La metáfora es un recurso adecuado para hacer ver algo que no es fácil visualizar a simple vista. Para comprender lo que hay y ocurre bajo la superficie del mar, compararlo con algún ecosistema terrestre es una buena alternativa. La excesiva actividad pesquera de arrastre ha convertido las plataformas litorales en algo parecido a la dehesa cuya explotación sostenible de los recursos del bosque mediterráneo, desde siglos, ha dado lugar a un paisaje humanizado merecedor de ser protegido, la dehesa. Así que al igual que el cerdo ibérico, cuyo homólogo silvestre esel jabalí, es el animal característico de este ecosistema alterado, su análogo en esta “dehesa del mar”, podríamos decir que, repetimos que metafóricamente,sería el “delfín ibérico”.
En el mundo científico siempre ha existido una gran fascinación por la perfecta adaptación que los cetáceos han desarrollado para hacer suyo el medio acuático hasta el punto de que no pueden sobrevivir fuera de él. No podemos pasar por alto que los ancestros de los cetáceos eran animales terrestres de cuatro patas que procedían del mar y que el proceso evolutivo que los llevó de nuevo a él es uno de los itinerarios más fascinantes de la evolución animal.
En litoral de la provincia de Cádiz, y en concreto en el de El Puerto de Santa María, no es extraño observar la presencia de algunas especies de estos mamíferos marinos tan emparentados con nosotros más de lo que a priori parece. Si visitamos el Museo Municipal, fundado en 1980 por el arqueólogo toledano, y desde hace 45 años afincado en El Puerto, Francisco Giles, nos sorprenderá saber que los restos fósiles de costillas, vertebras o mandíbulas de cetáceos que en él se exponen son de ballenas, sirénidos (manatíes) o delfines recogidos en la costa de las playas Santa Catalina, Fuentebravía y El Almirante y que proceden del fondo marino del yacimiento de El Manantial datado al menos hace cinco millones de años.
Hasta no hace mucho, cuando en el río Guadalete entraban a desovar grandes cardúmenes de sábalos, róbalos o albures, tras ellos y hasta La Cartuja, no era extraño ver a delfines para alimentarse de estos peces anádromos. El 31 de julio de 1987 se dejó ver frente a la playa de Santa Catalina un cachalote pigmeo, uno de los cetáceos más extraño y desconocido de nuestros mares. Son algunos ejemplos de que,en el litoral de la Bahía de Cádiz, y aún más aguas adentro, es fácil ver algunas especies de estos interesantes animales.
Pero por su carácter de estrecho (14,5 Km separan Europa de África entre Punta Oliveros y Punta Cires) y de pasillo de conexión entre el Mediterráneo y el océano Atlántico, el Estrecho de Gibraltar es uno de los lugares más interesantes del planeta en la presencia de cetáceos. Algo que no pasó desapercibido para la Compañía Ballenera Española que montó una factoría ballenera en la ensenada de Getares (Algeciras) en la que manufacturaron 3355 rorcuales y 498 cachalotes que fueron cazados entre Gibraltar y Cabo Espartel entre 1920 y 1960.
Pero afortunadamente los tiempos han cambiado. El BOE de 26 de diciembre de 2023publica la Orden TED/1416/2023 que aprueba la inclusión de seis espacios marinos protegidos en la lista de lugares de importancia comunitaria (LIC) de la Red Natura 2000 y se declaran dos zonas de especial protección para las aves (ZEPA) en aguas marinas españolas.
Gracias a la investigación que durante 25 lleva realizando CIRCE(Conservación, Información y Estudio sobre cetáceos)dirigidos por Renaud de Stephan (Doctor en Ciencias del Mar), a la Fundación Biodiversidad y en el marco del proyecto LIFE INTEMARES cuyo objetivo es lograr una gestión eficaz de los espacios marinos de la Red Natura 2000, se ha conseguido que uno de estos espacios marinos protegidos sea el Estrecho de Gibraltar.
Este espacio, además de ejercer las funciones de separación entre el continente europeo y africano, es un pasillo de conexión entre las aguas del Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Debido a las corrientes y los procesos de mezcla que tienen lugar en este cañón submarino que alcanza hasta los 900 m de profundidad, la zona del estrecho cuenta con una elevada productividad biológica, siendo a su vez zona de alimentación de delfín común, listado, y mular que se alimentan de cardúmenes de peces como sardinas o boquerones; calderón y cachalote que se alimentan de calamares; orca que se alimentan de atunes y el rorcual común que se alimenta de Krill. Puntualmente también se pueden observar el calderón gris y la marsopa o la tortuga común, además de otras tortugas marinas indicándose áreas críticas y sensibles para la protección de estos quelónidos.
Por otro lado, la zona concentra el paso migratorio más importante entre Europa occidental y África para cientos de miles de aves marinas. Por el estrecho de Gibraltar pasa la totalidad de la población mundial de pardela balear y de pardela cenicienta mediterránea y una fracción muy importante de la gaviota de Audouin.
Este espacio marino que abarca una importante franja del litoral gaditano desde San Fernando hasta la ensenada de Getares en Algeciras (Figura 1), se une a los seis Parques Naturales; siete Parajes Naturales; una Reserva Natural Concertada; siete Reservas Naturales; tres Parques Periurbanos y cinco Monumentos naturales además de cuarenta y cinco Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y Zonas de Especial Conservación (ZEC) de las cuales 14 además son Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA), seis acogidas al convenio RAMSAR (Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como hábitat de Aves Acuáticas) y tres Reservas de la Biosfera lo que hace de Cádiz,con un 32 % del total de su superficie, la provincia con más espacios protegidos de Andalucía.