Siendo muy necesaria la rehabilitación, tanto para el disfrute de los fieles como por razones de exorno y conservación del patrimonio, de católicos y no católicos, a nadie se le escapa —y como siempre resulta inoportuno— que en vísperas de las fiestas patronales la puerta principal se haya llenado de andamios.

A escasos días del evento que marca el final del verano, y con apenas unos días desde el montaje de la estructura, quizás hubiera sido razonable demorar dicho montaje y comenzarlo tras los actos propios de la festividad de la Patrona de la ciudad. Desde la ignorancia, tal vez se trate de aprovechar el momento, de una programación “no programada”, o incluso del deseo de exhibir públicamente el inicio de unas obras largamente demandadas.

Lejos de iniciar una crítica —constructiva o no—, la realidad es que hoy por hoy los andamios están donde están, y un muro de chapas será el que reciba los acordes de aquella marcha del legendario Dueñas. No sabemos si se instalará un trampantojo sobre el frío metal para ofrecer otra imagen, o si una “selva tropical” cubrirá esos troncos galvanizados.



Sea como sea, seguro que el resultado merecerá la pena, aunque no faltarán los memes del Risitas ni las críticas de los “guardianes del Galaxia”, aquel local que acogió los míticos concursos de feos y que hoy se quedaría pequeño para albergar un concurso de amargados.

Queda claro que nunca llueve a gusto de todos y, aún más claro, que —como la lluvia— la inversión, el mantenimiento y el exorno son más que necesarios y algo positivo. Esperemos las fotos del domingo, esperemos las reacciones y, sobre todo, el resultado final de la Patrona enmarcada entre su trono de plata y ese nuevo escenario de acero y andamios, que —guste o no— representa una imagen de futuro para una Iglesia que ha visto a la ciudad crecer, pelearse, reír y llorar, hundirse en la pobreza y elevarse sobre sus expectativas.

Porque si las piedras de esa iglesia hablasen, más de uno se asustaría. Y pase lo que pase, vayamos despidiendo este verano que tantos buenos momentos nos ha dado… y tantos comentarios jocosos, dignos de escribir un libro de chistes.