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Ya sea interpretando a un delincuente (la “trilogía del dólar” de Sergio Leone, 1964-65-66), a un agente de la ley descontrolado (“Harry el sucio”, 1971) o haciendo la crónica del agente de la ley más poderoso del país (“J. Edgar”, 2011), Clint Eastwood siempre ha sentido fascinación por la justicia. Y su última película vuelve a abordar de pleno esta temática.
A sus 94 años y en su 40º aniversario de trabajo como director, la leyenda de Hollywood ha conseguido alumbrar una de sus mejores películas. Cuando vi su Jurado Nº 2 (2024), no me cupo duda de que la cinta trae necesariamente a la memoria otra: Doce hombres sin piedad (1957), de Sidney Lumet, un juicio con jurado también que Eastwood ha visto sin duda.
JURADO Nº 2 (2024). Justin Kemp, un hombre de familia, mientras forma parte de un jurado en un juicio por asesinato de alto perfil, se encuentra luchando con un serio dilema moral y poderosas interrogantes interiores. Son de tal calibre que podrían ser usadas para influir en el dictamen del jurado.
Contexto y Trama
A partir de un guion original de Jonathan Abrams, que esencialmente adapta el clásico episodio de Los Simpson de 1994: “El niño que sabía demasiado”, Eastwood cuenta la historia de Justin Kemp (Hoult), un amable joven padre de familia que se prepara para el nacimiento de su primer hijo. Tendrá que ir, aunque a regañadientes, como miembro de un jurado por un caso de asesinato.
Se vuelve aún más reacio cuando se da cuenta, con gran turbación, de que él mismo puede haber jugado un papel en el asesinato, y se ve obligado a luchar con su vacilante brújula moral.
Dirigida por Clint Eastwood, es una película que se adentra en un drama judicial con una historia intrigante y llena de tensión, tal que roza el thriller. La trama sigue a Justin Kemp, interpretado por Nicholas Hoult, un hombre casado con un hijo que es seleccionado para formar parte de un jurado.
El juicio trata sobre el asesinato de una joven llamada Kendall Carter, y el principal sospechoso es su novio, James Shyte. A medida que el juicio avanza, Justin se enfrenta a su conciencia pues él, claramente, podría influir en el veredicto del jurado, por estar presuntamente involucrado, aunque no fuera consciente.
Pero, además, está Faith Killebrew (sensacional Toni Collette), la fiscal envuelta en su propia disyuntiva ética en paralelo, que persigue con gran ambición un veredicto de culpabilidad, lo cual favorecería sus objetivos políticos.
La realización es discreta, limpia, clásica, eficiente y directa. También está perfectamente estructurada, siguiendo diligentemente todo el asunto, desde la selección del jurado hasta el caso judicial y el debate a puerta cerrada entre los miembros del mismo.
Temáticas y Mensaje
La película aborda temas profundos y relevantes como la culpa, la moralidad, la justicia y la imparcialidad. Eastwood explora cómo las decisiones personales y las experiencias pasadas pueden influir en la percepción de qué sea la justa aplicación de la ley.
La película plantea preguntas cruciales sobre la capacidad de un individuo para tomar decisiones justas en situaciones complejas y muestra cómo los conflictos y dilemas morales, pueden afectar el juicio de las personas.
Estilo Visual y Cinematografía
Clint Eastwood utiliza un estilo visual sobrio y eficiente, que se enfoca en los diálogos y las interacciones entre los personajes. La cinematografía es minimalista pero efectiva, creando una atmósfera de seriedad y tensión que refleja la gravedad del juicio.
Los escenarios, principalmente la sala del tribunal y los lugares relacionados con el juicio, están diseñados para sumergir al espectador en la narrativa y hacer que se sienta parte del proceso judicial.
Banda Sonora y reparto
La banda sonora, compuesta por Marc Mancina, añade una capa de intensidad emocional a la película. La música complementa perfectamente el tono serio y reflexivo del filme, ayudando a mantener la tensión y subrayando los momentos clave del relato.
En el reparto, Nicholas Hoult ofrece una actuación destacada como Justin Kemp, capturando la lucha interna del personaje y su disyuntiva interior, de manera convincente. Su interpretación muestra la evolución de Justin a lo largo del juicio como hombre que intenta cumplir con su deber cívico, hasta alguien que debe confrontar sus propias creencias y valores.
