Para un cristiano, la oración es algo fundamental en su vida, en los momentos difíciles acude a ella cual tabla de salvación. Esto no es solo exclusivo de un cristiano, personas no creyentes o creyentes, confían más en la meditación, en las charlas de los coach, otros, hacen reiki…
Todo ello es algo quizá particular de cada persona, y en una amplia mayoría de casos se sonreirán al leer esto, pero situaciones excepcionales ponen en la palestra métodos excepcionales.
Cualquier persona, por muy organizado que tenga el confinamiento, por muy ocupada que este al ser varios en casa, en algún momento se preguntará el porqué, y nadie sabemos que ocurrirá en ese momento. Las fricciones si no han surgido surgirán en los hogares con más de una persona. La sensación de soledad surgirá si se está solo.
Las redes sociales y la comunicación harán llevadera la situación, y aun así, no podemos estar 24 horas conectados y tendremos en algún momento que convivir con nosotros mismo, soportar a los que comparten nuestro espacio, y, sobre todo, aprender a practicar la paciencia y la comprensión.
Detengámonos un momento, aunque sean cinco minutos al día, y en función de cada cual, en lo que crea o sienta, dedica un poco de tiempo a cuidar tus pensamientos, ora, medita… medita y analiza… si el ejercicio es bueno, y más en estos momentos, también lo es evadir la mente por unos momentos, alimentar los pensamientos positivos, pedir ayuda a Dios para que nos de paciencia, y no dejar que nuestros pensamientos se confinen, sobre todo porque ‘ca ual es ca cual’ y no somos agapornis.