores que evoca la nostalgia y el estilo de vida de aquel tiempo, creando una atmósfera visualmente impactante.

Se hacen presentes temas como la libertad, la rebelión y la transición de la inocencia a la violencia, pues los nuevos miembros del club aventajarán en dominio y agresividad a los veteranos. La exploración de la identidad individual frente a la lealtad al grupo es un tema central de la trama.

Película que mezcla drama y acción, con una sólida dirección y actuaciones destacadas, y que ofrece una mirada interesante de los moteros sesenteros y la dinámica de estos grupos. Buen reflejo de una era y un estilo de vida, en una historia plena de autenticidad y emoción.

 

EASY RIDER (BUSCANDO MI DESTINO) (1969). Película de culto y con reflexiones políticas, donde dos jóvenes melenudos y bohemios de los años sesenta se disponen a hacer un viaje en moto choppe, de Los Ángeles a Nueva Orleáns.

Road movie, experiencia iniciática de los protagonistas en buscando conocer las nuevas formas de vida joven. La intención es simple: descubrir su país, Estados Unidos, haciendo kilómetros, visitando pueblos y ciudades diferentes, y conociendo gente diversa.

Al inicio, en territorio mexicano-fronterizo, en el Bar La Contenta, un mafioso mexicano les entrega "mercancía", o sea cocaína padrísima. Acto seguido ambos acuden a revendérsela a un ciudadano de Los Angeles, un tal Connection (Phil Spector) a bordo de un flamante Rolls Royce negro.

Tras vender la cocaína, Billy (Dennis Hopper) y Wiatt (Peter Fonda) (alias “Capitán América”) adquieren unas espectaculares Choppers (HD Hydraglides hechas artesanalmente para la ocasión) y se convierten en dos jinetes modernos.

Tras asistir a la fiesta del Mardî Gras en Nueva Orleans, reanudan el viaje en el que se van encontrando con personajes de todo tipo: un ranchero y su familia, un autoestopista hippie, "Stranger" (Luke Askew), donde hay un itinerante grupo de teatro ("Gorilla Theatre") y allí descubrirán el término "easy rider" al comprobar cómo las mujeres comparten ratos de placer a cambio de mercancía lisérgica (LSD), de manera emancipada y totalmente libre.

Cuando continúan viaje son arrestados en un pueblecito por desfilar en un carnaval del camino sin autorización. Su compañero de celda, un abogado alcohólico, George Hanson (Jack Nicholson), con la ayuda paterna logra sacarles de la cárcel sin que los pelen al cero, para luego unirse a ellos. Los tres juntos, ya en Lousiana, sufrirán la continua afrenta de los lugareños. Hanson será asesinado a machetazos durante una acampada nocturna.

Tras otras aventuras, rumbo a Florida ambos son atacados por dos hombres brutales, fanáticos y propiamente analfabetos del lugar, lo que podemos llamar frikis rednecks, con consecuencias dramáticas que ahora no desvelo, para quien quiera ver la peli.

Vi esta película hace añares y recuerdo siempre cuando uno de los motoristas le pregunta al otro: “¿A ti quién te gustaría ser?”; y el otro responde: “El cerdo Porky”. Y a mí todo ese rollo de hippies marihuaneros y de tripis, melenas largas, a su bola, rebeldes, pero no violentos, pasando mucho y todo eso, me parecía genial. Y no digamos el fantástico viaje a bordo de aquellas dos Choppers ("vestida" entera de la bandera norteamericana una, y de color rojigualda la otra), a través del suroeste de los EE. UU.

Vista ahora es un icono del cine underground, cine alternativo a la cultura oficial. Es ya una cinta emblemática. Un viaje a ninguna parte, y la crónica de varias muertes anunciadas, años sesenta, cuando en la América profunda los hippies  y los melenudos eran considerados indeseables. Porque, como dice uno de los protagonistas, no pueden tolerar la libertad.

Si la dirección de Dennis Hopper en su ópera prima fue un puntal, no menos se puede decir del propio Hopper como protagonista, junto a Peter Fonda y Jack Nicholson, que obtuvo por esa película el Oscar al mejor actor de reparto.

La banda sonora con música de Steppenwolf, Mars Bonfire, Jimi Hendrix, The Byrds, The Band, Dylan, Roger McGuinn (solo) y otros tipos subversivos (destacables las canciones “Born to be Wild”, “If You Want to be a Bird”, “If Six Was Nine” y “Ballad of Easy Rider”), música propiamente de la época que resulta gloriosa para quienes vivimos aquellos años en juventud.

Guion a medio camino del lirismo y el discurso elemental de Terry Southern, Fonda y Hopper más o menos improvisado, y una excelente fotografía de Laszlo Kovacs con largas tomas panorámicas del paisaje; la preferencia por los espacios abiertos acusa influencias de la “nouvelle vague” francesa.

Esta obra habla de una época que ya se fue, el tiempo de una generación libre, gente que iban a su aire, con alguna droga encima, con sus motos de lento galope, una generación desconcertada, nihilista, llena de vida también; pero este estilo de vida contrastaba con el salvajismo de una América rural, atemorizada con estos cambios contraculturales que los pueblerinos consideraban un peligro. Gente violenta e intransigente, el contrapunto a una forma de vida emergente. En ese choque de mentalidades, la película se desliza hacia un final dramático.

Para mí esta película es fiel reflejo del sentir de los versos del poema de Manuel Machado, Adelfos: “Que las olas me traigan y las olas me lleven / y que jamás me obliguen el camino a elegir.”

Acabo estos comentarios, con más poesía, la de un Nobel de nuestras letras, el nicaragüense modernista Rubén Darío (1867-1916). Espero que os guste y que lo conectéis con este relato:

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

 

SALVAJE (1953). Película muy interesante con un jovencísimo Marlon Brando que borda el papel de motero y una magnífica dirección de Lázló Benedek, un director con un historial televisivo de lujo con series como Perry Mason, Los Intocables o El Fugitivo, y ganador de un Globo de Oro con “La Muerte de un viajante” (1951).

Es una cinta que recuerda “Rebelde sin causa” pues en ella, el protagonista es igualmente un joven resentido y también un insurrecto social sin razón ni motivo.

Pero lo más importante de este filme es que nació un nuevo icono para el siglo XX, un Brando vestido con chupa de cuero y montando en moto, encabezando a su pandilla que llegan a un pueblo, beben y la montan parda.

Hay otros actores interesantes como la bonita Marly Murphy como niña de pueblo inocentona que da un toque femenino y de candidez; o el otro líder de otra banda interpretado nada menos que por un jovencísimo Lee Marvin, también un gamberro en toda regla.

Es sin duda una muestra de la descomposición de unos jóvenes, en la era de combatientes en la II Guerra Mundial, que se vieron defraudados. Lo cual dio lugar a una juventud huraña y rabiosa que no encontraba mejor sentido a sus vidas que hacer el golfo los fines de semana con sus motos.

Quiso ser una peli pedagógica y sus resultados fueron opuestos, Brando triunfo con su cazadora y su semblante matador. Paradigma de una juventud USA perdida e insatisfecha, a pesar de sus motos y de sus juergas y amoríos.