Ocurre más de lo deseable que personas, hombres, mujeres, ancianos o niños cada día tengan que convivir con el peligro, con alguna amenaza, con alguna manera de acoso o directamente con la violencia en casa.
Hoy comento tres películas que abordan esta casuística, aunque de manera diferente. En la primera, un exitoso estreno, varios de los personajes han tenido que convivir con la violencia de género; hombres que agreden a sus mujeres, y cómo salir de ahí en: Romper el círculo (2024), de J. Baldoni. La segunda es de I. Bollaín: Te doy mis ojos (2003), sobre el maltrato en el matrimonio. Y la tercera es una cinta de R. Aldrich: ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), en la que dos hermanas conviven perversamente.
ROMPER EL CÍRCULO (2024). Dirigida por el actor y benefactor Justin Baldoni (intérprete también), es adaptación del best-seller homónimo de la estadounidense Colleen Hoover. La obra cuenta la historia de Lily Bloom (Lively), que, tras el fallecimiento de su padre, conoce a Ryle (Baldoni), un neurocirujano famoso con el que empieza una relación.
Conforme avanza el vínculo y, sobre todo, cuando Lily se reencuentra con su amor de adolescencia, Atlas (Skelnar), Ryle, comido por los celos, empieza a maltratarla físicamente. El filme muestra la vivencia de esta violencia a través de los ojos de una protagonista que, a lo largo de su propio noviazgo, va recordando escenas en las que su madre también era víctima de palizas y abusos. Pero es que la madre de su antiguo novio Atlas, había sufrido también este tipo de violencia.
Película en la que el mal trato doméstico está omnipresente, con un mensaje elaborado, centrado y cuidado. Le ahorra al espectador escenas escabrosas de violencia explícita y también de sexo gratuito. Un filme absorbente, con franqueza educativa y reconfortante. Según Baldoni, su objetivo fue: “devolver algo más de humanidad a Hollywood”.
La violencia, vista unilateralmente desde la perspectiva de Lily, se retrata de manera muy interesante: en un principio, la película muestra los tres primeros golpes que recibe Lily de su pareja, como supuestos accidentes. Vemos el autoengaño de la protagonista, que, como tantas mujeres maltratadas, se ve incapaz de reconocer y huir de la situación. Tanto es así que acaba casándose con el maltratador.
Este autoengaño o negación, además de funcionar muy bien en la construcción dramática de la cinta, inyecta una dosis de realismo muy necesario sobre el tema y refleja una situación tantas veces pasada por alto.
La protagonista es una mujer idealista, buena, y tras una posterior agresión extrema, resuelve la situación decidiendo que no puede continuar con su marido porque es un maltratador que no controla sus impulsos violentos, aunque busca la amigabilidad.
En el reparto Blake Lively en el papel de Lily es el punto fuerte del filme; ella es quien de manera solvente lleva el peso y sostiene la película, encarnando al personaje principal, Lily. El resto está bastante inspirado igualmente, y además del importante papel de Justin Baldoni como la pareja/marido de Lily, es de destacar a Skelnar, cuyo papel de Atlas, el exnovio de Lily tiene una escena entre ambos donde él le confiesa a ella lo que significó en su vida cuando la vio por vez primera, o sea, que le salvó la vida.
El guion de Christy Hall tiene momentos emotivos, otros de firmeza y conflicto, entre el carácter romántico e idealista de la protagonista y la situación de maltrato. Acompañan encuadres que miran un ambiente lleno de detalles (la dirección de vestuario es penosa).
Película emocionante, conmovedora, un drama romántico con giros interesantes y sorprendentes que no deja indiferente al espectador.
TE DOY MIS OJOS (2003). Dirigida por Icíar Bollaín, aborda con valentía y sensibilidad el tema del maltrato conyugal. Se centra en la historia de Pilar, interpretada magistralmente por Laia Marull, quien huye de su hogar en una noche de invierno con su hijo, buscando escapar de la violencia de su marido Antonio (Tosar).
Es una meritoria película por su representación honesta y sin concesiones de la violencia doméstica, así como por su capacidad para profundizar en la psicología de los personajes principales.
Son destacables las actuaciones de Luís Tosar, quien logra transmitir la complejidad de un hombre atrapado en sus propios ciclos de ira y arrepentimiento, y de la Marull, cuya interpretación de una mujer que busca reconstruir su vida y encontrar su propia voz ha sido aclamada por su autenticidad y fuerza.
