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La película de carretera? o road movie es un género cinematográfico cuyo argumento se desarrolla a lo largo de un viaje. Herederas del viaje iniciático, que se remonta a la Odisea homérica, las películas de carretera combinan la metáfora del viaje como desarrollo de los personajes.

Las road movies tienden a una estructura episódica, en que cada segmento de la narrativa enfrenta a los protagonistas con un desafío, cuyo cumplimiento revela parte de la trama.

Una notable característica este género suelen ser sus bandas sonoras, "música de ruta" o "música de carretera", que se identifican con los personajes y los paisajes.

Hay variadas películas de ruta, como Airbag (1997); Carreteras secundarias (1997); Hola ¿Estás sola? (1995); A contratiempo (1983); Corridas de alegría (1982), etc.

Hoy me referiré al estreno: Pájaros (2024), de P. Durá; y también a Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013), de D. Trueba; Días de Agosto (2006), de D. Recha; Fugitivas (2000), de M. Hermoso; o, Los años bárbaros (1998), de F. Colomo.

PÁJAROS (2024). Pau Durá, director amén de actor, conduce con oficio y pulso esta cinta que viene a ser obra entre psicológica y humanista. Se conduce por un guion del propio Durà junto a Ana M. Peiró, un libreto lúcido sobre lo perdido, sentimental, que reflexiona sobre lo que nos une y que se desliza más allá del final.

Un puntal principal de esta película son los intérpretes, que dan vida a sendos personajes, singulares, ambos e inicialmente en apariencia antagónicos. Dos hombres alrededor de la cincuentena, reconocibles en su patetismo, muertos de miedo y de fracaso, de mediocridad y de pena, pero al mismo tiempo fieles a la ardua tarea de esconder sus entretelas plan avestruz.

Un genial Javier Gutiérrez da vida a Colombo, un hombre que no lleva nada bien la gestión de su vida; es optimista y acaba de separarse; padre de familia, trabaja en un garaje de Valencia, vende marihuana para ganar unos euros de plus, ve poco a su hijo y carece de recursos. Un sensacional Luis Zahera es Mario, un hombre enfermo, misterioso, taciturno, con una lágrima asomando de manera perenne y empañándole siempre las gafas; es un apasionado por las aves en libertad.

Mario entra en la vida de Colombo proponiéndole que se convierta en su chófer y lo lleve a la Costa Brava para ver las grullas, y le ofrece una apetitosa cantidad de dinero a cambio.

Pero esta «road movie» de dos hombres al límite no acaba en Cataluña. Después de varias paradas europeas y el inicio de una historia de amor entre Colombo y una alegre italiana recién separada de un marido violento (magnífica y divertida Teresa Saponangelo), llegan hasta Rumanía buscando a Olimpia, el amor de Mario, la mujer a la que más amó en su vida, a quien le quiere dar un dinero a modo de reparación por una deuda antigua, después de haber sufrido un accidente.

Emotiva música de la compositora y cantante Magalí Datzira y una estupenda fotografía de David Omedes que recoge ambientes diversos, paisajes y ciudades variadas por diversos países. Este drama, por momentos tragicomedia, se va a abriendo paso después que vamos entendiendo los motivos que mueven a cada uno en ese viaje y en general, en la vida.

Escuchamos en la trama errores propios y ajenos, vacíos, miradas, reacciones súbitas, enojo y júbilo, y dolor, mucho dolor.

En el crepúsculo de la cinta este par de seres con una existencia tortuosa y difícil, observan el Mar Negro desde un fabuloso paisaje. Es en este punto cuando ambos comprenden que han llegado definitivamente a su destino.

Es una de esas películas que se toma su tiempo para ir profundizando serenamente y sin apuro sobre las características y la naturaleza de los personajes, concretamente Colombo y Mario, dos navegantes por la vida que tienen una historia por atrás, experiencias muchas, algunas calamitosas, otras comunes, otras accidentadas, y todas habiendo dejado huella e incluso cicatrices en esa aventura que es vivir la vida.

Ese empeño de análisis y auscultación queda suavemente enfocado y casi delineado, dejando al espectador la sensación de haber sido partícipe de una aventura conmovedora.

 

VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS (2013). Antonio (Javier Cámara) es un profesor de inglés que utiliza las canciones de los Beatles en sus clases.

En la España de 1966, el tal profesor se entera de que su ídolo John Lennon está en Almería rodando una película y decide ir a conocerlo.

Durante el viaje, recoge a Juanjo (bien Francesc Colomer), un chico de 16 años que se ha fugado de su casa, y a Belén (bonita Natalia de Molina), una joven de 21 que también parece huir de algo.

Dirigida por David Trueba, la película nos sumerge en la España sesentera, centrándose en la relación entre estos tres personajes. Su encuentro se da en un momento poco propicio para la disidencia, cuando las canciones eran silencio.

