España ha pasado por muchos avatares a lo largo de la historia, y seguirán pasando, y nuestra historia es el mejor ejemplo de cómo olvidamos y evolucionamos. Pasamos de un supuesto control absoluto del individuo, en donde un modelo moral dominaba la forma de vida, a  una supuesta libertad.

La libertad de pensamiento parecía triunfar, los modelos de conducta fueron abolidos, y, respetando la libertad ajena, parecía que el corsé se aflojaba. Lejos de eso nos encontramos con una libertad de pensamiento, pero encorsetada en otro modelo moral, pues no deja de serlo. No tendría importancia si la ley se limitara a legislar y no a imponernos el modelo a base de Decretos que contenten solo a algunos.

Los más veteranos recordarán a aquellos tiempos en los que unos señores vestidos de marrón, cañero al viento y chapa en bandolera, vigilaban la moralidad pública en parques y jardines, y han vuelto, ahora armados con móvil y teclado. Hoy es tanta la legislación para, presuntamente, proteger nuestra libertad, que cualquier tiene medios para criticar, denunciar y amenazar a quien saque los pies de un plato cada vez más alto.



Que los jóvenes beban a la linde de un pinar… delito denunciable, que se desplacen en patinete por la carreta… delito denunciable; que canten a las cuatro de la mañana, una de las fases de la ingesta etílica por la que todos pasamos, cuatro chalados… delito denunciable; que se alquilen un apartamento un fin de semana y hagan una fiesta… delito denunciable; que la playa en lugar de veinte socorristas, en mis tiempos tres de la cruz roja con la Zodiac, tenga cinco… delito denunciable; que se fume en una terraza… delito denunciable; que se admire y se mire a una mujer… delito denunciable. Y es que el problema es claro, hemos dado tantas armas a los parapollas que es preferible encerrarse en casa que arriesgarte a salir a la calle.

Es control y la crítica, afortunadamente, está más centrado en las redes sociales que en la comisaria, pero avanzamos. Sin permiso alguno se graba a grupos de jóvenes que se toman una copa a la linde de un pinar o se atreven a pasearse haciendo el payaso en una despedida de soltero.

Las leyes en manos inadecuadas y abundantes son un autentico peligro, y vemos verdaderos expertos en derecho alegando y defendiendo sus valores a golpe de teclado. Derecho al descanso, a la vivienda, al respeto, a la seguridad se sacan de contexto haciendo la vida imposible a quienes simplemente viven y dejan vivir, y lo peor, a veces incluso cuando sus derechos ni se ven amenazados.

Al igual que la música se ha convertido en una estafa perpetrada por cuatro mamarrachos, ejemplo latente en el Puro Latino, la defensa de mi libertad está en manos de cuatro parapollas con aires de zorro justiciero que se levantan con el ánimo de joder al personal que no piensa como él, y que con móvil y teclado en mano sale a la caza de la crítica fácil y la denuncia inútil.