Condensar dieciocho años de carrera artística en dos horas, y hacerlo con grandeza, es misión imposible si no te llamas Vanesa Martín, te has rodeado de una banda de ensueño y pones el corazón a mil revoluciones en cada minuto de esas dos horas. Pudieron asistir a ese prodigio los miles de espectadores que se dieron cita la noche de la festividad de la Asunción de la Virgen en la Plaza de toros de El Puerto de Santa María, en el marco del Cabaret Festival.

Ayudó a ese prodigio, y mucho, que funcionaran, menos mal, los paneles del escenario, que sí prendieron la noche de David Bisbal, pero que incomprensiblemente permanecieron apagados durante la actuación de Pablo López, limitando el disfrute de los espectadores del graderío. La organización del evento debería hacerse mirar este tipo de cuestiones técnicas, que restan prestigio a su proyecto, además de futuro público a unos conciertos cuyos precios merecen el mejor de los espectáculos.

Y quien es hoy una mujer renovada, según ha declarado en más de una entrevista, inició su repertorio con He sido, donde hace bandera del amor libre y que se ha convertido ya para muchos en un nuevo himno del movimiento LGTBIQ+. También cerraría con ese celebrado tema, y en la circunferencia que describe ese círculo fue engastando valiosas joyas con una primera tanda en la que no faltaron Complicidad, Si pudiera, Te has perdido quién soy, Llega el momento, La piel, Punto y coma, y 90 minutos, una de sus piedras preciosas más conocidas, tras la que, generosa, invitó al escenario a Pepe, joven promesa surgida del programa Factor X de quien se declaró admiradora. Siguió con Y yo latiendo, No te pude retener, Caída libre, Inventas, Ya, Arráncame, Polvo de mariposas, Y voló. Pop melódico, elegante y desgarrador, escrito con el pulso de la excelente poeta que es.  



En los resquicios de la música, reflexiones, anécdotas sobre la génesis de algunas de sus creaciones, diálogo desenfadado con un público entregado y gozoso, confesiones sobre su amor por Cádiz, de cuyo carnaval es fiel admiradora y que homenajeó con el pasodoble de Los Piratas Con permiso buenas tardes, donde se acompañó de su inseparable guitarra.

Su voz de contralto, tan personal y armónica, llega hasta donde le da la gana, como siguió demostrando en Cuando no estabas, Sintiéndonos, Polvo de mariposas y la imprescindible Hábito de ti, y apuntó a las estrellas cuando se atrevió con Mi amante amigo, aquella maravilla que compuso Manuel Alejandro para quien fue la más grande, y que Vanesa Martín hizo enorme tantos años después. A todo se aventuró esta malagueña de ingobernable corazón aventurero, que repitió, como hace dos veranos, que su opción favorita es siempre “la música sin etiquetas” y que “el oficio más bonito del mundo es saber vivir”.

Se vive mejor con experiencias como la que brindó la noche del 15 de agosto Vanesa Martín a un Puerto de Santa María que espera, con pasión de enamorado, todos sus regresos que habrán de venir.