Aunque a veces cae en cierta ingenuidad repetitiva, logra evadir el tremendismo y la falsa autoría, ofreciendo una crónica cotidiana repleta de matices. La dirección de Trueba destaca por otorgar protagonismo total a la palabra y a los actores, creando historias aparentemente sencillas, formadas por personajes de carne y hueso.

Cuenta con un reparto que en su conjunto está en estado de gracia, y la película nos deja con una sensación de puro gozo. Pero particularmente Javier Cámara brilla en su papel, dominando tanto la comedia como la tragedia, con una interpretación creíble y emocionante; su versatilidad actoral es impresionante.

Es un cine que va de frente, sin trucos ni pretensiones, y que habla desde la honestidad. Una película maravillosa y conmovedora que muestra la capacidad de Trueba como director y guionista.

 

DÍAS DE AGOSTO (2006). "Dies d'agost", dirigida por Marc Recha, es una película que nos sumerge en un viaje de descubrimiento y aprendizaje. La trama sigue a los hermanos gemelos Marc y David, quienes emprenden una aventura explorando el interior de Cataluña durante el verano. Viajan en una furgoneta y se encuentran con lugareños y otros viajeros de manera casual.

La voz de la hermana pequeña, como si fuera un cuento para adultos, explica lo que pasó. La película se centra en el deambular de unos personajes a la deriva, la sequía, la compleja relación de los hombres con el medio que los rodea y la curiosa historia de un pez gato en el embalse de Mequinensa (Zaragoza).

Es una obra natural y enfocada en los paisajes. Puede parecer extraña y difícil de digerir, pero lo que resalta es que es fascinante.

Recha se concentra en capturar la belleza exuberante y poética del entorno. En ciertos momentos, las imágenes parecen fotografías que podrían contemplarse durante horas. Los diálogos son mínimos, pero esto no afecta al atractivo de la película. Recha tiene un sentido narrativo vanguardista y logra transmitir una experiencia visual y sensorial muy singular.

Es una preciosa cinta itinerante, de narrativa austera que persigue al pensador, periodista y pensador Ramón Barnils, aunque este queda un tanto desdibujado.

 

FUGITIVAS (2000). La historia sigue a cuatro atracadores. A veces resulta insólita la atinada localización de las protagonistas, ya que los “malos” las persiguen con precisión. Destaca la banda sonora flamenca y la participación de Niña Pastori.

Dirige Miguel Hermoso este drama que nos sumerge en una historia de traición, escapada y supervivencia. La trama sigue a una mujer y su novio que, tras cometer un atraco, traicionan a sus cómplices. Emprenden una huida hacia el sur llevando consigo a una niña de siete años que anhela ver a su padre.

Cuando el novio las abandona en un mesón de carretera, se ven obligadas a continuar escapando del acoso de sus cómplices y de la policía.

Película que merece la pena, con la labor de las actrices Beatriz Coronel y María Galiana, destacando Laia Marull, quien ganó el Goya a la mejor actriz revelación por este papel; sin olvidar el subrayado para el papel desempeñado por Juan Diego.

El argumento nos sumerge en un viaje desesperado sin retorno, y la historia se enreda cada vez más, atrapando al espectador. Sin ser una obra maestra, es una película española muy digna.

Además, a pesar de un comienzo que no promete demasiado, la trama envuelve e involucra al espectador con el personaje principal, y tiene un buen final.

 

LOS AÑOS BÁRBAROS (1998). Dirigida por Fernando Colomo, la película nos mete en la posguerra española de 1947. La historia sigue a dos presos políticos, jóvenes estudiantes universitarios enviados a un campo de trabajo en el Valle de los Caídos por realizar pintadas contra el régimen de Franco.

Estos dos estudiantes consiguen escapar gracias a la ayuda de un francés especialista en fugas. A partir de entonces, emprenden un viaje por España junto con unas chicas norteamericanas que simpatizan con sus ideas.

Buena dirección y montaje, excelentes intérpretes (Jordi Mollá, Ernesto Alterio, Hedy Burress, Allison Smith o Juan Echanove), todos muy ajustados a sus papeles. La historia está basada en un hecho verídico y se desarrolla más por la vía cómica que por la dramática, lo cual es menos común en nuestra filmografía al tratar el tema de la guerra civil y de la posguerra.

La obra consigue un elegante equilibrio entre comedia y tragedia, y sirve como semblanza de una época y unos personajes no tan lejanos en el tiempo.

Película subvalorada y mal entendida, destacando de su enfoque la libertad física e ideológica; además, es una elegante comedia que huye de lo ordinario, de lo que es más común. Destaca su mirada sobre la autonomía y la aventura, en un contexto de posguerra.