David Calleja.- Después de la tempestad siempre viene la calma, y es cierto que puede que hayamos tenido la peor semana santa meteorológicamente hablando de la historia de la ciudad, pero también es cierto que los cofrades, los que trabajan todo el año para mantener la devoción y el patrimonio de sus titulares están los 365 días haciendo y viviendo hermandad.

La Semana Santa es mucho más que 7 días. Yo que sigo teniendo la suerte de trabajar con muchas de ellas, en Cuaresma se intensifica ese trabajo. El montaje de los pasos, los cultos, el vestir a las imágenes. Esos momentos que podemos disfrutar solo las personas de Hermandad; esos momentos no nos lo estropea la lluvia. Y no todo acaba el Domingo de Resurrección, ahora toca seguir trabajando, desmontando, cambiar imágenes y sobre todo soñar con proyectos nuevos para el año que viene.

Esta misma mañana ya he hablado con nuestro presidente del Consejo para seguir trabajando con la ampliación de nuestra Carrera Oficial y con varias hermandades para futuros proyectos.

Desde aquí agradecer a todas y cada una de las hermandades de nuestra ciudad el esfuerzo, el cariño y sobre todo un apoyo inmenso ante la obligación de tomar decisiones complicadas en una semana santa tan dura por las inclemencias meteorológicas.

Enhorabuena a todas, porque a toro pasado es muy bonito criticar, una costumbre que cada vez aflora más en nuestras redes sociales, y decir que ha sido un error salir si se iban a mojar o criticar porque no han salido si no ha llovido. Y es que realmente las decisiones y las opiniones deben tomarse antes y es difícil, complicado y duro.

Las hermandades son como las familias, como cualquier institución, donde cada uno debe saber cuál es su sitio.

Y se gobierna y gestiona de la mejor manera que seguro saben, pueden y desean. Nadie quiere mojar a su cofradía, y nadie quiere quedarse en el templo.

Es por ello que gracias de corazón por regalarnos esta Semana Santa atípica, pero nuestra Semana Santa es grande en devoción  y en trabajo y esfuerzo.

Tenemos un año entero para soñar y seguir trabajando tanto desde mi cargo como desde asesor de cofradías, vestidor y diseñador.

Empezamos de nuevo a preparar una nueva Semana Santa… ¡mejor y más grande! Porque agua pasada... no mueve molinos.