Javier Ramírez.- La verdad es que la situación de nuestra ciudad parece, en casi todos los aspectos, la de una comedia de televisión. No es porque lo diga yo, que puedo estar condicionado por la visión que mi partido, El Puerto100x100, tiene de lo que nuestra ciudad pudiese ser, sino que los propios técnicos municipales (recordemos que son funcionarios públicos) publican datos que lo respaldan en los portales de transparencia locales, autonómicos y nacionales.

La realidad para los portuenses no es una única y verdadera, sino que se divide entre los que piensan que, con “pan y circo”, en referencia al gran trabajo de David Calleja al frente de fiestas, se puede salvar una legislatura ya agotada, y los que vemos como se resquebraja nuestra ciudad, y nos duele. Hoy vengo a exponer para los primeros, para esos tímidos hombres y mujeres que, como si del Mito de la Caverna de Platón se tratase, aún no vieron la luz.

¿Qué se ve cuando la luz llega por algunas grietas al interior de la caverna? Por mucha solución que dejen entrever las sombras de sus paredes, la realidad en el exterior es completamente diferente. Al salir, el portuense podrá apreciar lo evidentemente bochornoso que resulta tener problemas tan importantes y serios como no tener Presupuestos Municipales tres años después de haber entrado a gobernar la ciudad, a pesar de que Beardo dijese allá por 2018 eso de “una ciudad sin presupuesto es una ciudad sin gobierno”.

Tampoco se ve ni interés ni intencionalidad por querer hacer, pues el 90 % de los contratos de servicios públicos que el Ayuntamiento debería tener en vigor, están concluidos, prorrogados o faltos de grapas para que entren en vigor, casualmente como el Presupuesto Municipal de 2021. Además, si hablamos de dinero, tenemos que hacer referencia a que nuestros magníficos gobernantes tienen el honor de haber situado a la ciudad en lo más alto de la lista de deudores en pago a proveedores, pues el Ayuntamiento de nuestra localidad tarda un media de 234 días en pagar por servicios prestados, mientras que la media nacional de ayuntamientos está en 60 días.

Cuanto más avanzan los portuenses por el interior de la caverna, más se alejan de las endorfinas de las fiestas y el júbilo Callejero y es entonces cuando empiezan a ver con claridad. Pequeñas sombras, fantasmas del pasado en forma de mala praxis del mal gestor público, policías locales sin uniformes y saliendo en programas a nivel nacional e internacional, operarios del servicio de limpieza manifestándose por dignidad y por un puesto de trabajo digno, banderas azules en las playas que se retiran justo después de alzarse y socorristas que empiezan a trabajar en septiembre, justo cuando acaba el verano. Y así, los portuenses recorren el tortuoso camino de descubrir lo que de verdad ocurría en El Puerto, pero que antes no querían ver.

Quienes hayan leído a Platón sabrán del contenido metafórico que hemos empleado en esta crítica, pero también deberían conocer el fin del mito: llegar al conocimiento. Eso mismo es a lo que aspiramos los que amamos El Puerto, a liberar a los que aún andan esclavos del marketing y de la mentiras beardistas para que salgan de la caverna y vean la realidad, la realidad de una ciudad deteriorada, sin futuro empresarial más allá de las fiestas, sin rumbo ni proyecto de ciudad, con barrios y calles abandonados, sin atractivos turísticos hacia nuestras bodegas, palacios, castillos, iglesias, yacimientos o plaza de toros. Salir de la caverna supondrá un cambio de gobierno, un cambio para los que venimos a trabajar por El Puerto sin hacer de la política una carrera profesional. En definitiva, llegar al fin del mito implica acabar con PP, PSOE, Vox o Podemos, implica abrazar el municipalismo.