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Liam Neeson es un actor con un nutrido repertorio de habilidades. Después de su salto a la fama con La lista de Schindler (1993), de Steven Spielberg, puede decirse que se ha ganado un lugar como actor de personajes violentos o vengadores.
Neeson se ha convertido en el Charles Bronson del siglo XXI, con un historial de películas de acción, algunas meritorias como: Retribution (2023), La memoria de un asesino (2022), El mediador (2022), Marlowe (2022), El protector (2021), Un ladrón honesto (2020) y muchas otras.
Para ilustrar esta entrega hablo sobre: En tierra de santos y pecadores (2023), de R. Lorenz; Venganza bajo cero (2019), de H.P. Moland; y Sin identidad (2011), de J. Collet-Serra.
EN TIERRA DE SANTOS Y PECADORES (2023). Oscar Wilde dejó escrito: “La única diferencia entre los santos y los pecadores es que los santos tuvieron su pasado, y los pecadores tienen su futuro”. Y en la película se oye decir que: “para ser santo hay que haber sido antes pecador”. Por lo tanto, la peli tiene un título interesante para un producto donde Liam Neeson es Finbar, el protagonista, todo un pecador que querrá redimirse en aras de un mejor futuro.
Ambientada en un pequeño pueblo al noroeste de Irlanda, en 1974, se sitúa la acción en un lugar donde los pecadores son multitud. El ejemplo más significado es Finbar, que ha trabajado como asesino a sueldo para un hombre de la localidad desde el final de la II Guerra, más de 30 años y sin que sepa bien por qué lo hace.
Especie de western
Esta película es un thriller entornado en la Irlanda de la violencia repentina y aleatoria, el terrorismo y todo aquel capítulo de nuestro tiempo que tanto duró, a base de dolor y muerte en los setenta y ochenta. Filme dirigido por un eficiente Robert Lorenz que conduce más que bien la obra.
Comienza en el Belfast de 1974, poco antes de que un coche bomba reviente frente a un establecimiento segando la vida de seis personas inocentes. Han activado el explosivo un grupo de soldados del Ejército Republicano Irlandés, que se ven obligados a escapar a toda prisa hacia el pequeño pueblo de Glencolmcille, en el condado de Donegal.
Es el mismo lugar donde Finbar Murphy (Neeson) está tratando de retirarse de una vida secreta como asesino a cambio de dinero, un hombre con las manos ensangrentadas y la conciencia turbia. Un tipo que mata y hace desaparecer el cuerpo sobre el cual coloca un retoño de árbol.
Este entorno geográfico, con connotaciones históricas y políticas, confiere cierta intriga a una película cuya historia en sí es prácticamente un western. A este género clásico hace referencia la quejumbrosa partitura de los compositores, hermanos, Diego, Nora y Lionel Baldenweg. Contribuye a ello también el ritmo de un buen guion de Mark Michael McNally y Terry Loane. Y otros detalles del género.
Protagonistas y reparto
Neeson interpreta a Finbar Murphy, un veterano, triste y atribulado pistolero con un estricto código moral, que ha decidido dejar su escopeta e incluirse socialmente como granjero que quiere sembrar legumbres y hortalizas. Un hombre cansado de matar y del olor a pólvora.
Neeson, como católico norirlandés aporta un peso y un patetismo personal a los horrores que se viven en la cinta. Hay en Neeson una introspección melancólica que da frutos sorprendentemente significativos para el relato.
Pero hete aquí que, como decía, un grupo de terroristas invade el pueblo, comete abusos con los residentes y hace peligrar la vida de sus habitantes. Entonces, Finbar, para proteger al pueblo, pone en práctica su talento y su puntería una última vez.
El personaje más espeluznante y asesino lo interpreta muy bien, Kerry Condon, como despiadada guerrillera del IRA, Doireann McCann, líder de la banda que va sembrando Irlanda de bombas y que, huyendo, ha traído a sus cómplices a Glencolmcille. Pero ocurre que su perverso hermano Curtis (Desmond Eastwood) desaparece, y Doireann sale de su escondite iracunda para buscarlo, llena de odio y espíritu venganza pues se huele lo peor.
Colm Meaney hace un trabajo sobrio y de calidad como el oscuro personaje que suele darle los siniestros trabajos a Finbar, un caza recompensa. Ciarán Hinds es el policía local (Garda), especie de sheriff que desconoce la actividad de su amigo, o no la quiere conocer; y Jack Gleeson es un joven y alegre asesino a sueldo con un oscuro sentido del humor irlandés, que no obstante, tiene también su corazoncito.
La trama
La película carece de un debate político en profundidad sobre el drama brutal derivado de los problemas de Irlanda del Norte, aquellos acontecimientos que sembraron de sangre y odio el país.
El libreto construye la idea romántica de un pequeño pueblo irlandés que está en desacuerdo con el horrible derramamiento de sangre infligido en su nombre, y cómo los terroristas que decían defenderlos son los culpables de traer explosivos y muerte al lugar.
Así pues, es el escenario el que ofrece el trasfondo y las claves de la trama. Como decía, el filme tiene los lineamientos propios de una historia del Oeste ambientada entre las verdes colinas, los acantilados y el mar de fondo, en Irlanda.
