Primer concierto de agosto del Cabaret Festival en El Puerto, una ciudad indispensable entre las ubicaciones de este proyecto musical que gana cada vez más veteranía y prestigio entre un público ávido de buenos y bien organizados eventos veraniegos.

David Bisbal, nada menos, matador de lujo para la centenaria Plaza Real portuense, que hace unos días cerraba la temporada taurina y el martes 13 vivía la suerte de transformarse en escenario de un brillante concierto ofrecido por la voz prodigiosa y versatil de quien acaba de cruzar la mitad de la cuarentena pero sigue provocando vendavales de pasión allá por donde actúa, como el rubio veinteañero de cabeza rizada que entró, ya hace dos decenios, por la puerta grande en el recinto de los imprescindibles tras su aclamada participación en la primera edición de Operación Triunfo. Quienes apostaron por él, acertaron de pleno.  

Pero este Rey David, que encendió al público desde su saludo inicial con una puesta en escena contundente y un sonido potente y limpio, que hizo vibrar el suelo de la Plaza de Toros, no se agota en coreografías de infarto ni juega a ser quien ya no es, por más que su hiperactividad agote kilómetros sobre el escenario: ha sabido madurar, ha crecido como persona y como músico, y fruto de esa sabia evolución es un auditorio de edad variadísima que abarrotaba tanto las gradas como el coso portuense: hay Bisbal para todos y hay Bisbal para rato.  

Por eso se pudo disfrutar del eco del joven aquel, que regresó en temas ya legendarios como Bulería, Ave María, Corazón Latino o Lloraré, y de quien fue cimentando una sólida carrera jalonada por sucesivos discos de platino y canciones como Princesa, Silencio, Esclavo de tus besos, Quién me iba a decir, Quiero perderme en tu cuerpo o Culpable. Así hasta llegar a Tour Volaré 2024, que es así como se llama la propuesta con la que gira en estos meses, y que tiene como eje central su último disco, Me siento vivo, octavo álbum de estudio del almeriense, donde se entreveran bases de pop latino, hermosas baladas románticas –tan de su gusto- y reminiscencias ochenteras que hicieron las delicias de los más talluditos. Volaré, Ajedrez, Tengo roto el corazón o la canción que da título al disco sonaron en la noche portuense a lo largo de las más de dos horas en las que este artista sin igual dio lo mejor de sí ante un público que volvió a rendirse ante su grandeza. “En El Puerto me siento como en casa”, se le oyó decir, pero fueron sus miles de seguidores quienes, una vez más, se sintieron parte de ese territorio musical, tan personal y único, que ha construido con trabajo y talento David Bisbal.