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Tantas veces como visité Venecia, me embargó un sentimiento de misterio e intriga. Esos sentimientos fueron más potentes que el romanticismo o las cuitas amorosas que pregonan poetas y escritores sobre la ciudad de los canales.

Entonces, atendiendo a esta inspiración del mundo veneciano por el misterio, hoy quiero traer dos películas enigmáticas con esta legendaria ciudad italiana de fondo. La primera es un estreno reciente: Misterio en Venecia (2023), de K. Branagh; la otra, de De la Iglesia, Venefrenia (2022).

MISTERIO EN VENECIA (2023). Parece que el actor y director británico Kenneth Branagh se ha aficionado al bigotito afilado de Hércules Poirot, lo cual que, con libreto de Michael Green, ha llevado a la pantalla otra novela de Agatha Christie, Hallowe'en Party (en español: Las manzanas).

Recuerdo que la primera adaptación de Branagh de la escritora británica fue Asesinato en el Orient Expres (2017), seguida de Muerte en el Nilo (2022), ambas exitosas en crítica y recaudación.

Dirigida e interpretada por Branagh, el famoso detective Poirot se enfrenta a un caso de asesinato en una mansión veneciana donde se celebra una sesión de espiritismo. El filme introduce un giro al género de terror apostando por una atmósfera gótica y sobrenatural: escenario de Halloween y atmósfera espeluznante y claustrofóbica.

Es la Venecia post Segunda Guerra Mundial. Poirot está retirado y vive su particular exilio, donde emplea al expolicía Vitale (Riccardo Scamarcio) como su guardaespaldas personal y para quitarse al público de encima.

Pero su amiga, la autora estadounidense de misterio Ariadne Oliver (Tina Fey), en un encuentro con él acaba persuadiéndolo para que la acompañe a una sesión de espiritismo de Todos los Santos. Presenta la sesión la reconocida cantante de ópera Rowena Drake (Kelly Reilly), quien ha reclutado a la médium Joyce Reynolds (Michelle Yeoh) para contactar con el espíritu de su hija, ahogada en circunstancias misteriosas atribuidas a espíritus inquietos.

Después que Hércules deje claro su escepticismo, se produce un asesinato que saca a nuestro detective de su retiro. Poirot, adoptando una visión pragmática y contra el espiritualismo barato, insiste en que los fenómenos sobrenaturales son una táctica de distracción por quienes tienen algo que ocultar.

Es una obra que se acerca al terreno del thriller y adopta maneras del cine de terror, pues no sólo hay asesinatos, sino también presencias paranormales, durante las cuales el detective Poirot (Branagh) hace lo imposible por diferenciar lo natural de lo paranormal.

Ocurre que, además, otros de los personajes, incluido Poirot, viven presididos y vapuleados por diferentes tipos de inquietudes y fantasmas personales. Estas amenazas interiores son subrayadas por Branagh recurriendo a ángulos de cámara, imágenes deformadas, ruidos conmovedores y otras artimañas formales que consiguen un clima de confusión.

Hay de todo para imponer un tono gótico acorde con el misterio del asesinato de la noche y Poirot encierra al personal dentro del sombrío palacio de Rowena, mientras trabaja para deducir al asesino. Afuera se desata una tormenta con oleaje y vientos potentes que aumentan el ambiente cerrado y tembloroso.

La producción (excelente John Paul Kelly) agrega detalles y sombras premonitorias dentro de la casa señorial. Sin olvidar apariciones y espectros con la fotografía fantasmagórica de Haris Zambarloukos y una música ad hoc de Hildur Guðnadóttir, todo lo cual hace que la historia devenga turbadora.

Branagh utiliza el “plano holandés”, que ofrece una sensación de horror y fantasía; primeros planos en sombras y rápidas ediciones que transmutan el misterio del asesinato en una arrolladora fiesta de Halloween. Impresionante técnica que llena la sala de trémulas sensaciones y vibraciones próximas al miedo.

En el reparto, además de un Branagh sensacional, se observa el desaprovechamiento de otros artistas muy buenos y con poco tiempo en pantalla como Tina Fey, Michelle Yeoh, Jamie Dornan o Kelly Reilly, entre otros. Todos en sintonía y con trabajos de calidad.

Lo que ocurre es que hay un ritmo excesivo y las pistas no se exponen con calma. No quita para que resulte un relato entretenido, aunque el libreto no es lo fino que debiera; un guion predecible y con escasa capacidad sorpresiva. Lo mejor es el salto que da al género de terror. A Branagh le sale una metamorfosis muy resultona donde hay juegos de luces e inesperadas sorpresas.

Ello en un encuadre urbano arrollador como es Venecia, ciudad imponente, hermosa, apabullante, a la vez que de una humedad funesta y sensación de inestabilidad.

El recurso de sus entregas anteriores a las imágenes generadas por ordenador da paso en esta cinta a una estilización de gran elegancia con máscaras de un blanco pálido que resaltan y resplandecen en la noche; picudas góndolas por los estrechos canales; la tremenda lluvia que empapa los muros del vetusto palacio renacentista. En fin, que la mítica Venecia arroja un aura única de nerviosismo y enigma.

El misterio veneciano finalmente nos puede por su intensidad visual y efectista, a la vez que el ambiente gótico lo impregna todo en forma superlativa.

Más extenso en revista ENCADENADOS.

 

VENECIAFRENIA (2021). Por sus características geográficas frágiles y un exceso de turistas, Venecia se resiente en lenta agonía, y ese deterioro invasivo desata la ira entre los venecianos. Para frenar la turbamulta turística provocada por un alborotado grupo de jóvenes visitantes, algunos venecianos se han organizado, guiándose por cierto instinto de supervivencia.

Los protagonistas, el grupo de visitantes españoles que viaja a la ciudad para divertirse, están ajenos a los problemas que les rodean y, finalmente, ante la ofensiva de los oriundos se verán obligados a luchar para salvar sus propias vidas.

Acierta Álex de la Iglesia en su manera de llevar esta especie de thriller de terror divertido, colorista y excitante. Tiene su importante carga de malicia y, haciendo honor a su título, presenta un esquizofrénico ejercicio de amor al mal y de villanos que van de lo razonable a la locura asesina.

No faltan las víctimas propiciatorias y los dilemas morales y sociales que más bien corren de cuenta del espectador, no de un guion explicativo o pretencioso, tal el que firman el propio De la Iglesia junto a Jorge Gerricaechevarría.

Hay asesinatos creativos y sangrientos en escenarios ultramodernos, como ruidosas discotecas y fatales carnavales turísticos, que devienen puro divertimento de horror y suspense.

Reparto equilibrado y coral con artistas como Ingrid García Johnsson, Silvia Alonso, Alberto Bang o Cosimo Fusco, entre otros. Música de Roque Baños que envuelve el enigma y ayuda a crear una atmósfera de suspense y sangre, y una sensacional fotografía de Pablo Rosso luminosa y de colores estridentes.

Crece y se disfruta esta celebración del cine cuando pierde el control, cuando a De la Iglesia se le ve disfrutar por el vértigo que produce verse en mitad del canal agarrado a un poste de madera; y cuando se le aclara la idea de dar la vuelta sin pudor a todos los tópicos venecianos: su pomposo carnaval, sus paseos en góndola y el glamur de su festival de cine.