…esta España mía, esta España nuestra. De las alas quietas, de las vendas negras sobre carne abierta…así rezaba la canción de Cecilia allá por el 75. Era una crítica a la pasividad de la sociedad española que bien podía seguir aplicándose hoy día ante el sectarismo borreguero en el que nos encontramos.
Nuevamente, nuestros políticos nos han dado muestra de que ellos van a lo suyo y que nosotros, pobres vasallos, plebeyos, chusma en general, les importamos un bledo. Dos semanas después de la tragedia de Valencia, los rojos piden la cabeza de Mazón y los fachas la de Sánchez y compañía. Cuando la culpa no la tienen ellos, la tenemos nosotros.
Lo normal sería que saliéramos todos a la calle a pedir la dimisión de ambos, y entonces es cuando comenzarían a cambiar las cosas. Pero mientras estemos anclados en el tuyo es peor que el mío y viceversa, tendremos el mismo circo donde los payasos somos nosotros y los que se ríen son ellos.
No voy a entrar en comparar quien tiene el platillo de la balanza más lleno de mierda para intentar justificar lo injustificable, además dudo de que sepamos a ciencia cierta quienes son los responsables de todo esto. Lo que está claro es que nos tienen tomado el pulso y saben que dentro de poco estaremos a otra cosa.
Cuando nos demos cuenta de lo que les importa a unos y otros y de que tenemos que mirar los hechos y no quién está detrás, dejando de ponderar los errores en función si es de los míos o de los otros, empezaremos a tener la España que nos merecemos y no una en la que los intereses políticos marcan la agenda. Porque además, no nos damos cuenta que mientras les seguimos el juego, lo que en verdad nos importa a todos por igual, eso donde todos coincidimos, siguen obviandolo. Como decían los romanos, divide y vencerás.
Por cierto, la letra de la canción fue censurada y lo que en verdad quería decir era “esta España viva, esta España muerta”.