La narrativa del filme no se limita a presentar la violencia como un acto aislado, sino que explora sus efectos devastadores en la vida cotidiana de las personas afectadas, y la necesidad de escapar para siempre de ella.
La dirección de Bollaín es incisiva y evita caer en el sensacionalismo, optando en cambio por una aproximación que invita a la reflexión y al entendimiento.
Es destacable también su guion, coescrito por Bollaín y Alicia Luna, que maneja el tema con la complejidad que merece, evitando simplificaciones y ofreciendo una mirada seria a las dinámicas de poder y control en las relaciones abusivas.
En el panorama del cine español, esta producción se revela como una obra significativa que contribuye al diálogo sobre la violencia machista, un problema social relevante. Su impacto no solo se mide en términos artísticos, sino también por su capacidad para generar conciencia y promover el cambio.
Buena música de Alberto Iglesias y estupenda fotografía de Carles Gusi, para una cinta que ha recibido numerosos premios y reconocimientos, y que continúa siendo un referente en la discusión sobre cómo el cine puede influir y reflejar los problemas sociales.
Película imprescindible que, con su conmovedora narración y actuaciones poderosas, ofrece una exploración profunda y necesaria de un tema difícil.
Sobrecogedora y tan necesaria como buena, tan triste como real, tan terrible como la vida de algunas mujeres.
¿QUÉ FUE DE BABY JANE? (1962). En esta sensacional cinta, Robert Aldrich cuenta una insidiosa trama donde una hermana versus otra hermana, viven en la misma casa y se baten en un sordo y loco duelo de enorme tensión.
Son las hermanas Jane (Davis) y Blanche Hudson (Crawford), ambas estrellas de Hollywood. Jane fue más bien una niña-jovencita prodigio que al poco fue olvidada por el gran público. Sin embargo Blanche se convirtió de adulta en una actriz de éxito.
Sabemos, por indicios que aporta el filme, que después de un accidente de coche no bien aclarado, Blanche quedó postrada en silla de ruedas y su hermana Jane cuida de ella, pero siempre provocándole dolor y tormento, y haciéndole todo tipo de maltrato imaginable. Blanche vive aterrorizada y Jane vive en un mundo psicótico, reviviendo su época infantil, probándose sus vestiditos de niña prodigio y atormentando a su hermana paralítica.
Película de éxito en su momento con varias nominaciones a los Oscar. Aldrich construyó una impecable cinta siguiendo el libreto escrito por Lukas Heller, adaptación de la novela de Henry Farrell, “What Ever Happenened to Baby Jane?”, de 1960. Una historia sórdida de soledad, decadencia y tormento, dirigida con enorme maestría, que es considerada un clásico.
Las explosivas y contundentes interpretaciones de dos grandes: Bette Davis y Joan Crawford son un valor principal del filme. Ambas, cada una en su tempestuoso lugar, encarnan a las dos hermanas de manera magistral, traspasando la pantalla y haciendo que el espectador se agarre bien a la butaca a la espera de lo peor que tarda en llegar y el tiempo se hace eterno por la angustia que se pasa viendo esta obra.
Con un ritmo que va de menos a más, Aldrich retrató a una Davis loca y peligrosa, junto a su atemorizada hermana, sin que sepamos hasta el final, quién es peor de las dos.
Una locura elocuente la que interpreta Bette Davis en este terrorífico drama inclasificable en cualquier convención de género. El filme nos da un desarrollo atípico, unos personajes incomprensibles y oscuros que son siempre repudiados por el espectador, ni un gramo de simpatía, ni una pizca de confianza. Dos actrices en la cumbre y un final inesperado y turbulento.
Gran fotografía de Ernest Haller que compone contrastes muy fuertes entre la luz y las sombras, y muestra despiadamente la decadencia física de ambas señoras, así como los locos recitales de la Davis en un registro de mujer muy perversa. La música del genial Frank De Vol está hecha con melodías de metal y cuerdas, música disonantes y perturbadora.
Magistral lección de cine del maestro Aldrich. Obra claustrófobica, dolorida y terrible como la relación entre dos personas que se necesitan tanto como se odian. Ambas tienen una relación simbiótica, depende la una de la otra y a la vez desean destruirse, ambas en la misma casa.
En resolución: un drama feroz, desapacible, viscoso, compacto e insólito. Película imprescindible para el amante al cine.