El resto del elenco también es impresionante, con una brillante Toni Collette como una abogada astuta que busca ser fiscal general; J.K. Simmons como el juez imparcial pero implacable; o Kiefer Sutherland, el abogado defensor de James Shyte. Cada uno de estos actores aporta una dimensión adicional a la historia, enriqueciendo la narración con sus sólidos trabajos actorales.
Recepción y Crítica
Esta obra ha recibido críticas positivas por su dirección, guion y actuaciones. Los críticos han elogiado la habilidad de Eastwood para manejar el ritmo y la tensión de la película, así como la profundidad de los personajes y la exploración de temas morales complejos.
La cinta ha sido comparada con otros dramas judiciales clásicos, destacando su capacidad para mantener al espectador pegado a su asiento, mientras plantea preguntas importantes sobre la justicia y la moralidad.
Conclusión
"Jurado Nº 2" es un drama judicial excelente que ofrece una penetrante sobre la búsqueda de justicia por el método del jurado popular. Con una dirección de las buenas, estupendo libreto y actuaciones poderosas, la película destaca como obra sustancial de Eastwood en su extensa filmografía.
De otra parte, consigue crear una experiencia en pantalla que, además de entretener, también desafía al espectador y lo conduce a cuestionar sus propias percepciones sobre la justicia y la moralidad social.
En definitiva, se trata de un estudio con carácter sobre una crisis de conciencia, contado con empatía y con la la mano firme que ofrecen siete décadas en la industria.
DOCE HOMBRES SIN PIEDAD (1957). Los miembros de un jurado en EE. UU., deben juzgar a un adolescente acusado de parricidio. No se ve el juicio, ni al reo, sólo a los miembros del jurado en sus deliberaciones.
Al principio, once de los doce componentes del jurado están decididos a condenar al joven. Pero uno de sus miembros, quizá el principal protagonista, Henry Fonda, manifiesta sus dudas sobre el caso y decide defender la inocencia del acusado.
A partir de ahí intenta convencer a los otros miembros sobre la complejidad del asunto, los errores de la defensa y la presumible inocencia del joven.
Es una película de calado, de envergadura, una genial dirección de actores de parte de Sydney Lumet, que consigue, en un ambiente asfixiante de calor y socialmente claustrofóbico, meternos dentro del corazón y la mente de hombres muy diversos que constantemente se enfrentan con modales de enfado y rabia (en realidad la película originalmente se titula “Doce hombres enfadados”: “Twelve Angry Men”).
De modo que los miembros del jurado pugnan por sus propias valoraciones sobre el caso, caso que suscita las más interesantes pero también las más peregrinas valoraciones. Ello, en un ambiente que Lumet presenta irrespirable, entre gestos crispados e íntimas angustias.
Doce hombres sin piedad es, como su título indica, una grandiosa interpretación coral de doce actores metidos en una habitación dirimiendo sobre la culpabilidad de un convicto. El espectador no ha presenciado el juicio, pues la película se inicia prácticamente con el final del mismo y el comienzo de las discusiones del jurado.
En la habitación donde están los doce hombres (ninguna mujer en toda la película), se va haciendo un repaso de ese juicio, una disección del mismo, de modo que es como si lo hubiéramos presenciado. Esta película es, por así decirlo, el negativo de un juicio.
La cinta quizá peque un tanto de parecerse al teatro, pero la dirección de Lumet y el elenco de excelentes actores en perfecta armonía interpretativa diluye este presunto inconveniente, haciendo del la obra toda una lección psicológica sobre la naturaleza humana, sus filias, sus fobias, los prejuicios omnipresentes, el egoísmo, la irracionalidad, las fluctuaciones en el ánimo y en los pareceres de los personajes, la persuasión, la parcialidad y la vida personal de algunos de los miembros de este singular grupo.
En fin, si quieres aprender Psicología en 95 minutos, nada mejor que ver este magnífico drama judicial que obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín de 1957. La película es un cóctel perspicaz, sutil, fascinante y genial cuyo resultado es una obra maestra.