Estos bellos paisajes son capturados por una fotografía sensacional de Tom Stern, que retrata el paisaje irlandés, sus estrechas carreteras, la costa escarpada y otras maravillas de la Irlanda rural.
Concluyendo
Pequeño pueblo. Hay madres solteras que trabajan duro para salir adelante con escasos recursos. Hay un pub en el que todos beben, cantan y se emborrachan con pintas de cerveza.
Se palpa que hay un clima de violencia, y la sensación de que el silencio y el misterio es la única forma de sobrevivir en el pueblo sin meterse en problemas. Por ejemplo, es raro que nadie sepa a qué se dedica Finbar, considerando que en el lugar viven apenas unos cientos de ciudadanos.
El protagonista matador a sueldo, cuando parecía dispuesto a dejar de matar, resulta que descubre que una pequeña del pueblo está siendo abusada. El abusador no acaba bien, claro.
El loquito pedófilo es el hermano de la diabla con patas Doireann, lo cual, que Lorenz se reserva para el final un apoteósico tiroteo con el pub como testigo (en vez del Saloon), una refriega de las muy buenas, con alguna acrobacia de pistolero y disparos a gogó. Acompañando todo, explosivos y abundancia de bajas. Como en los viejos westerns. Pero que Neeson se escapa por los pelos y con la pasta.
Película bien llevada por Lorenz, con el nivel que suele aportar Neeson y una Condon meritoria.
Más extenso en revista ENCADENADOS
SIN IDENTIDAD (Unknown) (2011). Estando con su mujer (January Jones) en Berlín, el doctor Martin Harris (Neeson) sufre un accidente de tráfico y entra en un prolongado estado de coma. Cuando cobra la conciencia comprueba que otro hombre (Aidan Quinn) ha usurpado su personalidad.
En ese punto, con la ayuda de una mujer (Diane Kruger) emprende una furiosa investigación para averiguar la verdad sobre lo que está sucediendo.
El director Jaume Collet-Serra dirige la situación de un hombre común arrastrado por una circunstancia inesperada. El guion de Oliver Butcher y Stephen Cornwell, adapta de la novela homónima de Didier Van Cauwelaert, Unknown.
En la cinta aflora un personaje con problemas de identidad, incapaces de asumir su posición social, por lo común debido a las carencias familiares; por eso hay en esta película flashbacks que son pistas sobre los traumas psicológicos que aquejan al protagonista.
En el reparto Liam Neeson hace un papel bastante bueno, poniendo ante la cámara esa cara entre torturada y osada, entre sometido y duro, y tira de la película con brío y como puede. Diane Kruger está muy bien, expresiva y creíble.
Podemos ver a January Jones, una atractiva mujer; y a actores de reparto como Bruno Ganz (espléndido en el papel de un antiguo espía de la Stasi) o Aidan Quinn o Frank Langella (muy bien en sus apariciones al final del film).
En resumen, un thriller persecutorio con rebordes paranoico-obsesivos que dejan intuir una conspiración mundial. Una locura que da tantas vueltas que acaba saltando por los aires, razón por la cual la película cae en el exceso y en el desatino más delirante.
UNA NOCHE PARA SOBREVIVIR (2015). La película empieza casi como acaba. El mercenario veterano Jimmy Conlon (Neeson), alias El “Cavatumbas”, lo persigue interiormente la culpa por los crímenes del pasado y su vida violenta.
Es primo y acólito de su jefe, un capo mafioso de cuidado (Ed Harris). Pero no sólo le persigue su conciencia, también la mismísima policía, que le ha seguido el rastro durante décadas.
Tratase de un film del español Jaume Collet-Serra, que comienza a ser una presencia habitual en las carteleras norteamericanas, un punto de inflexión positivo en la evolución artística del cineasta catalán.
El guion de Brad Ingelsby está bien desarrollado para lo que pretende, aunque no cuente demasiado; pero las líneas de diálogo son dignas. Filme dirigido con frenesí, acompañado de multitud de disparos, sangre y cuerpos sobre el asfalto: ¡misión cumplida!
Buena música de Junkie XL, más que a propósito para persecuciones a todo tren; y una fotografía propia del thriller negro, de Martin Ruhe, con zooms de la cámara por la ciudad y buenas maneras a la hora de rodar huidas.
El reparto es de lujo para esta ocasión de cine de acción sin paliativos: Liam Neeson que hace de duro y arrepentido individuo, sicario de siempre y protagonista ejemplar; Joel Kinnaman, bien como hijo honesto que ha de pasar un calvario junto a su familia; y Ed Harris, sensacional en su papel de capo principal.
Acompañan artistas como Vincent D´Onofrio (excelente como policía principal) o Nick Nolte (poco tiempo para tan gran actor).
Liam Neeson se mantiene convincente en la pantalla de la que es hoy el dueño y señor en este género de violencia. Algunos lo han querido comparar con el Bronson setentero. Yo creo que es algo más, un actor con más repertorio.
Un aspecto llamativo son las transiciones entre escenas, con unas aproximaciones desde un plano general de la ciudad hasta algún detalle de los hechos que, aunque digitales, resultan bastante sugestivos. De otro lado, la película puede ser considerada como un juego de espejos que da pie a un thriller frenético a modo de western urbano.